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tribuna libre

Cunqueiro desde Mondoñedo

    ATRAÍDO por Nuestra Señora de Los Remedios he vuelto a mi Mondoñedo natal para predicar su Novenario en este 2011, centenario del nacimiento del mindoniense mejor, Álvaro Cunqueiro. Y, claro, he vuelto a sentirlo cercano en cada rúa de la vieja ciudad, en lo que fue farmacia de su padre D. Joaquín, en la casa de su hermana Carmiña, refugio de sus años más difíciles, y siempre su lugar de solaz y descanso. A ella volvió ya muerto para salir camino del campo santo precisamente en un uno de marzo, día de S. Rosendo que pastorea las nubes desde la cima de la catedral, justamente frente a esta casa.

    Ya la mansión pasó a otras manos, pero tuve la suerte de recorrer despacio todas y cada una de sus estancias cuando ya había sido vendida y estaba a punto de ser desmantelada. Naturalmente, me interesó, sobre todo, la habitación que él habitualmente acupaba en la segunda planta: un cuarto rectangular amplio con gran ventana hacia el naciente, abierta a un delicioso huerto interior. Evidentemente allí tuvo asegurados el silencio, la luz y la tranquilidad. La austeridad del mobiliario era absoluta: una cama muy modesta con su mesilla de noche, una mesa camilla muy amplia arrimada a la ventana, alguna silla y no recuerdo si un sillón. Pero lo que más me sorprendió fue el siguiente detalle: junto a la cabecera y sobre leve repisa una pequeña imagen, no antigua, de la Virgen, y en la misma repisa, junto a la imagen, un pequeño ejemplar de los Evangelios, edición bolsillo de la BAC, bastante usado.

    Cunqueiro se profesó siempre sincero creyente y así lo ha confirmado repetidas veces su hijo César. Cuando en los setenta apareció aquella obra coordinada por Gironella, Cien españoles y Dios, el capítulo de Cunqueiro fue quizás el más personal y elocuente: "El hombre capaz de rezar (cito de memoria) siempre se sentirá radicalmente libre".

    Sus manifestaciones de fe se repitieron en no pocas ocasiones. Recuerdo, por ejemplo, (creo que en 1974) la inauguración de la fuente de la Zapata junto a la basílica de San Martín de Mondoñedo, precisamente el once de noviembre festividad del Santo. Estaba previsto que yo predicara en la Misa y que a continuación Cunqueiro echara un discurso junto a la fuente que iba a ser bendecida. Pero comenzó a llover y el obispo Araújo determinó que el discurso se tuviera dentro del templo. No sé lo que había preparado para hablar en esta ocasión, pero la emoción lo embargó y todo lo que dijo fue un delicioso efluvio de fe, de piedad y de amor a la Iglesia: el verdadero sermón fue el de Cunqueiro.

    Pero vuelvo a la pequeña imagen de la Virgen junto a la cabecera de su cama con el librito de los Evangelios. ¿No había escrito en su Herba de aquí e de acolá aquel delicioso testamento en verso en que legaba a Nosa Señora, a derradeira ollada? Es hermoso recordarlo en Mondoñedo, y precisamente esta semana en la que con sorprendente fervor los mindonienses acuden al templo de su patrona, la Virgen de Los Remedios, para que vuelva a nosotros sus dulces ojos misericordiosos.

    DEÁN DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO  

    06 sep 2011 / 21:31
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