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Doctor Suárez de Parga: "La enfermedad de uno es la peor"

Jefe de Digestivo del Hospital La Paz // "La lealtad también es decirle que no a la gente a la que quieres" // "Soy un militante en contra de la atomización de las especialidades"

La primera vez que escuché pronunciar su nombre fue en febrero de 2006, en la consulta de mi amigo Fernando Luca de Tena, uno de esos médicos cuya autoexigencia es de tal grado que pensé que Suárez de Parga debía aunar todas las buenas virtudes que médico exige a médico. El nombre venía a colación por una prueba diagnóstica que le habría hecho temblar al propio Freddy Mercury. Pocos días después, tras mi habitual y tradicional encuentro de los terceros martes de cada mes con mi peña de amigos, el general de la Guardia Civil Francisco Almendros Alfambra me habló de Suárez de Parga con tal veneración benemérita, que comencé a sospechar que este médico gallego no era terrenal. A los dos meses de aquello, mi amigo Enrique Cornejo, uno de los empresarios teatrales más importantes de la historia del arte de Talía, me habló de tal manera de este especialista, que pensé que era imprescindible saber hasta dónde llegaba su gloria.

Este compostelano, cosecha del 51, estudiante ejemplar, profesor sobresaliente y médico de vocación, dedicación y entrega al paciente es, por encima de todo, un tímido "cum laude". Casi de esos de novela de finales del siglo XIX, de los que se ocultan tras sus palabras con el único objetivo de que el mundo no importune demasiado. Patricio inteligente, es un sabio en el arte de amurallar su corazón doliente y su alma anarquista, para que sólo superen el fortín quienes merecen la pena.

"Me gusta ser ordenado, aunque en el fondo tenga, como dices, un cierto espíritu anarquista. Ten en cuenta que ese gusto por el orden viene de ser, con todo, un vago. Por eso tengo las cosas siempre organizadas. Así no pierdo el tiempo".

Fuiste un estudiante de los de cuadro de honor...

Nuestra dedicación tiene que ver con la vida. Si en tu vida todo ha ido bien, si no has tenido contratiempos que superar, a la larga no te has formado. Los baches son necesarios para saber vivir.

Chaqueta marrón, corbata y zapatos haciendo juego. La camisa esta perfectamente planchada, los puños sin una rozadura... ¡y no es de estreno! Como no lo son sus gemelos de nudo infinito de oro, que casan perfectamente con la época que representan. Cuida el detalle de la vestimenta como un presentador de Televisión Española. No deja de jugar con su clásico mechero Zippo. Me fijo en la vivacidad de sus ojos pero, especialmente, en su sonrisa irónica:

"En la carrera me atraía la Medicina Interna, además de otras subespecialidades. Ahora bien, las asignaturas que no eran tanto de mi agrado me empeñaba en sacarlas con especial brillantez."

¿Eso no es ir en dirección contraria a la humanidad? Siempre que me veo en la obligación de hacer una cosa que no me entusiasma, procuro ponerle más dedicación. De esta manera me libro en el menor tiempo posible.

¿Te aseguraste siempre el éxito?

Si hubiese aparcado alguna asignatura que no me gustara, habría fracasado.

La oftalmología con Sánchez Salorio, eso sí que es Champions League.

Así fue. Sin duda un grande. Iba poco a su clase, pues estaba de alumno interno por oposición. Tuve la ventaja de contar con la ayuda inestimable de unas compañeras de promoción que me dejaban los apuntes. De los libros me encargaba yo, comprándolos por mi lado. Y así me presenté a un examen parcial...

¿Cómo fue aquello?

Me preguntó por las cataratas. Empecé a explicárselo y la clase entera comenzó a murmurar. Alguien dijo: "Esa materia no la hemos dado todavía". Salorio me miró y me soltó: "Como veo que usted ya se lo sabe, tiene la matrícula sin presentarse al examen final". Salorio es un fenómeno en todo lo que se propone.

No deja de ser un rebelde permanente, como tú...

No es exactamente rebeldía. Lo que ocurre es que yo comparto con quienes entienden que hay sólo una medicina: la buena. Soy un militante en contra de la excesiva atomización de las especialidades. Es cierto que, con el devenir de los años, te vas concretando en cosas más pequeñas y procuras ser un experto, pero, si pierdes el norte del conjunto, mal andamos.

Hoy abundan los especialistas hasta en la función pública y la vida sindical...

Por eso a la gente le importa más algo que tenga un componente técnico que no lo que es la clínica. Si no sabes escuchar a un paciente, de nada te sirve tener la mejor tecnología del mundo a tu servicio.

¡Eres un vocacional!

La vocación se va haciendo. La medicina me gustaba, nada más. Tenía inclinación hacia ella. En los tres primeros años tuve una sola matrícula y en los tres siguientes trece. La diferencia estaba en que en los tres últimos ya vivía la aplicación del conocimiento.

Así que lo tuyo con Hipócrates fue amor a largo plazo...

Hombre, Beotas, no conozco a nadie que no haya empezado medicina y que al final no haya quedado enamorado de ella...

Seguro que en casa alguien se encargó de encauzarte.

Mi madre, que era una mujer gallega de pocas palabras, me dijo: "Procura no hacer daño a nadie. Si a alguien le puedes echar una mano, se la echas, sin esperar nada a cambio". Eso es todo un compendio de filosofía...

¿Lo has cumplido?

Esas cosas te quedan. La educación no te la da la universidad, ni siquiera el colegio, te la dan en casa. En ese sentido, en el de ser honesto, nunca me he planteado metas, esperando algo a cambio.

¿Y tu padre?

Era de un corte parecido al de mi madre. Un hombre muy serio, pero con mucho sentido del humor. Valoraba fundamentalmente el trabajo. De pequeño siempre decía que en mi casa teníamos los santos del santoral y, además, "San Trabajo".

¿Has llegado donde ellos soñaron?

Creo haber respondido a lo que esperaban. Recordaré de mis padres que a mí, de estudiante, no me faltaba de nada. Tuve todos los medios a mi alcance.

Eso ha cambiado con los tiempos...

Ahora hay esa tendencia, un poco americana, de que el chico tiene que trabajar en la pizzería para después pagarse la universidad. Si los padres te la pueden pagar, lo que te tienen es que exigir que lo aproveches, sin más.

¿Qué siente un médico cuando se le van los suyos?

Ahí no hay consuelo posible. Cuando te falta un ser querido, te pueden dar palabras de ánimo o abrazos, pero esa ausencia no la vence nadie. El nacimiento de mis dos hijas fue una alegría, pero la falta de mis padres no se olvida nunca.

¿Tus hijas lo son todo?

Fíjate hasta qué punto que no veo que tengan defecto alguno.

Sí, pero... ¿lo más importante?

Que sean buena gente. Quiero que sean excelentes profesionales en lo suyo, pero, sobre todo, quiero que nadie me diga nunca que se han comportado vilmente...

¿A qué se dedican?

La mayor estudió Derecho, aprobó unas oposiciones del Cuerpo de Gestión del Estado y ahora está en el Ministerio de Agricultura. La pequeña, por su parte, seguirá mis pasos. Está de residente de segundo año en la Clínica Puerta de Hierro, también en Aparato Digestivo.

¿Deseas que salgan a su padre?

De ninguna forma. Me gusta hacer hincapié en que tendrán que ser ellas mismas. A la pequeña, hace poco, le expliqué: "Cuando estás con un enfermo, debe saber que no se halla con la hija de Suárez de Parga, sino con Cristina Suárez."

Me llama la atención que siempre has estado rodeado de mujeres...

Pues sí, la primera de todas fue mi abuela Carmen. Siempre digo que es la mujer de mi vida porque me daba la razón en todo. Luego están mi madre, mi ex mujer y mis dos hijas...

Háblame de tu abuela...

Tenía un tesón encomiable. Era una ecologista y no lo sabía.

¿Cómo se come eso?

Tenía unas pequeñas fincas a las afueras de Santiago. En primavera se sentaba en un montículo y me decía: "Siéntate aquí a mi lado, vamos a ver cómo se pone el sol".

¿Sabes? Eso de citar a la ex mujer no suele ser habitual...

Me ha dado muchísimas cosas buenas. Lo único que no entendía es que a un señor le gustasen otras señoras, pero fue una gran profesional que renunció a su carrera por cuidar a nuestras hijas. Aquello no era lo frecuente en esa época de liberación femenina... Yo le rindo admiración, gratitud y reconocimiento.

Eso es muy grande...

Ella lo es, y me sigue dando muchas alegrías. Por ejemplo, por mi cumpleaños, que será dentro de unos días, me hará un regalo. Tras dieciocho años de divorciado nunca ha fallado...

Tú tampoco a tus pacientes...

Hay algo en todo esto que no soporto...

No me gustaría estropear la entrevista...

No, no es nada de eso. Es que me irrita mucho, al hilo de los que decías, cuando me dicen: "La enfermedad de este señor es importante". Para el enfermo su enfermedad siempre es la más importante del mundo, porque es la suya. Cuando solucionas a un señor una gastritis, le has resuelto su problema, algo tan importante como cuando curas al que tiene un cáncer.

¿La medicina de hoy es mejor que la de antes?

La de antes tenía virtudes y defectos, pero la de ahora, en el sentido curativo o paliativo, es bastante mejor. Otra cosa es que estemos perdiendo cosas que no deberíamos, como el objeto de nuestro trabajo: las personas.

Eso es difícil de conseguir en un mundo que se mueve por estadísticas y razones políticas...

A lo mejor en eso soy un afortunado. Alguna vez me han dicho, como tú me lo has dicho al inicio de esta conversación, que soy un poco anarquista, pero los directores, ya sea en la privada o en la pública, rara vez se han metido en mi trabajo.

¡Vaya, sí que eres un afortunado!

Recuerdo que una vez un gerente sacó unas estadísticas con la intención de compararlas con las del año anterior. Le dije: "No vayas por ese camino, porque te equivocas. Si mi trabajo te interesa, no hablemos jamás de porcentajes". Nunca me volvió a hablar de ello más.

¿El médico es buen gestor?

Un hospital no es sólo el lugar donde se presta asistencia sanitaria. También implica una gestión de personal, de recursos... Aunque haya médicos que son excelentes gestores, tal vez no sean, en general, las personas más entrenadas para esa labor.

¿Por qué?

Porque tendemos a pensar que lo nuestro es lo único importante. Eso tiene un coste que pagan todos los ciudadanos, a los que, por cierto, no nos regalan nada, porque lo pagamos a través de nuestros impuestos...

¿Y cuando el gerente entra en tu consulta?

Le pregunto si viene como gerente o como paciente.

Pon que viene con un amigo.

Hace poco traté a un conocido del gerente de mi hospital que, como tú sabes, es también gallego y de Digestivo. Me dijo que le gustaría asistir a la intervención de su amigo. Antes ya me había asegurado de que viniese en su exclusiva condición de médico, por si acaso.

¿Qué pasó?

Qué te voy a contar. Pérez Santamarina es un fenómeno y tiene un gran sentido del humor. Cuando yo estaba usando esos equipos, mucho mejores que los que había cuando él ejercía la especialidad, me volví y le dije: "¿A que te gustaría estar sentado aquí?"

¿Cómo reaccionó...?

Me dijo: "La verdad es que sí".

¿Y...?

Yo le repliqué con sorna: "Pues te jodes y sigues de gerente".

¿Cómo se dirige el tímido a su paciente?

Tratando de ser cercano y natural. Cuando vas a explorar a una persona, le tienes que explicar por qué vas a usar una u otra técnica. Con eso has ganado el noventa por ciento. Después hay que minimizar los lógicos miedos que tiene la gente.

Es que eso de la endoscopia...

La gente cree que le va a doler y se va a complicar. Al enfermo le dices que lo hacemos todos los días, a gente de todas las edades. La gente colabora siempre cuando se relaja un poquito.

En esto sí que hemos avanzando...

Es que hoy en día, muchas de estas exploraciones no invasivas las hacemos con anestesia. En el siglo XXI, con los fármacos anestésicos que tenemos, que son de manejo fácil y seguro, no hay por qué sufrir innecesariamente.

¿Y las pruebas sin anestesia?

La mayoría de las gastroscopias las hago sin anestesia, salvo que sea una persona muy nerviosa. Es una prueba corta, nada dolorosa y relativamente soportable. Tan sólo requiere, por parte del paciente, cierta tranquilidad para respirar.

Hay otras, en cambio, peores...

La prueba de colon es más dolorosa. ¿Entonces por qué le voy a hacer una prueba con dolor a un paciente si lo puedo evitar? Algunos aducen que hacerlo con anestesia aumenta el riesgo de complicaciones, sobre todo de perforación, pero eso tiene que ver con la curva de entrenamiento que tenga cada médico.

¿Te sientes orgulloso con tu carrera?

No lo tengo claro. Es fácil caer en el conformismo. En la vida que llevo, he hecho cosas que me han gustado y que me siguen gustando. Mi verdadero orgullo es poder mirar a mis hijas a los ojos, sin pensar que puedan sentir vergüenza de su padre.

¿Fuiste un tipo leal?

Pero no sumiso. Esa distinción es fundamental. Hay que tener claro que la lealtad también es decirle que no a la gente a la que quieres.

¿Quiénes merecieron tu lealtad?

Siempre intenté ser leal conmigo mismo y con la gente que me ha ayudado. Reconozco que tengo ese defecto de que, cuando alguien me ha hecho una cabronada, la puedo superar, pero no la olvido.

¿Y la traición?

Comprendo que alguien me haya hecho daño si pensaba que era lo más justo, incluso si le beneficiaba. Lo que no admito es que una persona me diga una cosa y cinco minutos después, por detrás, ya ande diciendo otra.

¿Qué hacemos con la fidelidad?

Casi lo mismo que con la lealtad. Es bueno ser fiel a uno mismo. Pero no se puede ser fiel a una persona, pues esa persona puede cambiar. La lealtad, en cambio, se puede mantener siempre.

¿A quién admiras?

A cualquiera que sea honrado en su trabajo.

Por ejemplo...

Admiro al ama de casa que está criando unos hijos y que, a costa de renuncias personales, nunca piensa en que el día de mañana se lo van a devolver. También admiro al profesional que se levanta de madrugada para hacer el pan que comemos al día siguiente...

¿Tus pacientes te admiran?

Eso espero, porque no entiendo la medicina en abstracto. Hay médicos que se saben cuarenta libros de memoria y te repiten las páginas. Pero, cuando les pides que apliquen ese conocimiento al enfermo, no saben hacerlo.

Entonces eres un práctico...

Mis enfermos no me preguntan por mi currículum académico. Buscan que les solucione su dolor para seguir haciendo su vida normal.

No hemos hablado de la otra mujer de tu vida...

A ver por dónde sales, Beotas...

Hombre, me refiero a Galicia...

Me tiene ligada ella a mí. Me siento muy gallego, pero no nacionalista. Galicia tiene muchas cosas estupendas, pero también hay otras muchas cosas buenas más allá de Galicia.

¿Qué quieres decir con lo de no nacionalista?

Me refiero a que el cerrarse demasiado en la concha limita las expectativas, te vuelve demasiado endogámico. Pasa con el idioma. En Galicia siempre han convivido el gallego y el castellano. Algunos, si sólo hubiésemos hablado gallego, no podríamos haber salido a formarnos... El mundo es muy amplio.

Me da que vas de frío y eres un apasionado...

No lo dudes. La pasión es necesaria. No entiendo la vida sin ella. Si no vives, sólo estás.

¿A qué le temes?

No tengo grandes temores. Me considero bastante bien tratado por la vida.

¿Y qué esperas de esta carrera de la vida?

Seguir más o menos igual, haciendo lo que me gusta. Y tener el aprecio de los amigos y de mi familia. De momento voy en una buena posición...

Pocas veces esta profesión nos permite encontrar a un personaje acostumbrado, como decía Machado, a conversar con el hombre que siempre va consigo. Quizá Suárez de Parga, entre el dolor y el placer, entre la vida y la muerte, entre la luz y las sombras, sepa que sólo quien habla con el hombre espera hablar con Dios un día...

MUY PERSONAL

Un libro.

'La historia de Saint Michelle', de Alex Munthe.

Una película.

'Ciudadano Kane'.

Una canción.

'Suzanne', de Leonard Cohen.

Un plato.

Un par de huevos fritos con patatas y chorizo.

Una bebida.

O un blanco de Rueda o un Albariño.

Un nombre de mujer.

María, aunque ninguna de mis hijas se llama así...

02 jul 2010 / 23:29
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