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AQUELLOS MARAVILLOSOS AROS > 78

Fernando Romay, gran I+D castizo

(1995) Millones de horas de entrenamiento extra le llevaron a ser titular del Real Madrid, ganando todo ahí y con la selección // Era el rey del tapón

En la España que festejó la plata del Eurobasket de Barcelona 73 como si se pisara la luna, un desconocido Fernando Romay Pereiro, medía 2,01 m con 14 años. Eso le convertía en diana de mil miradas, entre curiosas y absortas.

De adolescente corrió por la Alameda de Compostela bajo los gritos de Pepe Casal, sudando un chándal que le quedaba corto junto a otros mozalbetes con el cielo por futuro: Iturriaga, Epi o Quino Salvo, en la selección española del Europeo Juvenil (Eujobasket).

Juntos fueron bronce pero a Romay, hablando de metales, le esperaban años de estaño, de entrenos extra buscando forjar su juego, labrando su físico para (re)educar su cuerpo al servicio de una nueva vida. Antes, en 1974, tras 12 horas de tren, llegó a la capital con su padre para la prueba con el Real Madrid. Y ya, de blanco, empezó en un club sacrosanto, con mitos de los años 70 en luz baja, como Brabender o Luyk ante jóvenes de llama vivaz (Itu y Martín). Su madre tenía razón, ahí estaba su futuro.

Trabajador sin fin en sesiones a destajo, mejoró con una mezcla de paciencia y voluntad por parte de toda la familia del baloncesto, con el seleccionador Antonio Díaz-Miguel derrochando fe en las posibilidades del más alto de las promesas madridistas alojadas en el castizo centro de tecnificación e I+D de una pensión landista.

Tres años mayor, su tándem con Fernando Martín (robado al Estudiantes), arrasó. Por usar otro símil de cine, eran Dos Fernandos y un destino, ganando todo, o casi.

Uno tenía trazas de cómico contrahecho a lo Jerry Lee Lewis; otro porte del galán Dean Martin, con películas de éxito hasta que la carretera mordió ese dúo.

Esquivó la tentación juvenil de rendirse ante la extenuante brega diaria y sin que los números reflejen su valía real (22 puntos su máxima anotación ACB) logró siete ligas, cinco copas, la plata olímpica... y su rol defensivo como muro en tiempos de menor rango de tiro le dio gloria.

En la selección su influencia fue mayor, sus 2,13 m., fueron la vía del progreso, complementando al equipo con rebote, peso para entorpecer el paso ajeno, un tiro corto que afinó con los años y un mar de tapones (récord hasta que le relevó otro gallego ilustre, Fran Vázquez),

Amigo de los chistes malos y los gestos buenos (gran labor didáctica con la FEB), jugó un curso en su tierra al fichar por OAR Ferrol, más otro igual de vano en Zaragoza en años herido de salud. Selló su retiro en 1995 con casi 36 otoños.

Aunque todos los árbitros le echaron por faltas una y diez veces, su simpatía le abre puertas allá dónde va, reconociendo que nadie como él picó piedra para llegar tan alto.

"Fue pionero en el rol del gran hombre alto"

CERCA Jacobo Rivero, periodista autor del recomendable libro Altísimo, un viaje con Fernando Romay (Ed. Turpial), responde a la llamada de EL CORREO y define así al protagonista de este reportaje: "Como jugador fue el pionero del gran hombre alto en nuestro país, eso es indiscutible. Formó parte de una de las etapas más importantes del Real Madrid y yo como seguidor del Estudiantes viví años apasionantes de duelos madrileños en los que él era una de las dianas de la Demencia (afición del Estu). Como persona le conocí a partir del libro y tengo que decir que me ganó para su causa. Ha sido un lujo acercarme a Fernando Romay y su familia, además ha tenido grandes detalles desde que nos conocimos, es una amistad de la que me siento muy orgulloso".

Jacobo Rivero

PERIODISTA Y ESCRITOR

"Romay formó parte de una de las etapas más importantes del Real Madrid, yo como fan del Estudiantes viví unos años apasionantes de duelos en los que él era diana de la Demencia"

08 dic 2019 / 23:05
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