La fresa silvestre, mejor remedio para la anemia

Hola compostelanos; soy la fresa silvestre, también conocida como miruéndano. No había sendero en Santiago que no estuviera salpicado de centenares de pinceladas rojas. Pequeñas fresas silvestres aparecíamos con generosa facilidad, anunciando el privilegio de otro verano todavía por vivir.

"Los hombres de campo" siempre supieron ver en mí remedios muy eficaces. Las tisanas hechas con mis hojas constituyen una bebida fortificante en el tratamiento de la anemia y los nervios. Soluciono las inflamaciones gástricas e intestinal y curo las afecciones de las vías urinarias, así como los cálculos biliares.

Los pueblos gitanos creían que pisarme a mí, el miruéndano, era presagio de las peores desgracias, y me utilizaban para curar las inflamaciones de la boca, en la cicatrización de heridas, la faringitis y los males de los ojos.

Forma de preparar el té de miruéndano: se vierte un cuarto de litro de agua hirviendo sobre dos cucharadas de hojas de fresa silvestre (de uno a dos gramos); se tapa, y se deja reposar durante cinco o diez minutos, colando después el preparado resultante; y ya tenemos una infusión de propiedades terapéuticas indiscutibles.

Conviene destacar que la fresa cultivada no tiene las mismas propiedades, y a lo peor está tratada con sustancias perjudiciales. ¿Cómo podéis estar rodeados de tantos tesoros para la salud y no reparar en ello? Son muchas las especies, de incalculable valor botánico, que en estos últimos años están al borde de la extinción. Especies que, en otros países europeos, se cuidan y recolectan, dando de comer a muchas familias.