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AL SUR

En la hora del adiós

    ALGO se muere en el alma cuando un amigo se va, dice la copla, y César Raña Dafonte era amigo y de los buenos. Un sabio humilde que compartió, con abnegada dedicación, sus conocimientos de filosofía medieval a todos los estudiantes que pasamos por la facultad de Filosofía compostelana.

    De joven había sido un futbolista tan extraordinario que muchos vecinos de su Deixebre natal vaticinaron que acabaría jugando en el Deportivo. No resultó del todo así: fue un deportivista entusiasta, pero fichó primero por la teología y después por la filosofía, pues como él decía, repitiendo el comentario de un paisano, "non había dereito a que unha sementa tan boa se perdese".

    El técnico que le fichó a finales de los setenta fue Carlos Amable Baliñas, primer decano de la facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación. Desde ese momento, su terreno de juego fueron las aulas de la facultad, donde yo le conocí.

    Años después tuve el honor de ser su compañero en el Departamento de Filosofía y Antropología Social y en la Sociedad Interuniversitaria de Filosofía, de la que fue miembro fundador y tesorero. César pasó por el mundo haciendo el bien y ayudando a los demás.

    Antes de viajar a Colombia le llamé para preguntarle cómo estaba. "Bien, bien", me dijo. Ahora ya duerme con los ángeles, indagando en latín qué fue de Petrus Compostellanus, el filósofo de la Compostela medieval.

    Catedrático de Filosofía

    02 dic 2018 / 23:07
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