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RESEÑA MUSICAL

Las Hurdes (Terre san pain) de Buñuel, por ”Vertixe Sonora”

    En un formato parecido al “Cineuropa”, las “Xornadas de Música Contemporánea” se apuntan a “Las Hurdes”, de Luis Buñuel, según la música y adaptación de los textos del argentino Martín Matalon, contando con la presentación de J. Luis Losa y la narración de María Ledo, con el apoyo de “Vertixe Sonora” y la viola Aglaya González, con dispositivo electrónico en tiempo real, en el Auditorio de Galicia- 20´30 h.-, por lo que los artistas a destacar, serán ella y Matalon, quien estudió en la “Juilliard School”, neoyorquina, antes de formar el “Music Mobile”, en 1989, en el que estuvo hasta 1993. Pasó al “IRCAM” parisino, a partir de ese año, centrando su interés en la versión restaurada de “Metrópolis”, de Fritz Lang. Luis Buñuel ocupó las atenciones del músico, para el que realizó trabajos destinados a filmes suyos: “Las siete vidas del gato”, para ”Un chien andalou” (1996), “Le Scorpion”, para “L´age d´Or” (2001), y “Traces II (La cabra) (2003), tercera película del cineasta sonorizada, emparejada con “Las Hurdes, tierra sin pan”. Las obas de Matalon, fueron estrenadas por la “Orchestre de Paris”, la “O.N. de Lorraine”, “Barcelona 2016”, “Percusions de Strassbourg”, “Court-Circuit” o el “Ensemble Contemporain”. En 2009, le fue concedido el “Premio Konex”.

    La viola Aglaya González, es fundadora del “AMÉI Quartett” y del “Ensemble Tempus Konnex”, además de colaborar frecuentemente con el “Ensemble Modern”, “Ensemble Recherche”, “Klangforum Wien”. El repertorio de la música antigua es otro de sus espacios, a través de la vihuela, la viola barroca y la viola d´amore, trabajando con la “Darmstädter Hofkapelle”, la “Capella Ac. Frankfurt”, la “Barockorchester Wiesbaden”, la Freiburger Barochorchester” y “Le Concert Lorrain”. Estudió en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, con Gerard Caussé y realizó un posgrado con el profesor Atard Arad, en la “Indiana University”, recibiendo también una beca para el “Ensemble Modern”, en especialización contemporánea y en viola solista con Ch. Desjardin y D. Popen. Es doctora por la Universidad Alfonso X, además de fundar otros cuartetos: “Adibitum” y “Cariatide” o “Detmolder Klavierquartett”.

    Sobre “las Hurdes”, Buñuel, en “Mi último suspiro”, comentaría que para rodarla, hizo venir de París a Pierre Unik, para que sirviera como ayudante y al cámara Elie Lotar. Yves Allégret les prestó una cámara. Puesto que no disponía más que de veinte mil pesetas, cantidad muy modesta, se dio un mes para terminar la película. Aquellas montañas desheredadas le conquistaron enseguida. Le fascinaba el desamparo de sus habitantes, pero también su inteligencia y su apego a su remoto país, a su “tierra sin pan”. Después del rodaje tuvo que hacer el montaje él mismo, en Madrid, en una mesa de cocina. Como no tenía moviola, miraba las imágenes con lupa y las pegaba como podía. Seguramente descartó imágenes interesantes por no verlas bien. Hizo una primera proyección en el “Cine de la Prensa”. La película era muda y la comentaba por el micrófono. Ian Gibson añade sobre el tema en “Luis Buñuel (La forja de un cineasta universal 1900-38), otros aspectos que ayudan a contextualizar la experiencia del autor.

    A finales de abril de 1936, efectivamente, tras dos años y medio de ostracismo, se pasó en una sesión única del “Cinestudio Imagen”, fundado por el crítico ( y luego cineasta) Manuel Villegas López. Según el programa, el estreno, significaba el mayor acontecimiento cinematográfico del momento presente. El 27 de abril, apareció en el ”Heraldo de Madrid”, una reseña anónima y entusiasta de la velada, celebrada en el coliseo que ya acogiera “L´ Âge d´Or”. En la tercera sesión del cine de la Prensa, se ha estrenado ¡por fin! Este magnífico documental de Luis Buñuel, que tras innumerables obstáculos encaminados a ocultar al espectador la proyección de este filme, después de dos años de suspensión y prohibición, su terminación, ya que se proyecta muda y apenas ordenada, hemos podido admirar el esfuerzo de unos españoles encaminados a mostrarnos un trozo de nuestro país en completo abandono.

    El tres de mayo, en la popular revista madrileña “Cinegramas”, Antonio Guzmán Merino, informaba, en su página habitual “La semana cinematográfica”, que “Tierra sin pan” se había proyectado en una sesión dedicada al cinema documental y que le había precedido “Naturaleza y amor”, de Nicholas Kaufmann, sobre los orígenes del hombre y la vida, a su juicio más interesante por su intención que por lo que en realidad es. Se trataba de la productora alemana “UFA”, “Natur und Liebe”, dirigido por Wolfgang Junghans y Ulrich K.T. Schulz, con guión de Kaufmann y asesoría de Julian Huxley. A juicio de Guzmán Merino, “las Hurdes”, en cambio, famosa ya por las discusiones que ha suscitado, a pesar de las escasas exhibiciones, era a todas luces un filme extraordinario: Honradez en la sobriedad de su técnica y en la humanidad de su idea. Cine español auténtico, además; portador de una tristeza mucho más nuestra y mucho más verdadera que la teatral y fingida alegría de la mayor parte de nuestras producciones. “Las Hurdes”, no es solamente el mejor documental español: es también uno de los más sinceros y emocionantes que nos ha dado hasta ahora el cinema.

    “Las Hurdes”, han vuelto a ser piedra de toque por la película de animación de Salvador Simó, “Buñuel, en el laberinto de las tortugas”, partiendo del comic de Fermín Solís y que fue cambiando de orientación mientras se fraguaba entre pinceles y que posiblemente algo debería a Joann Staf y otros colegas del grupo de “L´Association”. Todo un trabajo casi agotador, que se prolongaría a lo largo de tres años, reuniendo a más de doscientos profesionales, entre los que asomaron José Luis Agreda, para la dirección artística. Un estilo que, en lo visual, queda impregnado de la propia historia del maestro de Calanda. El resultado quedará sin cabe como más áspero, que con seguridad ha conseguido impactar al espectador. Simó, ya había cultivado efectos especiales en trabajos como “El Príncipe de Persia” (Mike Newel); “Skyfall (San Mendes)o “El libro de la selva (Jon Favreu). El relato de Fernando Solís, quizás por el tirón del éxito, se reeditó recientemente por “Reservoir Books”

    24 jun 2019 / 20:14
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