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EL CORREO2

El ilustre legado franciscano en la provincia de Lugo, Mondoñedo

Terciarios, Concepcionistas y Alcantarinos representan a esta orden en la comarca mindoniense

MONDOÑEDO EN LA CATEDRAL

Los obispos de Mondoñedo apoyaron sin desmayo la implantación franciscana en su diócesis y, en su haber, está su contribución para que los terciarios regulares estuviesen presentes en lugares tales como Melide y Montefaro. Será, en todo caso,el obispo Sebastián de Arévalo y Torres (1672-1682), proveniente de las filas franciscanas, quien instituya lafiesta de S. Francisco en la catedral mindoniense. Es, concretamente, en 1682 cuando le manifiesta al Cabildo su propósito al respecto y será años más tarde, por 1687, siendo ya obispo de Osma, el tiempo en que manifiesta su interés por hacer un altar, en la catedral, a tal devoción; así se pidió licencia para colocarlo al lado derecho de la puerta mayor, con lo que su visibilidad era evidente.
Entre los años 1964 y 1966 se llevarán diferentes reformas en el espacio catedralicio entre las que cabe situar el cambio de disposición de muchos de sus retablos e imágenes, algo que se acometerá con la dirección del arquitecto Francisco Pons-Sorolla quien buscará, para el santo de su nombre, un lugar ciertamente importante; tanto es así que se dispondrá, a partir de entonces, en el retablo que, anteriormente, presidía el trascoro originariamente con la denominada Virgen Inglesa-, en la primera capilla de la girola, en el lado de la epístola.
Por otra parte, el hecho de que los fondos del museo diocesano se ubicasen en los espacios catedralicios ha conllevado que una serie de devociones, algunas procedentes de antiguos lugares vinculados a los franciscanos, se encuentren hoy aquí, como sucede, igualmente, con otras que provienen del ámbito parroquial; es el caso de un San Antonio, de San Juan de Vilaronte (Foz).
SAN MARTÍÑO DE VILAORIENTE, OS PICOS
Allá en donde la pendiente de la montaña mira a Mondoñedo, a unos dos kilómetros de distancia de su núcleo de población, se funda, por 1374, el convento de San Martíño de Vilaoriente. Se parte, para ello, de las ruinas de una antigua ermita; se vincula con un fraile, Diego Fernández que será su primer ministro y que cuenta, para ello, con el permiso y apoyo del obispo don Francisco (1367-1393) y de su cabildo; el padre García Oro afirma que lo hace en sintonía con Mellid y que se trata de un personaje de talla similar a Fray Alonso de Mellid. Como un resultado de tal protección han de valorarse las donaciones que se le hacen a este convento por 1378. Previamente, en 1376, se data, también, una donación aos frayres et homes boos da Terçeyra Ordeen, moradores en na iglesia de San Martinno de Vila Lourente. Tal como indica Graña, en tal fundación, no interviene ningún representante de la nobleza laica gallega.
Será en 1415 cuando se cuente, de nuevo, con la donación de un prelado mindoniense, Alvaro Núñez de Isorna, concretamente de as nosas casas que fezemos en San Martinno De Vila Lourentesegundo et en na maneira que ora están, con todo seu boo paramento segundo que feito esta. Et outros y, todo o fazemento et refazemento que en nas ditas casas fazermos des qui adeante. Se considera, por otra parte, que su iglesia se había concluido en 1431.
En 1567 este convento será reducido a la observancia por Fr. Diego Hernández pero, muy pronto, volverá a estar en manos de los terciarios. A partir de 1671 se emprenden obras en el convento, aún cuando manifiestan, al tiempo, su deseo de reedificar la iglesia que se había caído; por ello el cabildo mindoniense les otorga, entonces, una limosna de 300 reales. No obstante, el empeño por cambiar de ubicación no perece y en 1676 se entablará un pleito entre dicho cabildo y el convento porque éste, sin licencia, se introduce en la capilla de San Antonio y casa contigua, que acababan de heredar. También, en este caso, el deseo de los franciscanos no tendrá el resultado buscado. Y sucederá lo mismo cuando, ya en 1684, pretendan asentarse ahora al lado de la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. Ya en 1687 Antonio Rodríguez de Maseda, maestro de obras, se encarga, mediante contrato, de determinadas labores en su claustro; se acometen éstas tras haberles sido negado a esta comunidad el traslado a Mondoñedo; se trata de un claustro rectangular, de dos pisos.
Los trabajos de reedificación continúan por 1692. Se data, en tanto, en 1701, la escritura con Alonso Rico, vecino de San Pedro de Juances, y su hijo. Miguel, vecino de Mondoñedo, para deshacer y reedificar el campanario, otorgándole una mayor altura. Ya en 1715 será José Martínez, vecino de Vilanova de Lourenzá, quien firme el contrato de obra de la iglesia, comprometiéndose el convento a demoler la antigua y poner los necesarios materiales a pie de obra.
Hoy la visita a este convento, en ruinas, no está permitida. En su visión exterior domina la presencia del campanario, de planta cuadrada, con ciertas semejanzas al de otros conventos terciarios regulares sobre todo Montefaro y, en algún aspecto, Melide-. Aún cuando su construcción se ha relacionado, en cuanto a patrocinio, con el obispo Muñoz y Salcedo (1705-1728), el escudo episcopal que, en su cuerpo, puede verse, nos acerca, en sus blasones a los de Carlos Riomol y Quiroga (1752-1761); sin embargo se presentan en una ordenación diferente al que de este prelado puede verse en la fachada del palacio episcopal mindoniense; acompaña a este escudo del campanario un epígrafe que dice AÑO 17?5. También es de interés la portada que, cercana a esta torre, ampara la puerta de la iglesia. En su hornacina, hoy vacía, hubo una imagen de San Francisco que, según el Inventario Artístico de Lugo, en su tomo IV (1980), se halla en una casa cercana. El escudo que se muestra, más arriba, es el propio de la Orden Tercera Regular. Desde la información que facilita el citado Inventario, tiene una nave con tres tramos cubiertos de nervadura gótica y cúpula con linterna. Se cita, además, el retablo mayor, obra que se data en 1722 y que se estructura a partir de columnas salomónicas; también se relaciona con el obispo Muñoz y Salcedo igualmente, su ejecución, con la pintura y el dorado incluido. Lo más relevante de la imaginería de este templo se guarda en el Seminario Inmaculada, San Juan Bautista, San Jerónimo Santo Domingo de Guzmán, San Rosendo, San Agustín - y en el Museo Diocesano - San Francisco-. En todo caso las posibilidades económicas de este convento eran, por el XVIII, bien escuetas. Tanto es así que llegan a solicitarle al Obispo Sarmiento, por 1738, que se le unan al convento las parroquias de San Mamede de Oiras y San Martiño de Figueiras - ambas en la zona de Valadouro-, precisamente para paliar tal penuria; su petición, en este caso, fue asumida. Han de relacionarse, asimismo, con este convento las estaciones del Vía Crucis, que se disponen en el empinado camino que lleva hasta el mismo, partiendo de una capilla hoy prácticamente destruida- dedicada a San Blas, lo que, también, remite a la línea devocional impulsada por los franciscanos.
Será en tiempos del obispo Bartolomé Cuienfuegos (1816-1827), mediante la Ley de 25 de octubre de 1821, cuando se suprime este convento ordenándose entonces que la mitad de sus frailes se trasladasen a Melide y la otra mitad a Montefaro, ambos, también, de los terciarios regulares.
El que se citen en el señalado Inventario, como ornato de la cúpula, la existencia de pinturas de San Pablo de la Cruz, San Vicente María Strambi, Santa María Goreti, San Pablo de la Cruz., lleva a reconocer la presencia de un ciclo a vincular con la Orden de los Pasionistas, que habita en este convento entre 1884 y 1964. Dadas las devociones expuestas este repertorio supone una cronología a encuadrar en la primera mitad del siglo XX.
A CONCEPCIÓN
Este convento femenino - hoy de la Concepción; en el ayer, de la Encarnación- tiene como punto de partida el testamento fundacional, de 1639, de doña María Pardo de Andrade, viuda del oidor de la R. Audiencia D. Agustín Guedeja. Dicha fundadora esperaba que su construcción se levantaría en el Campo de Nuestra Señora de los Remedios. Sus destinatarias eran las religiosas de la Orden de la Inmaculada Concepción, fundada por Beatriz da Silva y aprobada en 1489 por el Papa Inocencio VIII mediante la bula "Inter Universa". La elección del lugar, originariamente previsto, se relaciona con el obispo de Mondoñedo D. Gonzalo Sánchez de Somoza Quiroga (1638-1645), ya que, según dicha fundadora, verbalmente me ofreció dicho sitio, y porque personas doctas y de consideración, me han asegurado que edificase dicho convento allí, era gran servicio adorno y utilidad de la ciudad y su republica. El patrono responsabilizado en llevar a cabo tal encomienda iba a ser el capitán Pedro Fernández de Baamonde quien, al no recibir el debido permiso para hacer la obra en tal lugar, iba a levantar esta nueva casa en el Coto de Outeiro, extramuros de la ciudad de Mondoñedo; esa fundación se fecha en 1656. Tan deficiente fue la consiguiente construcción que el obispo Fr. Sebastián de Arévalo y Torres, en el año 1674, amenazando ruina, encargó al entonces patrono, Isidoro José Baamonde y Figueroa, sobrino de la fundadora, que hiciese las necesarias reparaciones, lo que no llevó a cabo. Pero, aún siendo así, las religiosas concepcionistas, que provenían del convento de Viveiro, ya eran dieciocho por 1685. Esa primera edificación fue concluida a por Antonio Rodríguez de Maseda en 1693 que es cuando se le encarga el retablo mayor a Bernabé de Seárez.
El obispo Muñoz y Salcedo, ante la situación del convento, pidió un informe al arquitecto Fr. Gabriel de Casas, quien confirmó su estado ruinoso, tanto del convento como de su iglesia. Ello llevó al prelado a comunicarlo, en 1707, al Cabildo y a tomar la decisión de que las religiosas pasasen a vivir en el palacio episcopal en tanto no se solucionaba tal cuestión. Ante tal circunstancia volvió a plantearse la posibilidad de que se levantase un nuevo convento en la capilla y campo de Nuestra Señora de los Remedios, posición a la que se opondrá, una vez más, el cabildo que, sin embargo, está dispuesto a ayudar a la comunidad en el supuesto de que vuelvan a su antiguo solar del Coto de Outeiro.
Será la cesión de una casa y huerta que poseía María Marquesa Pardo, viuda de Pedro Bravo de Oyos, la que posibilite, en 1712, una solución adecuada que, en este caso, va a ser aceptada y que va a conllevar una serie de obras de reforma para adecuar la construcción y espacio donado a las nuevas funciones. En 1716 la remodelación ha llegado a tal punto que las concepcionistas se trasladan a este nuevo edificio, inaugurándose la iglesia el 30 de septiembre de ese año, día de San Jerónimo, devoción particular del prelado fr. Juan Muñoz y Salcedo, que procedía de las filas de la orden que lleva tal nombre.
La construcción de este conjunto se relaciona con Mateo Terrón, de Pontedeume, y consta de una iglesia con dos coros, alto y bajo, así como un claustro con las correspondientes dependencias. Todo ello configura una planta prácticamente cuadrada que desarrolla dos fachadas hacia la población en tanto que las otras dos miran a la huerta amurallada, característica de un espacio destinado a la vida en clausura.
A través de una portada se da acceso a la iglesia. En ella podemos ver una imagen de la Inmaculada Concepción, en el frontón que ampara la puerta y, más arriba, un conjunto de escudos centrados por los enseñas propias de la orden franciscana a las que acompañan las armas de Muñoz y Salcedo, a su derecha, y de quien es patrono del convento, al otro; junto a este último escudo puede leerse: Estas armas son del fundador de este convento. Esa preeminencia de las enseñas del prelado sobre las del patrono tiene que ver no solo con la relevancia del personaje en cuestión sino también con el grado de compromiso que ha tenido Muñoz y Salcedo en el desarrollo de la obra, siendo su principal mecenas. El templo se desarrolla en planta rectangular. En el siguiente tramo - con respecto al presbiterio, bastante estrecho- se encuentra otro de dimensiones más amplias, cubierto por una cúpula montada sobre pechinas y coronada por linterna. También son relativamente estrechos los dos tramos que siguen, a modo de nave, para concluir en uno mucho más desarrollado tras el enrejado de la clausura- , que es el relativo a los dos niveles, en altura, del coro desde el que las religiosas atienden al culto.
La citada puerta de acceso desde el exterior se dispone, en el lado de la epístola, en el tramo de la nave, anterior al cubierto por la cúpula. En este interior cabe poner de relieve la existencia de un retablo mayor, presidiendo el conjunto en tanto que, a los lados del presbiterio, se abren dos arcosolios; en el de la parte de la epístola se presentan las armas de Muñoz y Salcedo, lo que lleva a suponer que, quizás, por entonces, pensase en ser enterrado en este lugar después recibiría sepultura en la catedral-; en tanto el arcosolio de la parte del evangelio estaba destinada a la familia fundadora y no está, en este caso, distinguido por enseña heráldica alguna. El retablo mayor es obra dorada, en 1723, por Dionisio de Monte, de Mondoñedo. Se estructura en tres calles -mucho más desarrollada la central- que se dividen por columnas salomónicas entre las que se disponen dos niveles de representación, más desarrollado el central hacia lo alto. En esa parte media se presenta el sagrario, con la representación de Juan Bautista en la puerta; sobre él está el expositor, a modo de hornacina, que ampara un crucifijo; y, encima, el relieve que muestra la escena de la Anunciación, que es, en definitiva, la devoción principal de este templo. A los lados, en esculturas de bulto, se presentan, en la parte inferior, a Pedro, el primero de los apóstoles, en el lado del evangelio; y a San Francisco recibiendo los estigmas, haciéndose, de tal modo, mención expresa del carácter franciscano de este lugar. Sobre tales figuras, ahora en relieve, es Santa Clara quien está en el lado del evangelio y, en la otra parte, la fundadora de la orden de los concepcionistas, Beatriz da Silva, que no será canonizada hasta 1976.
Ya en la parte alta, coronando el retablo, se atiene éste a la distribución en tres calles. En la central se nos muestra a San Jerónimo, devoción, como se ha dicho, a vincular al prelado Muñoz y Salcedo; y a los lados, un santo de ambigua lectura puede ser San Bernardo o, quizás, Domingo de Guzmán, aún cuando el hábito se asemeja más al de los cistercienses- , en el lado del evangelio, en tanto que, al otro, se vuelve al santoral franciscano, mostrándonos a San Pascual Bailón.
Y en lo más elevado, en la parte media, puede verse un escudo franciscano, ahora a relacionar con las concepcionistas, dada la presencia de la estrella entre sus motivos. Este retablo fue restaurado en 1968-1969, por Cortiñas, dorador de Mondoñedo; es, entonces, cuando se dispone la actual mesa de altar, donada por el Colegio de la Sagrada Familia.
En el tramo de la iglesia que se cubre con cúpula puede verse un retablo a cada lado. El del evangelio se destinó a la Virgen y el otro, originariamente, a San José. El primero, con un único espacio central, entre pares de columnas salomónicas, se ampara bajo un remate presidido por el escudo de Muñoz y Salcedo, lo que lo vincula, una vez más, a su patrocinio. Cuenta en la parte del banco con una hornacina a cada lado del sagrario. Las imágenes de las devociones que guarda hoy este conjunto barroco son posteriores; nos remiten, en concreto, al Sagrado Corazón de Jesús, la del lado del Evangelio, y a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, la otra, ambas muy promovidas en las décadas finales del XIX. En tanto la imagen de la Purísima Concepción, obra de vestir que hoy se ve aquí, procede de la iglesia de Alcántara y forma parte de este conjunto desde 1965.
En lo concerniente al antiguo retablo de San José es obra del segundo tercio del XVIII. Se monta sobre estípites. En su parte principal, sobre el sagrario, en donde estuvo en principio la imagen de su santo patrono, se puede ver ahora a Santa Beatriz da Silva, dispuesta aquí en 1966, momento en el que, también, se restaura este conjunto, disponiéndose arriba a San José con el Niño, en un lugar que previamente era ocupado por un San Miguel Arcángel. En lo que se refiere a la escultura que presenta a la fundadora de las concepcionistas hay que decir que lleva el hábito de su orden. Su frente la distingue una estrella y porta en su diestra una cartela alusiva a la bula del Papa Inocencio VIII, "Inter Universa", que oficializa tal orden. En relación con este altar se dispone, a un lado, en el consabido relicario, un recuerdo de tal santa.
También en la parte del evangelio, en una posición próxima al coro, hay un retablo más. En este caso se dedica a Santo Domingo de Guzmán y ha sido encargado en 1745 por Don Antonio Moscoso, cuyo escudo se dispone en la parte alta, sobre el lugar ocupado por el fundador de los dominicos. En este caso se ubica una imagen de Santa Bárbara, a su derecha, en tanto que, en la otra parte, en donde hoy puede verse un San Antonio de Padua previamente ubicado en el antiguo retablo de San José-, se disponía un San Benito de Palermo, devoción cuya imagen se ubica actualmente en el arcosolio del presbiterio presidido por las armas de Muñoz y Salcedo. También este retablo fue restaurado por 1967.
La imaginería que guarda este templo aporta otros exponentes a tener en cuenta. Un Crucificado y una colección de figuras del Niño Jesús, relativas a la Pasión; también, un Sagrado Corazón de María, y un San José llevando en su regazo al Niño en su condición de rey del Mundo. Además, un posible San Luís de Anjou es un obispo joven, devoción, por otra parte, muy propia del ámbito franciscano-
Si el coro bajo dispone de una sillería de madera de un solo orden, el alto cuenta con otra más desarrollada; hay en ella hasta 22 sitiales; aquí una imagen de la Inmaculada y un Crucificado, ambos del siglo XVIII, presiden el conjunto. Cuenta la parte conventual con un torreón en una esquina, cubierto a cuatro aguas y que deja ver amplias celosías. También llama la atención el alto muro que cierra este espacio de clausura.
En todo caso, también, cabe valorar, en la historia de este convento, como, con el paso del tiempo, se vincularon al mismo diversas asociaciones religiosas; así, por iniciativa de un franciscano de Santiago, Fray Bernardino de Azcanega, se asienta aquí la Pía Unión de San Antonio de Padua. Y será en 1864 cuando se funde, en este mismo lugar, la Asociación de Hijas de María - que tendrá, también, una página de su historia en la iglesia de San Pedro de Alcántara-. Se data en 1875, en tanto, la presencia en esta iglesia de la cofradía de la Purísima, en tanto que habrá que esperar a 1881 para encuadrar, en este mismo espacio, la fundación de la Sociedad de Obreros de San José. Se trata, en todo caso, de testimonios que significan el modo en que los mindonienses encontraron, en tal lugar, donde proyectar su devoción en torno a determinados cultos.
SAN PEDRO DE ALCANTARA, O SAN PEDRO DO ROSAL
Será, una vez más, el obispo Muñoz y Salcedo quien, tras no prosperar que se acometiesen, en Mondoñedo fundaciones de los jesuitas o de los carmelitas, optase por traer aquí a otra rama del frondoso tronco franciscano, la de los alcantarinos, quienes llegarán en el año 1727, dando el prelado lo preciso para acometer la construcción de su convento; y serán tres los religiosos descalzos que acometan esta nueva empresa, tras ser aprobada por el Provincial de la Provincia de San Pablo, siendo este nuevo convento el único, en Galicia, incluido en dicha orden.
Su fábrica se ubicará en O Rosal, en un terreno que era propiedad del Cabildo. El deseo de Muñoz y Salcedo, al contar con miembros de esta orden dentro del propio Mondoñedo, se basaba en la falta, en su núcleo urbano, de un convento de religiosos y en la conveniencia de contar con un apoyo pastoral a la única parroquia que aquí existía. No obstante, a la hora de ser aceptada tal proposición, tanto el cabildo como el convento de los terciarios regulares de Vilaoriente iban a poner sus condiciones, que habrían de ser aceptadas. Además, durante un tiempo, este convento de dispuso de una cátedra de Teología, erigida por el obispo Sarmiento.
Se principian las obras en 1729, aún cuando la aprobación definitiva será al año siguiente y, ya en 1731, podrá inaugurarse. Aquí estarán, pues, los alcantarinos hasta 1835 en que son expulsados pasando a ser este convento propiedad del Ayuntamiento en 1843y siendo repartidos sus bienes en distintas iglesias del entorno el altar mayor y un colateral, a la iglesia de Santiago Lindín; el retablo de San Antonio, a la iglesia de Santo Tomé de Lourenzá; el órgano, al santuario de los Remedios-, así como en el Museo Diocesano, en el que puede verse un San Pedro de Alcántara que, muy probablemente, debe de proceder de tal lugar.
Será en 1859 cuando el Ayuntamiento, ante la solicitud del prelado Ponciano de Arciniega (1857-1868), entregue la iglesia que antes había sido utilizada como teatro- al obispado de Mondoñedo; entonces será restaurada para, de este modo, volverla al culto. Es en 1863 cuando este obispo otorgue permiso a la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús para establecerse aquí y colocar la imagen del Sagrado. Corazón en unos de sus altares. Será, en tanto, el obispo Juan José Solís y Fernández (1907-1931) quien, en 1908, entregue a los Padres Pasionistas esta iglesia a la que atenderán hasta 1964. Aún tendría culto posteriormente, antes de ser definitivamente clausurada. Su estado actual es el resultado de la obra de rehabilitación que Manuel Gallego Jorreto hizo en la misma, así como en los espacios inmediatos, en el año 2010, convirtiéndose ahora en el denominado Centro Cultural de Alcántara.
Pues bien, aquel convento levantado entre 1729 y 1731 fue construido siguiendo trazas de Fray Lorenzo de Santa Teresa. La iglesia se abre hacia el exterior por una sencilla puerta adintelada sobre la que se muestra el escudo de Muñoz y Salcedo y, más arriba, hay una hornacina, hoy vacía y que debió, originariamente, incluir una imagen de San Pedro de Alcántara, titular de este centro; está dispuesta en el lateral de la nave, hacia el sur.
Cuenta el templo con un crucero cubierto por cúpula, ante el presbiterio y una nave con tres tramos; en el último de los cuales, ligeramente más desarrollado, se dispone un coro alto. La sacristía se ubica en el lado de la epístola y el coro, en lo alto, así como el crucero, abajo, se enlazaban con el convento por la parte del evangelio, ya que era, en esa zona septentrional, en donde se desarrollaba la parte conventual, en torno a dos claustros adosados al templo, de los que tan solo quedan hoy en pie las tres arquerías que, en dos niveles el de abajo, en sillería, y el alto, en mampostería, en sobrios arcos escarzanos- , desarrollaban los lados de la planta cuadrada, propia del claustro adosado a la zona del coro.
En el templo únicamente se conserva hoy, de su pasado sacro, el retablo mayor, realizado en 1859, con sobrias formas clásicas y que mostraba en su única hornacina, centrándolo todo, una imagen de la Virgen del Amor Hermoso.
LA CAPILLA DE LA VENERABLE ORDEN TERCERA
La presencia de los terciarios regulares en el convento de San Martín, extramuros de Mondoñedo, debió de ser lo que impulsó que los terciarios seculares tuviesen aquí una presencia importante. Llama la atención, en todo caso, el hecho de que la constitución de una capilla propia se haga realidad al tiempo que se construye el convento de los alcantarinos. Tanto es así que se va a disponer formando ángulo recto con respecto al templo ahora construido y enlazándose con el mismo, a la altura del primer tramo de su nave, mediante una puerta que se ubica a los pies de dicha capilla, que se configura ateniéndose a una planta rectangular, y a la que se accede, desde el exterior, por una puerta adintelada dispuesta, en un lateral, en su parte trasera, amparada, hacia el exterior, por un pórtico que comparte con la puerta de la iglesia alcantarina. En este caso, sobre la entrada a la Venerable Orden Tercera, se muestra, sencillamente, una cruz, lo que bien puede significar que ha sido construido desde el esfuerzo económico de sus miembros, y no con la aportación episcopal con la que contó lo demás. Dada, en cualquier caso, la unidad de obra entre ambas partes, - y su realización en el mismo tiempo-, también aquí cabe suponer que su autor ha de ser Fray Lorenzo de Santa Teresa.
El retablo mayor preside su interior. Y a cada lado se abre un arco, con puertas, que guardan distintas imágenes, con un altar, también, a sus pies, en cada caso. Es sabido que el retablo ha sido pintado en 1742, por Andrés Barreira, dado que es entonces cuando se le da, por ello, una gratificación. Se divide en tres calles, mucho más ancha la central. La parte media tiene, sobre el sagrario, una gran hornacina, entre columnas abalaustradas de notoria dimensión un tipo de soporte nada común ahora- , en la que se presenta a la Virgen de los Dolores, culto tan habitual en esta Orden.
A cada lado del altar se abre una puerta que nos lleva a la sacristía y arriba, entre columnas salomónicas, de tamaño menor que las abalaustradas, se muestra una devoción masculina: San Francisco, en la parte del evangelio; San Luis, rey de Francia, patrono masculino de esta Orden, al otro lado. Ya, más arriba, en su segundo nivel de representación, quien aparece en el centro de este retablo es Nuestra Señora de la Portería; en la parte baja de la pintura que nos la muestra dice así: VERDADERO RETRATO/ D N Sª DLA PORTERÍA/ DABILA Q SE VENERA/ EN EL CONVENTO DE Sº ANTONIO DICHA CIUDAD/ BOI A SER TITULAR/ DE LA CAPILLA DE/ MIS DEVOTOS LOS / HERMANOS DE LA TERCERA ORDEN . Este culto ha de relacionarse con la difusión de un libro publicado, en Madrid, en 1739, por el franciscano, Pedro de la Asunción, y titulado La Milagrosissima imagen Nuestra Señora de la Porteria ... ilustrada en tres sermones panegyricos y tres solemnes sagrados novenario. En las calles laterales, en tanto, también pueden verse, a la misma altura que Nuestra Señora de la Portería, dos devociones, en este caso femeninas, vinculadas a la Orden Tercera: su patrona femenina, Santa Isabel de Hungría, en el lado de la epístola; Santa Rosa de Viterbo, a la otra parte, en una escultura a la que le falta su mano izquierda, en la que portaría una cruz, pero que es perfectamente identificable al presentarse sobre llamas, sin quemarse en ellas, con lo que confundió a unos calumniadores. Todavía este retablo, que cubre toda la altura de la capilla, presenta, en la parte superior y central, un nuevo espacio en el que se da lugar para una representación del Ecce Homo, de forma sedente, como es tan común a la hora de presentar su culto entre los terciarios franciscanos.
Por otra parte, en las vitrinas laterales se guardan diferentes imágenes, de vestir, a relacionar con la Semana Santa de Mondoñedo. Así están aquí el Nazareno, San Juan, la Verónica, el Cireneo. Cabe resaltar, también la existencia de una pintura en la que se nos muestra la Santa Cena, en un lateral de la nave, ¿provendrá de lo que fue, en su día, refectorio de los alcantarinos?
En línea con esta capilla se desarrolla la construcción en un espacio que albergaba otras dependencias de la Venerable Orden Tercera. Dicha construcción fue remodelada siguiendo un proyecto de Ernesto Cruzado Estévez, fechado en el año 2001, convirtiéndose, entonces, en albergue de peregrinos.
FICHA TÉCNICA. MONDOÑEDO
Cal Pardo, E., Episcopologio Mindoniense, Mondoñedo-Ferrol, Publicaciones de Estudios Mindonienses, 2003 (También, Cuadernos de Estudios Gallegos, Anexo XXVIII).
García Oro, Páginas mindonienses de espiritualidad jacobea y franciscana. Los primitivos freires de la Tercera Orden Regular de Galicia, Estudios mindonienses, I (1985), pp. 159-184; 2 (1986), pp. 135-138.
Graña Cid, M.M., Las órdenes mendicantes en el obispado de Mondoñedo. El convento de San Martín de Villaoriente (1374-1500), Estudios Mindonienses, 6 (1990), pp. 13-464.
San Crsitóbal Sebastián, S., Monasterio de la Concepción de Mondoñedo, Lugo, Diputación Provincial de Lugo, 2001.
Lence Santar y Guitián, E., Mondoñedo: El Convento de Alcántara, Mondoñedo, Imprenta de César G. Seco Romero, 1910.

Visita virtual
Museo de la Catedral
Horario: De lunes a domingo, de 11.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 19.00 horas.
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Horario de misa: Laborables y festivos, 10.00 horas.
Albergue de Peregrinos
Horario de admisión: de 13.00 a 22.00 horas, todo el año.

27 sep 2014 / 18:54
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