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Inauguró el puente, pretendió romper la tradición y sufrió la primera moción de censura

Juan Nieto Dios, regidor en el Concello de Vilanova entre 1983 y 1985

Las segundas elecciones municipales democráticas convulsionaron el ayuntamiento de Vilanova de Arousa, en mayo de 1983. La que parecía una nueva y contundente victoria del PSOE y del alcalde isleño, Sito Vázquez García, con ocho concejalías, se transformó en derrota por mor de un pacto a cinco bandas: Alianza Popular, Unión Parroquial Independiente, Agrupación Independiente La Verdad y Convergencia de Independientes de Galicia respaldaron con sus ocho ediles electos al único concejal de la denominada Unión Insular Democrática, Juan Nieto Dios Chiquita, que había obtenido 657 votos.

Con el tiempo, este tipo de acuerdos se han venido sucediendo hasta convertirse en habituales, pero en aquel momento la mayoría socialista derrotada se sintió víctima de un golpe antidemocrático. Durante la sesión de investidura, alborotados grupos vecinales de A Illa tomaron el edificio consistorial, protestaron contra el nombramiento del nuevo alcalde e incluso presionaron para revocarlo. El despliegue de Fuerzas de Seguridad, nunca visto en Vilanova, sirvió para proteger en todo momento a los ediles, garantizar el orden público y evitar que se generalizasen conatos de violencia.

ENFRENTAMIENTOS. El alcalde que perdió el cargo, Sito Vázquez, inició una huelga de hambre junto a diez de sus fieles. La izquierda señaló a la “mafia del contrabando” como inductora del pacto que unió a todo el espectro de centro derecha y que solo tenía una característica común: eran candidatos vilanoveses del continente y se negaban a ser gobernados desde A Illa. Por eso nombraron regidor a un isleño disidente de la mayoría izquierdista del vecindario insular y dispuesto a atender las demandas de la capitalidad municipal. El único edil que desentonaba en aquel acuerdo era José Romero, líder de UPI, que procedía del nacionalismo de la ANPG, antecesor del Bloque.

Los políticos vilanoveses, acostumbrados a regir el municipio desde la capitalidad municipal, creyeron que Nieto Dios se avendría a seguir las pautas que ellos le fijasen. Pero en seguida se darían cuenta de que Chiquita tenía sus propios ideas y, como alcalde, nunca se iba a dejar manejar cual marioneta. Como armador de la principal flota de pesca de su pueblo, y patriarca de familia numerosa, Nieto Dios estaba acostumbrado a dirigir y desde el concello no iba a ser menos.

Los dos años que se prolongó el mandato de Chiquita fueron muy conflictivos. Los seguidores de la izquierda llegaron a apedrear la vivienda familiar de Nieto Dios en A Illa, protegida por la Guardia Civil, y el propio exalcalde socialista Sito Vázquez También sufrió una agresión. El nuevo y polémico regidor, para evitar confrontaciones, decidió irse a residir a Vilanova.

ACUSACIONES Y DENUNCIAS CRUZADAS. El principal apoyo del nuevo alcalde iba a ser el nacionalista José Romero, primer teniente de alcalde. Los otros ediles que le habían otorgado la alcaldía, Juan Dorgambide, Manuel Sánchez García y José Hermida Lago se sintieron ninguneados en distintos episodios, y acusaban a “su alcalde” de gobernar como si contase con mayoría absoluta.

Así las cosas, en pocos meses el grupo de gobierno estaba roto y el ayuntamiento se volvió ingobernable. En febrero de 1984 los tres portavoces de AP, La Verdad y Agrupación de Independientes se querellaron contra Chiquita por unas declaraciones que este había realizado a EL CORREO GALLEGO. En ellas les tildaba de “virachaquetas y obstruccionistas de la labor municipal”.

Una vez comprobado que no le iban a dejar gobernar a su manera y sabedor de que se estaba fraguando una moción de censura contra él, Nieto Dios se propuso aguantar en la alcaldía hasta la inauguración del puente que uniría A Illa con el continente, una de las obras públicas más importantes de Galicia bajo el mandato del presidente Fernández Albor (el presupuesto era de 1.000 millones de pesetas pero acabó costando 1.500 millones).

En febrero de 1985 once concejales firmaron la moción de censura que pretendía reponer en la alcaldía a Sito Vázquez García. Se abría así un proceso jurídico y político que concluiría el 25 de octubre de 1985, con la proclamación del socialista como nuevo alcalde. Así como el depuesto Chiquita había sido considerado un traidor a la causa insular, porque se prestó a gobernar con los vilanoveses, con la censura se señaló a Manuel Sánchez como desleal a Vilanova por haber contribuido más que nadie a devolver la alcaldía a los isleños.

No obstante, el sueño de Chiquita ya se había cumplido: el puente estaba inaugurado. Claro que hubo una inauguración oficial, presidida por Fernández Albor en O Bao, justo a la salida del viaducto, y otra inauguración “popular” y oficiosa en la plaza de O Regueiro, centro del casco urbano, tomada por los seguidores de Sito Vázquez. Despues las aguas acabaron volviendo a su lugar.

Impulso a la segregación

Los dos años que se prolongó el breve mandato fueron mucho más importantes de lo que pudiera parecer. Desde el punto de vista de obras y servicios apenas hubo tiempo para actuar, pero, desde el prisma político y social, se sentaron las bases de la futura relación entre Vilanova y A Illa. Pronto se concretarían las iniciativas secesionistas insulares con la creación de una coordinadora (agosto de 1987) para estudiar la independencia. Aunque parezca una paradoja, el viaducto sirvió más para desunir. Tras la experiencia del gobierno Chiquita, los vilanoveses tomaron conciencia de que el censo electoral de A Illa, votando unido a un candidato propio, siempre iba a facilitar gobiernos insulares y esto escocía en el continente. Por eso, las negociaciones de cara a la segregación iban a ser más fluidas y rápidas de lo que cabía esperar. En el balance de aquellos años convulsos queda la polarización: A Illa siempre gobernada por el PSOE y Vilanova siempre gobernada por el PP (Gonzalo Durán).

18 may 2019 / 23:47
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