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{ tribuna libre }

Internet no es la respuesta

    Internet parecía una apuesta segura para la economía y la cultura, con billones de usuarios beneficiados de la conexión global. Sin embargo, para el periodista y columnista de la CNN Andrew Keen (Internet no es la Respuesta, Edit. Catedral) lejos de ser una fuerza democratizadora, Internet no ha hecho sino ampliar las desigualdades existentes.
    Este ensayo periodístico, escrito en Silicon Valley, considerado por el Washington Post como uno de los mejores títulos del momento, es fundamentalmente una reflexión sobre el daño que Internet ha hecho a la economía, la cultura y a la misma gente.
    El mundo más abierto e igualitario que prometía la red no es real. Internet no es el motor económico que pensábamos. La ecuación de a mayor número de usuarios, mayor beneficio para el conjunto de la sociedad, no es válida. ¿Son los usuarios las víctimas, o los beneficiarios de la conexión global de Internet?
    Keen sostiene que la red está haciendo que la brecha entre ricos y pobres sea más profunda. “El capitalismo de la economía conectada” nos está haciendo más pobres a casi todos. Frente a la potencial igualdad de oportunidades para competir en la economía global, el resultado de la industria de Internet ha sido la creación de inmensos monopolios que controlan el sector.
    Estos monopolios han creado una nueva casta de milmillonarios como Google, Amazon o Uber, a los que Keen denomina “ladrones digitales de guante blanco”. A su juicio, estas compañías que prosperan en la economía digital se caracterizan porque han transformado su ventaja competitiva en posiciones monopolísticas.
    ¿Y en la cultura? ¿Ha expandido internet nuestros horizontes? No, al contrario. Buena parte de las principales aplicaciones de Internet han servido sólo para crear lo que Keen denomina la “era del selfie”, donde se han potenciado plataformas de exhibicionismo narcisista o voyeurismo, o simplemente escaparates de autopublicidad para personas frustradas por no poder concursar en realities sobre su vida.
    ¿Qué está fallando en Internet? Esa es la gran pregunta. La respuesta no puede ser solo la falta de regulación gubernamental. No estamos ante un “caso de engaño en particular, sino de autoengaño global e ilusiones colectivas. O se puede decir de otra forma: hemos creado un Internet más inteligente que sus usuarios, y este ha sido capaz de convencernos de su infalibilidad (…) a menudo carecemos de razón y lógica para advertir cómo nos hemos convertido en rehenes de sus manifestaciones negativas”.
    Internet se ha convertido en el respetado notario de la realidad, encargado de extender certificaciones de credibilidad y existencia: Si algo no aparece en un buscador no existe, con la salvedad además de que es imposible distinguir la información de la manipulación o del rumor sin fundamento.
    Internet es la revolución más influyente de la historia después de la industrial. Por ello, necesitamos un nuevo contrato social, con derechos y responsabilidades, para todos los que participan en la red. Nos guste o no, Internet está transformando nuestra sociedad a una velocidad de vértigo. Y está claro que no todas las consecuencias son tan positivas como cabría esperar.
    joseaconstenla@gmail.com

    25 may 2016 / 22:11
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