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Israel estudia construir en España dos buques para su Armada

Serían del tipo "Offshore Patrol Vessel" y se utilzarían para garantizar la seguridad en pozos de gas en el mediterráneo

    La Armada israelí se ha interesado por la  compra en España de cuatro buques de patrulla oceánica (OPV) para la  vigilancia de sus nuevas instalaciones de gas natural en el  Mediterráneo, en la que, de salir adelante, sería la primera gran  venta de equipo militar español a Israel.

    "Nuestros límites de responsabilidad marítima se han expandido y  con nuestra actual flota no nos será posible vigilar toda la zona",  dijo a Efe una alta fuente militar al confirmar que se están  estudiando distintas posibilidades y que astilleros españoles son  tenidos en cuenta de cara a un futuro concurso.

    Los buques a los que Israel ha puesto el ojo son del tipo  "Offshore Patrol Vessel" (OPV), que deberán tener entre 1.300 y  1.500 toneladas, y su compra está pendientes de la aprobación de un  nuevo programa a cargo de la Marina para proteger las aguas  comerciales israelíes.

    En los últimos años Israel ha descubierto grandes cantidades de  gas natural en el Mediterráneo Oriental y el número de instalaciones  y plataformas podría multiplicarse en los próximos años.

    "Estamos comenzando todo el proceso, podemos estirarlos durante  un tiempo pero más adelante necesitaremos nuevos barcos para  proteger las nuevas instalaciones marítimas", explicó el alto mando  sobre las limitaciones físicas actuales de la Marina, el más pequeño  de los tres ejércitos israelíes.

    Con la excepción de varios submarinos Dolphin, a los que algunos  medios especializados atribuyen capacidad nuclear y el objetivo casi  exclusivo de servir de vector disuasorio frente a Irán, el Ejército  israelí no ha renovado su flota en dos décadas.

    El descubrimiento del gas ha duplicado de 28.000 a 44.000  kilómetros cuadrados su jurisdicción y generado cierta urgencia por  el temor a un ataque contra estas instalaciones, que Israel  consideraría "casus belli", a decir de las fuentes consultadas.

    El plan de protección, que aún no ha sido aprobado por el  Gobierno israelí, requerirá unos 800 millones de dólares de  inversión inicial y 100 millones de dólares anuales de presupuesto  de rutina.

    La primera fase contempla la compra de diversos equipos de  vigilancia para garantizar la seguridad de las nuevas plataformas,  gasoductos marinos y trasvases, y entre ellos figura la adquisición  con "máxima prioridad" de cuatro nuevos barcos de guerra.

    Representantes del Ejército y del Ministerio de Defensa israelíes  se han interesado por la oferta existente en abastecedores  tradicionales como EEUU -a la que Israel compró sus últimas corbetas  hace veinte años-, Alemania -proveedora de los Dolphin-, Reino  Unido, Francia y otros países occidentales con tradición naval.

    "Ha habido reuniones para conocer la oferta internacional. La  hemos estudiamos y ahora veremos", destacó una de las fuentes al ser  consultada por Efe sobre Navantia, uno de los fabricantes mundiales  de patrulleros oceánicos y que en los últimos años ha fabricado para  Venezuela cuatro buques de este tipo.

    Dentro de su habitual política de ambigüedad, el Ministerio  israelí de Defensa declinó hace varias semanas confirmar o desmentir  a Efe si su representante en Madrid, Gil Flores, había visitado los  astilleros de Navantia.

    La Marina israelí se inclina en principio por buques de la clase  MEKO que permitan su rápida modernización y prolonguen la vida del  navío mediante la incorporación de nuevos sistemas.

    Se trata también de una clase que, por su construcción modular,  le permitiría incorporar al buque sus propios sistemas electrónicos  y de ataque, una fórmula que Israel suele aplicar en sus principales  contratos militares.

    A mediados de la década pasada, antes de que comenzaran una serie  de recortes en el Ejército, Israel y España estuvieron cerca de  alcanzar un acuerdo para la venta de cinco fragatas de misiles  F-100, fabricadas entonces por Izar (incorporada a Navantia), en un  contrato valorado entre 1.000 y 2.000 millones de dólares que iba a  financiar EEUU y fue finalmente cancelado.

    Algunos medios locales informaron en su día de que la cancelación  se debió a presiones de un grupo de senadores para que astilleros  estadounidenses se hicieran con el contrato, y otros la atribuyeron  a una suerte de sanción del presidente George W. Bush al por aquél  entonces elegido presidente del Gobierno José Luis Rodríguez  Zapatero por la retirada de fuerzas españolas de Iraq en 2004.

    05 jul 2013 / 10:30
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