Julen Madariaga, el abuelo de ETA

A sus 73 años, Julen de Madariaga y Aguirre, uno de los fundadores de ETA, considerado el abuelo de la vieja banda, es uno de los más firmes defensores de la vía política y de la negociación frente a la renovación del aparato militar que encabeza "Txeroki", firme partidario de la lucha armada. Por eso, y por su militancia en Aralar, la detención de este veterano ha provocado este martes sorpresa en la clase política vasca y en los analistas sobre las idas y venidas de la organización terrorista.
 
Julen Madariaga es, con su porte de 'gentlemen' y su trayectoria vital un emblema para cierta parte de la izquierda abertzale aunque otro sector no le perdona su rechazo a la actividad armada y su apuesta por las vías políticas, publicitadas a la par que otro ilustre "batasuna", el abogado Txema Montero, dijera su particular "basta" a la violencia. Una posición que, demostrando la hipocresía de la banda etarra, llegó a colgar al fundador de la banda la etiqueta de "traidor".
 
Doctorado en Derecho por la Universidad de Cambridge, -ha trabajado en el despacho de Montero situado en pleno Casco Viejo bilbaíno, por donde es frecuente verle pasear, pese a sus problemas de visión-, Madariaga, criado en una familia ligada al PNV, fue uno de aquellos jóvenes, entre ellos otro histórico como Txillardegui, que consideraban insuficiente la apuesta del partido de Sabino Arana y crearon ETA con la idea de generar un ejército vasco de liberación.
  
Sin embargo, el veterano dirigente no apostó sólo por el "frente militar" e impulsó la creación de Herri Batasuna. Desde la formación fue uno de los "abertzales" que pusieron pie en pared en 1995 cuando ETA, siguiendo su tesis de "socialización del dolor", asesinó al concejal popular Gregorio Ordoñez. Desencantado de la actitud de Batasuna, en 2001, de la mano de su amigo Patxi Zabaleta, ingresó en Aralar, desde donde mantenía una discreta actividad.