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corresponsal en galicia

No se meta usted en política

    Una de las frases más surrealistas de cuantas ha parido el laberinto, digna de figurar en la agenda de citas de Groucho Marx, fue pronunciada por el dictador: "Usted haga como yo y no se meta en política", le dijo en una ocasión el general Franco a uno de sus ministros, recién llegado a las reuniones del palacio del Pardo. Algo parecido se repetiría muchos años después, aquí, en plena democracia.

    Y lo más extraño es que el símil cobrase cuerpo en los labios de un nacionalista de gran resonancia en el país: "No Benegá non estamos para facer política", sentenció Francisco Rodríguez cuando un periodista de la casa le inquirió sobre las tensiones interiores de la gran coalición. Rodríguez, claro, se refería a la forma tradicional de "hacer política": el juego de los grupos de presión, el ballet de las élites sobre la escena... todo un cúmulo de frivolidades que dejaban de lado la premisa esencial: el impulso de las ideas patrióticas, a cuyo servicio las demás ideas incluso podrían ser encarceladas sin menoscabo de la cuestión nacional.

    Todo aquello, según el coronel de la U, no era más que producto de la contaminación que tras sí iba dejando la democracia española y sus organizaciones políticas, diseñadas por el mismo y ominoso patrón. Ha pasado el tiempo y aquella fórmula, lejos de haberse diluido, sigue con plena vigencia en los territorios del BNG. En plena recta final hacia el XII Brumario de la formación frentista, los lanzarotes de Anxo Quintana y, por supuesto, los centuriones que velan por la pureza ideológica del sanedrín, están en ello.

    Durante la última reunión del Consello Nacional del Bloque se condenó el uso de las enmiendas y los votos particulares de quienes no comulgan con el aparato dirigente actual, porque "só se utilizan para fastidiar". Ése es el término empleado por el vértice de la pirámide nacionalista: "fastidiar", con lo cual toda relación política y dialéctica se reduce y asimila con el capricho -personal e intransferible- de quienes no están de acuerdo con la deriva que ha tomado la gran coalición desde que el joven Quin se familiarizó con las moquetas del poder en nuestra tierra.

    La descalificación tiene un objetivo concreto: Camilo Nogueira y quienes, como Alberte Xullo Rodríguez Feixoo, además de cuantas personas apoyan la Alternativa al alaricano no sólo tienen el peligroso vicio de exponer libremente sus ideas disidentes sino que, para más inri, las defienden a capa y espada en las reuniones del Consello Nacional.

    Así es como, por reducción al absurdo, las tesis y el informe de gestión de Quintana -sobre cuyos contenidos se han vertido enmiendas de mucha enjundia y numerosos votos particulares- saldrá adelante sin mayores problemas que reseñar. Sometida y acallada la voz de los críticos, la XII Asamblea será una parada militar para la formidable alianza que secretamente han sellado el joven Quin y los coroneles de la U. Qué quieren que les diga, dense un paseo por la fronda y podrán intuir que el Benegá está al borde del crac. Zoa el viento sobre la gran coalición.

    EL CAMBIO QUE VIENE

    La madre de todos los avances

    La contradicción es la madre de todos los avances, la partera de todos los cambios. Y así es como Francisco Rodríguez y, con él, la U y sus satélites, se disponen a apoyar a Anxo Quintana en sus esfuerzos por transformar al Benegá en una organización política más tradicional y acorde con las exigencias del mercado. Son muchos, tanto dentro como fuera del Bloque Nacionalista, militantes o no, que sueñan con las ideas del joven Quin: que la gran coalición deje de ser un bicho raro en la fronda y asuma los parámetros que cotizan en la bolsa electoral. Lo terrible es que posiblemente haya que pagar un precio terrible por esa transformación .

    21 nov 2006 / 01:44
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