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Pedro Pardo de Cela gran mito de Galicia

Según quien sea el autor del escrito podemos leer que Pedro Pardo de Cela fue un “caballero malhechor”, o bien, “un simple caballero a las órdenes de los Andrade”, o “un infortunado caballero del siglo XV”, incluso que fue uno de los caudillos de los Irmandiños, cuando realmente fue todo lo contrario. Es lo que tiene cuando una biografía tiene que abrirse paso entre la realidad, la leyenda y el mito.

Lo cierto es que Pardo de Cela fue un noble que, apoyado  por la violencia, ascendió rápidamente en la escala social pero con el tremendo coste de enemistarse con las clases populares, el clero y gran parte de la nobleza a la que pertenecía. Siendo esto cierto, más cierto es que Pardo de Cela ocupa un lugar destacado entre los mitos históricos de Galicia y más concretamente de la Galicia medieval.

Don Pedro Pardo de Cela nació en Castrodouro, cerca de Betanzos, y procedía de una familia de la baja nobleza gallega. Su padre, Juan Núñez Pardo, no poseía muchos medios económicos aunque sí disponía de algunos castillos y fortalezas. Pardo de Cela comenzó a hacer fortuna cuando contrajo matrimonio con doña Isabel de Castro, hija del poderoso Conde de Lemos y sobrina del obispo de Mondoñedo. Esta cercana relación con el obispado de Mondoñedo fue crucial en su biografía; en primer lugar, porque como encomendero del obispado recibía gran parte de sus ingresos totales y en segundo lugar, porque fue una de las principales causas que le llevaron a la muerte.

Alcalde de Vivero. De su vida, sabemos que en 1464 fue nombrado alcalde de Vivero y que poco después, durante las guerras irmandiñas, que enfrentaron al pueblo con los nobles gallegos, luchó al lado de la nobleza. Cuando en los primeros compases de esta guerra la derrota de la nobleza parecía inevitable, Pardo de Cela se exilió de Galicia donde volvió una vez acabada la guerra, en 1469, con el fin de recuperar sus castillos y fortalezas, algunas de ellas derribadas.

Pocos años después, durante la guerra de sucesión al trono de Castilla entre Juana la Beltraneja e Isabel de Castilla, Pardo de Cela, que ya había luchado junto a Enrique IV alcanzando el rango de mariscal, apoya a la princesa Juana. Como era de esperar, los problemas del noble gallego con los ya asentados Reyes Católicos no tardaron en llegar. La razón hay que buscarla en el poder sobre la ciudad de Vivero (no olvidemos que Pardo de Cela era su alcalde) y en las rentas de la iglesia de Mondoñedo (buena parte de estas rentas pasaban a los bolsillos del noble). Las tensiones llegaron a tal punto que en 1478 el rey  Fernando desterró de Vivero al mariscal.

El malestar de Pardo de Cela y otros miembros destacados de la nobleza gallega se hizo evidente. Este malestar aumentó cuando los Reyes Católicos enviaron a Galicia a varios gobernadores. El más distinguido de estos enviados reales fue don Fernando de Acuña cuya principal misión, que él mismo se impuso, fue hacerse con el control de las fortalezas de algunos nobles y del clero, a lo que, lógicamente, se opusieron algunos de estos nobles, como el Conde de Lemos “lumbre y luz de los cavalleros de Galicia”, que defendió con las armas sus posesiones en tierras lucenses, Pedro Pardo de Cela y el obispo de Santiago, Fonseca.

Lo cierto es que algunos de los gobernadores reales tomaron injustas decisiones, muchas tomadas a título personal y no por haber recibido órdenes de los Reyes por lo que no se puede decir que ésta fuera una lucha de poder entre la nobleza y la monarquía, sino que algunos nobles estaban firmemente decididos a defender sus parcelas de poder.

Es a partir de este momento cuando la vida del noble gallego Pedro Pardo de Cela es objeto de atención de tradiciones, leyendas y romances. Cuando su figura se alza hasta la inaccesible altura del mito.

Desde su llegada a Galicia el gobernador real Fernando de Acuña estuvo enfrentado a Pardo de Cela, entre otras cosas, por las rentas del obispado de Mondoñedo. El caso es que no había pasado aún un año cuando Acuña, a principios de 1482, ya no solamente está enfrentado dialécticamente, sino con las armas, cerca con sus hombres a Pardo de Cela que se encuentra en su fortaleza de A Frouxeira, fortaleza que (según señalan algunas tradiciones, por la traición de varios servidores del noble gallego) cae en manos del gobernador real, aunque eso ocurriera ocho meses después del inicio del cerco.

Trágico final. La fortaleza es tomada por Acuña pero Pardo de Cela consigue huir y se refugia en el castillo de Castrodouro (el actual Ayuntamiento de Alfoz, Lugo). Hasta allí es seguido por Acuña quien, finalmente, consigue su objetivo: detener a Pedro Pardo de Cela. Es el 10 de diciembre de 1483. El noble, su hijo de 22 años y varios de sus seguidores son conducidos a Mondoñedo.
Una semana después de su detención, el 17 de diciembre de 1483, Pardo de Cela es decapitado, junto a su hijo y sus seguidores, en la plaza principal, delante de la catedral de Mondoñedo. Se asegura que fue enterrado en la misma catedral, entre la capilla mayor y el púlpito del lado del Evangelio. La tradición nos dice que le mataron porque aquel noble “robaba e hazía muchos males”. Y es que Pardo de Cela tenía, efectivamente, fama de malhechor. 

La verdad es que nunca se vinculó la muerte de este noble gallego con los Reyes Católicos, sino con sus enviados. De hecho, muy poco después de la muerte de Pardo de Cela, los Reyes retiraron a Acuña de Galicia. Esté dentro de la leyenda o no, se cuenta que familiares de Pedro Pardo de Cela (cuando todavía éste se encontraba en prisión) acudieron a la Corte para implorar a la reina, ofreciendo al mismo tiempo una gran cantidad de dinero por la vida del noble a lo que la reina Isabel les contestó que Dios le había hecho reina para administrar justicia, no para venderla.

Respecto a la muerte de Pardo de Cela, Carlos Barros escribe que “su muerteviolenta creó las condiciones para la invención de una biografía que le ha convertido en el mártir por excelencia de la literatura galleguista, en el máximo representante de una nobleza gallega que tenía que haber sido y no fue”.

Aunque no se ajuste a la realidad, la figura de Pardo de Cela es una de las más mitificadas de la Historia de Galicia, muchas veces usada como símbolo de resistencia de la nobleza gallega frente a la castellana.

Lo cierto es que, desaparecido por muerte natural el anciano Conde de Lemos y decapitado su yerno Pardo de Cela, posiblemente como medida de escarmiento y de efecto disuasorio para otros nobles, la nobleza gallega parece claudicar y se amoldó a la política de los Reyes Católicos. El resultado es, como acertadamente apunta Carlos Barral, que la nobleza gallega medieval desaparece como clase dirigente. Por otra parte, la muerte del mariscal simboliza el final de la Edad Media gallega.
 

LEYENDA


Se dice que la mujer de Pardo de Cela traía de la Corte un indulto para su marido firmado por su prima, la reina Isabel, pero que unos frailes, servidores del obispo de Mondoñedo, la entretuvieron en un puente que da acceso a la villa (Ponte do Pasatempo se llama desde entonces) y no llegó a tiempo de salvarle la vida.

También cuenta la leyenda que cuando fue decapitado, la cabeza del mariscal fue rodando hasta la puerta de la catedral mientras gritaba “Credo, Credo, Credo”.

Por último, digamos que en el Museo Provincial de Lugo se conserva “la mariscala”, una enorme cadena que se dice tenía puesta en la prisión de Mondoñedo.

 

05 mar 2011 / 16:42
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