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TRIBUNA LIBRE

¡Pobre periodismo!

Abandoné el periodismo activo en mi único periódico, el Ya de Madrid, un día de primavera de 1985, después de una mayoría de edad hermosa de 21 años ejerciéndolo en casi todas sus facetas y variedades.

Muchos pies de fotos para las páginas de huecograbado, en entretenida competencia con mi querido poeta y enorme articulista malagueño Manolo Alcántara; miles de reportajes, críticas de libros, crítica teatral, crítica, crítica y sátira -llamémosla así- de políticos activos, de ministros intonsos todavía, crónicas diarias desde el París del mayo -y del junio y más- del 68, y desde la Roma entrañable pero también espantosa de las brigadas negras y de las mafias de siempre...

Dirigí algún periódico, más de una revista, escribí, que no firmé, las primeras "Cartas Cristianas" del cardenal Tarancón en "Iglesia en Madrid", su semanario pastoral y diocesano, del que algunos curas, dizque trentinos, abominaron desde el púlpito... Regalé al mismísimo Francisco Franco su caricatura, dibujada por Siro, de pescador de caña en la proa de la chalana que llamaban el yate Azor.

Y no me pasó nada, nada que no fuera el cabreo del ministro Sánchez Bella. Me abrieron, por supuesto, algunos expedientes -¿a quién no?- pero sólo sirvieron para perder un sedicente amigo mío, por entontes director general de la Guardia Civil, el general Iniesta Cano que, al parecer dijo una frase para inmortalizarme: "Creía que este chico era de los nuestros". Y eso que la culpa, la caricatura, era de Siro.

Pero en 1985 dejé el periodismo activo porque quería rematar la tesis doctoral de Filología Románica, que ya iba por el tercer director -Dámaso Alonso, Zamora Vicente y Manuel Gil Esteve- y subí a la planta de personal a decir que me iba porque había llegado al punto de perderme en el mundo ideológico del diario, de cuyo consejo editorial llevaba once años formando parte y escribiendo a diario se supone que sesudos editoriales.

Pero no eran ni medianamente serios. Así que, recogí mis cuatro cosas y dejé el despacho... Mi último director, y supuesto amigo, me dijo que tenía que darme una mala noticia. "No te preocupes, firmé ayer el finiquito; y ya he dejado el despacho". Con mi caja de cartón llena de lápices, libros y papeles, me acerqué al coche y deposité la carga en el asiento trasero. Aquella tarde ni siquiera pude dar mi paseo con Dámaso, que era casi vecino del YA y cumplía con el mandato del médico de caminar -tenía ya 87 años- todas las tardes una horita.

Supongo que soy el único periodista que no conoce a la sabandija que se subió el sueldo de comisario haciendo "trabajos puntuales" por los albañales de la peste en que se ha convertido la política. No entiendo nada. Y menos que sean mis colegas los que compran esa basura para revenderla aunque sólo sea publicándola. ¿qué hace el supuesto comité de ética profesional que presidía el periodista y también Manuel Núñez Encabo, el mismo que gritaba "No" a la investidura de Calvo Sotelo el 23 de febrero de 1981, a las seis y dieciocho de la tarde, mientrea los demás presentes se "ausentaban" debajo de los pupitres? Hace poco presidía la comisión de ética profesional de los periodistas creo que en la Federación de Asociaciones de la Prensa?

Es una pregunta tonta, ya lo sé. Yo pasé por la presidencia de la federación hace unos cuarenta años y lo dejé a los tres o cuatro meses, porque ya los colegas catalanes querían ser gremio y no colegio profesional -lo digo de forma análoga- y el presidente Pernau, mucho más ambicioso que Puigdemont, no sólo aspiraba a ser presidente de los periodistas catalanes sino también a poner a sus órdenes a los demás periodistas españoles. ¡Qué favor me hizo el señor Pernau! Recuerdo que, unos meses después de abandonar la presidencia, tuve que volver al despacho.

Dos señoras de cierta edad repasaban la galería de presidentes; al llegar a mi retrato, que, por cierto, me había hecho Gyennes, y ver el corto lapso de tiempo de mi presidencia, una de ellas exclamó: "¡Pobrecito, éste se murió al poco tirempo de tomar posesión!". No pude remediarlo, me salió del alma; desde la puerta del despacho le dije: "¡Señora, que estoy aquí!" La pobre casi se desmaya. Como decía el fusilado Muñoz Seca, al que le quitaron su pequeña calle "por franquista" sin darle tiempo a conocer a Franco : "Triqui traque gloria mundi".

11 nov 2018 / 13:29
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