Pontevedra, sin controles
La peatonalización del casco viejo y parte del centro urbano acabó con la fiscalización del estacionamiento ·· Muchos conductores optaron por alquilar plazas en los aparcamientos privados o públicos
La ciudad de Pontevedra no dispone en la actualidad de ningún control de aparcamiento en superficie (ORA o Zona Azul), ya que los continuos cambios en calles y plazas condenaron a estos sistemas a su desaparición.
Todo comenzó en 1998, cuando el alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, firmó el decreto de peatonalización del centro histórico. Esta decisión eliminó de un plumazo unos cuatrocientos aparcamientos en superficie. La medida, que hoy destacan favorablemente la mayoría de los ciudadanos, supuso en su momento un gran golpe para aquellos que dejaban sus vehículos desde la mañana hasta la noche.
Posteriormente, los planos peatonales aprobados por el gobierno local para el centro urbano -donde se ampliaron las aceras y las plazas pasaron a ser de dominio de los peatones- contribuyeron a esa reducción de aparcamientos, certificando la desaparición del sistema de aparcamiento controlado por la ORA que había quedado reducido a la mínima expresión.
Hoy en día, es difícil ver vehículos circulando o estacionados en las calles centrales, adonde únicamente acceden los servicios o vecinos autorizados para llegar a sus garajes.
Mientras, en el resto de la ciudad son poquísimos los aparcamientos que se pueden encontrar en las calles centrales, ya que fueron desplazados a zonas próximas como Campolongo, San Roque, A Seca, A Parda, recinto ferial y las vías que circundan el centro.
Desde primeras horas de la mañana, los ciudadanos se apuran para encontrar ese aparcamiento, por el que no habrán de realizar desembolso alguno y sólo cuando no encuentran el hueco deseado acuden a alguno de los cuatro aparcamientos públicos de pago que hay en la ciudad o a algún párking privado.
Precisamente, la falta de aparcamiento en las calles influyó para que muchos conductores decidieran alquilar por horas una plaza en esos aparcamientos para evitar tener que estar dando vueltas hasta encontrar un lugar adecuado donde dejar el coche.
Así las cosas, sólo cabe esperar que el gobierno local decida si en alguna zona de la ciudad se instalará ese control de aparcamiento. De momento, lo único que saben los ciudadanos es que cada día hay menos espacio donde dejar el coche y que, posiblemente, dentro de unos meses comenzarán las obras del nuevo aparcamiento público en la plaza de España.
TRANSPORTE PÚBLICO
Alternativas poco aceptadas por los usuariosLa eliminación de aparcamientos en superficie fue motivo de críticas dentro del seno municipal, desde donde se solicitó como alternativa al pago la creación de aparcamientos en superficie en zonas próximas a la ciudad.
Unos años después se ampliaron los aparcamientos en superficie gratuitos en el recinto ferial y Pazo da Cultura, al otro lado del río Lérez, donde caben unos mil vehículos. Otra alternativa se ubica en la avenida de Marín, en un terreno perteneciente a la Autoridad Portuaria (donde se instalan los circos), con capacidad para unos 400 coches.
Sin embargo, los conductores no suelen utilizar mucho esos espacios por entender que les queda lejos del centro urbano y únicamente se utilizan cuando la ciudad celebra algún festejo multitudinario.
Y todo esto ocurre sin que antes entrara en funcionamiento el transporte público que habrá de unir el centro urbano con cada una de las 14 parroquias del rural y con los municipios próximos que forman el hinterland de la comarca pontevedresa, donde hay una población superior a los 130.000 habitantes que suelen utilizar el vehículo propio para todos sus desplazamientos.
En la actualidad, el servicio es muy deficiente, sobre todo en lo que se refiere al número de viajes y sus horarios, lo que no anima a los ciudadanos a utilizarlo. Únicamente, el servicio entre Pontevedra y Marín funciona con regularidad .