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¿Y si pretenden que el Códice Calixtino no se pueda consultar?

José Guitián, un experto en el Calixtino, abre una tercera vía en la investigación // Erik ' el belga' descarta un robo por encargo

Primero se habló de un robo por encargo. Después de que era alguien de dentro de la Catedral, que quería saldar cuentas y que la reaparición del Codex Calixtinus era solo cuestión de encontrar la fecha y el lugar adecuado para la devolución, Pero pasa el tiempo, el libro no aparece y los rumores van muriendo para dar paso a las opiniones especializadas sobre el paradero de una obra fundamental para la historia de la peregrinación a Compostela.

De hecho, el propio Erik el belga, un arrepentido saqueador del patrimonio descartaba ayer la posibilidad de que tras la desaparición del Liber Sancti Jacobi estuviese un comando especializado a las órdenes de un millonario coleccionista de arte.

Frenete a ello hay versiones como la de José Guitián, un profesional de la fotografía que comenzó a trabajar con el Calixtino hace ya muchos años, que incluso lo llegó a tener en su propia casa para que las reproducciones tuvieran la máxima calidad, y que a día de hoy no descarta que haya un interés oculto en la desaparición del texto original.

La Historia de Turpín, o el pseudo Turpín es uno de los libros que componen el Codex, y una fuente de primera categoría sobre la historia de la peregrinación. ­ Su escamoteo dejaría a los investigadores sin un testimonio fundamental, y sin la posibilidad de certificar si este texto es auténtico o apócrifo, como afirman muchos investigadores especializados en la historia de Galicia y España.

Porque sí, hay copias, facsímiles y reproducciones, pero los historiadores no pueden renunciar a trabajar sobre el texto original, para cuya lectura, en muchas ocasiones incluso tiene que recurrir a la luz ultravioleta para apreciar todos y cada uno de los rasgos que el escribano plasmó sobre el pergamino.

Un simple rasgo, un trazo milimétrico puede ser interpretado por un especialista como señal de una abreviatura, acento o nasalidad, y con ello alterar la interpretación o la simple grafía de un topónimo, abriendo un nuevo campo para la interpretación histórica y lingüística o para la certificación de alguna teoría.

José Guitián, que fue alumno del mítico fotógrafo gallego Ksado, cuenta con una aquilatada experiencia en el mundo de la fotografía, y dentro de ella, es un reputado especialista en la reproducción de textos históricos. Fotografiar un pergamino y conseguir el perfecto contraste entre el fondo y el trazo que la pluma de ave dejó en él no tiene secretos, por más que la tonalidad sea ocre y la tinta se haya oxidado y deje un rastro anaranjado.

La investigación histórica da muchas satisfacciones morales, pero muy pocas económicas, y lo normal es que frecuentar archivos no resulte una actividad muy rentable. Quienes lo hacen procuran buscar fórmulas para acortar el tiempo de trabajo. Y para eso, nada mejor que llevarse una reproducción a casa de las páginas que son objeto de interés.

De esta forma, el investigador se lleva a casa fotografías o microfilms, y luego solo tiene que acudir a la fuente original para consultar dudas concretas sobre alguna abreviatura o un trazo que no se aprecia claramente en la reproducción fotográfica.

Quienes han solicitado copias fotográficas a archivos históricos como el Nacional de Madrid o el del Reino de Galicia, por citar los dos ejemplos más socorridos, saben bien lo que es recurrir al servicio de reprografía para llevarse el trabajo a casa. El Archivo de la Catedral de Santiago no quedó al margen de los tiempos, y desde hace décadas dispone de este servicio de reprografía, como pueden atestiguar profesores de toda europa, según recuerda Guitián. Este profesional compostelano tiene a sus espaldas más de medio siglo de experiencia en este trabajo, con un currículum en el que figuran varios libros historicos. Junto al Códice se suman los tumbos, algún incunable, e incluso documentos sueltos del fondo que atesora la Catedral.

Años atrás, cuando la responsabilidad de canónigo archivero recaía sobre las espaldas de Juan Pérez Millán, José Guitián ya era un profesional lo suficientemente acreditado como para llevar- se un libro de la categoría del Codex Calixtinus a casa, con la confianza de que lo iba a devolver en perfecto estado, y que su trabajo iba a contribuir a una mayor y mejor difusión del fenómeno xacobeo.

Se ha hablado mucho de que si las llaves del armario donde se custodiaban los tesoros bibliográficos de la Catedral estaban puestas. Pero la realidad es que para llegar a conocer este hecho era preciso superar muchos filtros previos. Entran en el Archivo suponía dispone de un carné de investigador, y para ello hacía falta completar una carrera y contar con el aval de un catedrático.

Este era el primer paso que daba derecho a acceder a una sala previo depósito del documento acreditativo, de las prendas de abrigo y de la cartera o mochila. A la sala se entra a cuerpo, y como mucho, con un paquete de folios y lápiz, bolígrafo o pluma.

Desde hace años, la edición facsímil reemplaza al libro original, que solo lo han podido ver en contadas ocasiones especialistas muy contados que necesitaban contrastar matices que las reproducciones no pueden reflejar, o altas jerarquías del Estado a los que se supone muy por encima de la debilidad mundana de apropiarse de lo ajeno.

local@elcorreogallego.es

José Guitián

Fotógrafo e investigador

"Tuve el Códice en mi casa para hacer reproducciones fotográficas de algunas páginas. Podría reconocerlo incluso por el tacto que tenían las hojas de pergamino"

22 ago 2011 / 02:21
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