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SAN FRANCISCO EN GALICIA, 800 AÑOS DESPUÉS

Ribadeo y San Martiño de Mondoñedo, testigos del franciscanismo

A tierras de A Mariña también llegó el franciscanismo. Podemos ver, de este modo, huellas suyas en Ribadeo y en San Martiño de Mondoñedo, lugares que comparten la peculiaridad de haber sido, por un tiempo, sede de la diócesis mindoniense. Y es que, en San Martiñ,o fue obispo Sabrarico entre el 866 y el 877. Y aquí encontraremos a Rosendo, en el siglo X, en tanto que habrá que esperar hasta el episcopado de Munio Afonso (1112-1136) para que se cambie de lugar la sede episcopal.

En el caso de Ribadeo se promueve con Rabinato (1174-1199) como asiento del obispado mindoniense; y ya en tiempos de su sucesor, Pelayo II de Cebeira (1199-1218), volverá, de nuevo, la sede a Mondoñedo. En cualquier caso ambos lugares, San Martiño de Mondoñedo y Ribadeo, son relevantes en esta diócesis y no van a ser ajenos al franciscanismo.

RIBADEO
EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO
La tradición y antiguos textos ponen en relación su fundación con el propio tiempo de San Francisco. En este sentido se alude a Fr. Benicasa de Todi, también relacionado con la llegada del franciscanismo hasta A Coruña, a la hora de aproximarnos a un primer momento; en el plano documental, sin embargo, hay que esperar hasta 1287 para poder encontrarnos con un testamento de un canónigo, Esteban Galván, que constata ya su existencia, al otorgarle un legado.

Como testigos de su historia medieval, y ya correspondiendo con el siglo XIV, cabe aludir a una parte de la arquitectura de la iglesia, ahora conocida como Santa María del Campo, atendiendo a la devoción de la titular de la parroquia, hoy sita en el antiguo templo conventual, muy remodelado. Pues bien, son de este tiempo la portada principal y el ventanal que existe encima; también, la portada sur, hoy en el interior de la capilla que se ha añadido, con acceso desde en línea con la fachada principal, en el lado sur de esta iglesia. También atienden, en parte, a formas góticas las tres capillas de la cabecera, lo que testimonia que estamos ante un templo con un desarrollo ciertamente notable, así como parte de las arcadas, con sus correspondientes capiteles figurados, que pertenecieron al claustro. Ha de valorase, además, el hecho de que, en el presbiterio, puede verse, a cada lado, un arcosolio. En el del lado del evangelio, y en caracteres romanos, puede leerse: TODA ESTA CAPILLA MAOR ES I FUE DES/DE SU FUNDACIÓN DE LOS SSRES. DE LA CASA/ DE NAVIA QUE ESTA SITA EN EL BALLE/ DE ANLEO Y NADIE SE PUEDE ENTERRAR/ EN ELLA SIN LICENCIA DEL MAIORAZ/GO DE LA DHA. CASA

La presencia, por otra parte, de un escudo de armas, que se repite varias veces, en la yacija del lado de la epístola, hace referencia a la casa de Navia, dado que se trata de una banda de gules que, de ser policromada, estaría “perfilada de oro y engolada de dragantes de sinople, dentados de plata”. El crucero, en su formato original, también debió de aproximarse, en sus dimensiones, al que hoy puede verse. Se alarga hacia ambos lados por medio de capillas. La de la parte del evangelio responde a un léxico gótico, en tanto la otra se remata con el arco de ingreso a una capilla que debe encuadrarse en los primeros años del XVI, aún cuando su forma actual, en el interior y perímetro, nada tiene que ver con la inicial.

Además, en la parte de la nave que se corresponde con el lado del evangelio, la capilla que continúa al crucero también parte de formas ojivales, y ya, en la siguiente, su arco de ingreso, en tanto, asume el medio punto en su presentación hacia la nave.

Será en 1567 cuando se instaure la Observancia en este convento. Su iglesia tuvo, dado su estado ruinoso, una remodelación importante ya a principios del XIX; afectó, sobre todo, a la parte norte, reformándose las distintas capillas de este lado. Aún así distintos escudos, en diferentes partes de la iglesia, nos aluden a determinadas casas vinculadas a su culto.

Tiene un buen retablo mayor, estructurado por columnas salomónicas en dos alturas que, a su vez, se reparten en cinco calles. En la más baja, a los lados del espacio destinado al sagrario y expositor, se cuenta, en los espacios inmediatos, con esculturas que nos muestran a San Francisco y a Santo Domingo de Guzmán, en tanto que los sitios del retablo más extremos, en esta misma altura, no cuentan con imagen alguna, cediendo todo el protagonismo a las vidrieras con insignias alusivas a Cristo y María. En el segundo nivel del retablo se presenta a Santa María del Campo, la actual titular del templo, en la parte media, y a sus lados, a San Juan Bautista, hacia el lado del evangelio, y a San Joaquín, al otro lado, mostrado con un cordero al hombro. Ya en los extremos las esculturas son muy semejantes, mostrando,en cada lado, a un dominicos que porta un libro; han de ser escritores - ¿San Alberto Magno y Santo Tomás?-. Todavía hay un nivel superior, presidido por la figura del Crucificado entre dos escudos iguales con las armas de la casa de Navia.

Presenta este retablo mayor, de formas barrocas, dos epígrafes en su parte baja; en uno de ellos se dice en “En el año del Señor/ 1761, D. Juan Alonso Na/via, y Ossorio, Marques de Stª/ Cruz de Marzenado, como Patrono/ de la Capilla mayor de este Conven/to, mandó dorar á sus costa este/ retablo”. Y en el otro: “En 1909,/ Dª Ernestina Mansilla,/ en memoria de su difunto es/poso D. Clemente Martinez/ Pasarón. Mandó nuevamente / dorarlo y restaurarlo. / I.O.G.D.”

La capilla de la cabecera dispuesta en el lado del evangelio presenta, ahora, en un retablo neogótico, una devoción muy franciscana, la Virgen de los Dolores y, a un lado, otra que también lo es, Nuestra Señora de los Ángeles, evocadora de la aparición de la Virgen, rodeada de ángeles, a San Francisco.

La capilla que ocupa, en la cabecera, el lado de la epístola fue rehecha por 1616; así se reconoce en un epígrafe, que aquí se guarda, al igual que un escudo a relacionar con el capitán Pedro de Miranda Farto y Castrillón ( o de Castrillón), casado con doña Catalina Maldonado Osorio. El culto al que entonces se dedica es el de las Ánimas. Está presidido ahora por un retablo, de los años medios del siglo XVIII, en el que se nos muestra la devoción de la Virgen de las Angustias, tantas veces mostrada con túnica blanca y manto azul; debió disponerse aquí tras ser demolida su capilla en el siglo XIX, que se vinculaba “D. Andrés Suárez de la Vega, poseedor del vínculo fundado por D. Alonso Padín de Navia, y vecino de Castelo”. También se dispone en este espacio, en el lateral del evangelio, un retablo, de formas neoclásicas, dedicado a San Pedro, “en talla que perteneció al gremio de mareantes de Porcillán y Cabanela”.

Ya en el crucero, en la capilla de la Concepción - que perteneció a D. Francisco Busto y que se abre prolongándolo por el lado sur- se encuentra un retablo a vincular, igualmente, con el franciscanismo. Cuenta con un retablo estructurado con estípites, a encuadrar en el segundo tercio del XVIII, presidido por la Inmaculada, en tanto que, a los lados, se muestran imágenes de Santa Teresa de Jesús y Santa Rita. En la parte alta es la Virgen del Pilar quien tiene su lugar. Al otro lado del crucero, en la parte de la epístola, tiene especial mérito el Crucificado que preside la capilla allí dispuesta, que debió, en tiempos franciscanos, la de las Angustias, a relacionar, en su fundación, con D. Alonso Padín de Navia.

La primera de las capillas de la nave, en el lado del evangelio, está dedicada a la Virgen del Carmen, ahora en un retablo neogótico, y la siguiente cuenta hoy con la advocación de la Virgen de Lourdes. Ya al otro lado de la nave también el primero de sus altares cuenta, como principal, con una devoción contemporánea, la de la Virgen de Fátima, en un retablo de formas neogóticas; en este lugar estuvo, probablemente la capilla de San José. También corresponde al siglo XX el retablo que preside la otra capilla de este lado, aún cuando su imaginería entronca, plenamente, con el franciscanismo ya que presenta, como principal, la devoción al Ecce Homo y, a sus lados, las de San José y San Antonio.

Hay otras imágenes en esta iglesia a relacionar con su tiempo franciscano; es el caso de las de Santa Bárbara y San Blas. También las buenas pinturas que la adornan corresponden a ese periodo – la aparición de la Virgen del Pilar a Santiago, la Dormición de la Virgen, la aparición del Niño a San Antonio, quien tuvo aquí cofradía propia-.Asimismo se conservan algunos sitiales correspondientes a la antigua sillería franciscana.

Del convento, que se disponía al lado norte de la iglesia, queda algún testimonio más allá de los contados arcos medievales relativos a su claustro. Así algún retazo de otras arquerías, en mampostería, hoy al descubierto, además de una escalera en la que, a un lado, puede leerse: ”Año de 1753”.

Tras la exclaustración, por 1835, la parte conventual iba a ser fuertemente alterada en tanto que la iglesia, de inmediato, asumió las funciones de parroquial, a pesar de estar un tanto deteriorado. En la visita pastoral de 1891, correspondiente al episcopado de D. Manuel Fernández de Castro (1890-1905), se decía, en relación con la iglesia, que “…necesita muchas obras de reparación, sobre todo en el techo, que está a teja vana, sin bóveda ni cielo raso. Tiene además un padrasto en los vecinos que ocupan el antiguo convento, con vistas al interior de la iglesia, y dormitorios y cocina sobre la sacristía…”. Habrá que esperar a 1902 para que, mediante suscripción popular, se mude la espadaña por su actual torre, de estilo neogótico, además de levantarse, ahora, el coro alto y cubrir con bóvedas las naves.

También, a partir de entonces, se completó con nueva imaginería – Niño Jesús de Praga, Sagrada Familia, Oración en el Huerto, Cristo Resucitado, Sagrado Corazón de Jesús, Sagrado Corazón de María, San Estanislao de Koska…- , pinturas – las del retablo dedicado a la Virgen, obra de Rodríguez Moscoso, en el siglo XX, también en la capilla de la cabecera del lado de la epístola…- y vitrales en los que, además de diferentes apóstoles, nos encontramos con otros que nos muestran a santos como Antonio de Padua y Catalina de Siena.

EL CONVENTO DE LA SANTA CLARA
Como en otros casos, antes de la fundación, existió un beaterio, ubicado en Santiago de Vigo, que, ya en el siglo XVI, se convertirá en convento, procediendo de Oviedo algunas de las primeras clarisas; concretamente se cita, entre ellas, a sor Estefanía Argüelles, que fallece en 1567.

El tiempo ha reformado, sobre todo en el siglo XX, la faz de esta casa, aún cuando, en lo general, mantiene lo esencial de su ser inicial. La vida se desarrolla en torno a un claustro, englobándose el conjunto en el perímetro de un rectángulo que tiene, hacia un extremo, un pabellón de mayor altura; que se dispone en línea con el lugar que ocupa la iglesia, a la que se accede por un espacio porticado.

La planta de su iglesia, con su capilla mayor, nave y coro, con dos alturas, a los pies del rectángulo que la configura, aún cuando ha sido renovada, sigue, en lo básico, la original, eso sí, alargada en su presbiterio, en los comienzos de XX, pero manteniendo notas de su etapa inicial en el ser de su arco triunfal y en su cubierta.

En todo caso el esfuerzo por la renovación de esta casa resulta ejemplar. Las clarisas tuvieron que irse de aquí en la llamada Guerra de la Independencia y, al regresar, se encontraron como los franceses “…habían arruinado el edificio, convirtiendo, incluso el coro bajo en caballeriza...”.

Un momento importante, en lo concerniente a la renovación de este templo, se encuadra hacia los años primeros del siglo XX. Es, en ese momento, cuando se acomete la realización de su retablo mayor y de los otros tres aquí existentes – los del Sagrado Corazón de Jesús, San José y San Antonio-, con la imaginería correspondiente, así como el llamativo púlpito y los vitrales.

La labor del taller compostelano de Magariños es aquí relevante y resultó, en su tiempo, novedosa y hasta difícil de asumir en el Ribadeo de aquel momento. Tanto es así que el autor se siente en la necesidad de defender lo hecho, como puede leerse en una carta que escribe en 1915 diciendo “…que siempre trata de dar alma a lo que hace, pues solo las cosas vulgares pasan de moda… eso no ocurrirá con los retablos hechos para las clarisas de Ribadeo, porque están impregnados de un ambiente religioso difícilmente superable…”.

El estilo neogótico es del que parte Magariños – contratado con la mediación de D. Vicente Álvarez- para dar forma a su obra. Así, en el retablo mayor, estructura su forma en tres calles, sobresaliendo en altura la parte central, coronada por un Calvario. Se monta este conjunto sobre un amplio basamento en el que, a los lados del sagrario, se disponen dos escenas – Adoración de los Pastores y Presentación de María en el templo- que se tratan desde un concepto clásico dominando, en ellas, la armonía y la serenidad. En la parte central, se presenta, en tanto, la imagen de la Inmaculada; al lado del evangelio, San Francisco; y en la otra parte, Santa Clara. Se conciben las tres esculturas en amplios tamaños, en relación con la proporcionalidad del retablo, aún cuando estaba previsto, en su desarrollo, la existencia de grandes esculturas, teniendo en cuenta la forma de sus respectivos pedestales. Todo, en ellas, asume un común sentido ascensional, triunfal; tanto es así que los fundadores franciscanos participan de ese movimiento hacia lo alto que impone la figura de María siendo, las tres imágenes, acompañadas por ángeles. Estamos ante esculturas, en todo caso, a relacionar con el taller de Modesto Quilis, de Valencia. El altar mayor presenta su parte frontal ornamentado con una escena alusiva a la Santa Cena, en la que se muestra a Cristo entre San Juan y San Pedro; también está timbrado con el escudo del obispo Juan José Solís y Fernández (1907-1931).

El retablo del Sagrado Corazón de Jesús se ubica en la nave, en el lado del evangelio. La devoción a los ángeles – a San Miguel y a San Rafael- acompaña, en este caso, a la devoción principal. Enfrente, en el de San José, son dos cultos marianos los que se presentan a través de sus respectivas imágenes en los laterales: la Virgen de Lourdes y la del Pilar.

El retablo de San Antonio se ubica enfrente de la puerta de ingreso, en la nave, en el lado de la epístola. Dispuesto el santo en la calle central se ubican a los lados, en este caso, a San Pascual Bailón y a San Buenaventura. Se estructura de forma muy similar a los otros de Magariños. En este caso, al igual que en el retablo mayor, se disponen dos escenas, en relieve, a los lados, cubriendo el espacio correspondiente a las calles laterales y con una altura semejante a la del lugar en que se habría de localizar el sagrario, en relación con el cual han de entenderse los dos ángeles orantes, de perfil, que aparecen enfrentados en esa parte media. Los temas dispuestos a los lados nos muestran, en relación con San Antonio, el tema del pan de los pobres, en la parte del evangelio, y el milagro eucarístico, al otro lado.

Es, igualmente, Magariños el autor del púlpito, montado sobre una columna y con cinco relieves; en el central se recoge un escudo franciscano, muy libremente interpretado, en tanto que se caracteriza a los evangelistas en los otros cuatro.

El arte del vitral tiene, en esta iglesia, una presencia importante. Así San Miguel y San Rafael están en las ventanas que se disponen a los lados del presbiterio. Hay otras tres vidrieras que nos muestran al Ecce Homo, la Dolorosa y San Juan Bautista niño.

Será en 1984 cuando esta capilla es objeto de una nueva reforma, adaptándose a las nueva liturgia. Es, entonces, cuando se suprimen las verjas del altar al tiempo que se simplifica la reja del coro bajo.

La puerta principal del convento se dispone en la parte con la que se remata el lateral del conjunto conventual, en línea con la iglesia; sobre su dintel puede leerse: HAEC EST DOMUS PAUPERTATIS/ (PALABRAS QUE SANTA CLARA MANDÓ PONER EN LA PUERTA DE SU MONASTERIO). Será en tiempos del obispo D. Manuel Fernández de Castro (1890-1905), inspirador de distintos cambios en esta casa, cuando se disponga la cocina - hasta entonces en la planta baja y de la que se conserva la “lareira”- en el primer piso, al igual que el refectorio, al lado del cual se localiza una sala grande cuya función va a ser la de noviciado.

En 1984 se coloca en el jardín conventual una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en tiempos en que es abadesa la Madre Mª Jesús Legaspi Rodríguez (1976-1985), inspiradora del aspecto externo del convento, con el blanco en sus paredes y la presencia de la piedra en huecos y zonas angulares. Ya a las puertas del convento, en un espacio ajardinado, hay una escultura que presenta a Santa Clara de Asís -la firma “ Core 07”- mostrando el ostensorio.

LA CAPILLA DE LA ORDEN TERCERA
Fue fundada en 1679 y, ya en 1683, la comunidad de San Francisco les va a ceder un espacio de terreno, en el huerto del convento, para que la Orden Tercera pueda hacer allí una capilla –“para los exercicios de su instituto y solemnidades de su devoción”- cuya puerta se ha de corresponder con el pórtico de la iglesia. Será en 1926 cuando se destruya tal capilla. Posteriormente, se levantará otra, ahora en la calle del Doctor Moreda. Es de planta de cruz latina.

Tienen un gran protagonismo , en su interior, dos arcos parabólicos, uno dispuesto como arco triunfal, y otro allí donde concluye la parte del crucero para dar paso a una corta nave que cuenta, a sus pies, con un coro alto; ese tipo de arco presenta un claro parentesco con las formas que Antonio Tenreiro y Rey Pedreira utilizan en el mercado de San Agustín, en A Coruña, aún cuando no deja de ser, poro otra parte, deudor, igualmente, de formas queridas por Gaudí quien lo aplicó a edificaciones religiosas, entendiendo que conllevan un cierto sentido de espiritualidad que no deja de ser, por otra parte, afín a las ojivales góticas. Una espadaña se dispone sobre la puerta principal. Se cuenta, también , con otras puertas en el crucero: dos, en el lado del evangelio; y otra, enfrente.

La construcción de esta iglesia ha de ponerse en relación con un rico hombre nacido en Ribadeo y que hizo fortuna en América, concretamente en la Argentina: Ramón González Fernández quien, tras su fallecimiento en 1925, tendrá, precisamente en esta capilla, el lugar en que se guardarán, en un mausoleo, sus cenizas, concretamente en 1931. Tan importante es este monumento funerario que ocupa todo el frente del crucero del lado del evangelio. Será, por lo tanto, su viuda, Corona González, que fallece en 1972, quien se haga cargo de los gastos de esta construcción.

El retablo mayor proviene de la capilla anterior. Es obra de la segunda mitad del XVIII. Siendo su autor conocedor de las formas neoclásicas, aún utiliza rocallas rococós y otros elementos del léxico barroco. En su concepción actual se monta sobre unas gradas que dejan en medio el espacio del sagrario. Tiene tres calles. En la central, en una hornacina, hay una magnífica escultura de San Francisco; se nos muestra vestida con el hábito de la Orden y tan solo apreciamos su talla en el rostro, las manos y la cruz que porta en su izquierda. Hay constancia de que, en 1762, se le encargó un San Francisco a “…un artista de Santiago de Compostela” ¿ Se trataría de José Gambino? ¿ Estamos ante una escultura a relacionar con este artista o su taller? En las calles laterales quienes se nos muestran son los patronos de la Orden Tercera: San Luis de Francia, en el lado del evangelio; Santa Isabel de Hungría, al otro lado. Arriba, coronándolo todo, se encuentra la Inmaculada Concepción. Resulta, en todo caso, superior la calidad de la talla de Francisco entre las contempladas en este retablo.

A los lados de la puerta que centra el crucero, en su lado de la epístola, hay un retablo de sabor historicista, con un solo espacio para una devoción y dos columnillas exentas, en cada caso, completando cada parte del conjunto. Han de encuadrarse hacia 1930 y relacionar con la conclusión de esta capilla. En el más próximo al presbiterio puede verse un Cristo con la Cruz a cuestas entre el Sagrado Corazón de Jesús y el Sagrado Corazón de María. Y en el otro, centrado por la Virgen de la Salud y la Esperanza, Santa Rosa de Viterbo y Santa Rita se ubican sobre las citadas columnas

Cuenta esta capilla, además, con una magnífica talla del Crucificado, sita en la nave, en el lado de la epístola, en tanto que, al otro lado, puede verse una pintura que nos muestra a la Verónica ante Cristo, camino del Calvario. Hay además, aquí, una serie de pasos procesionales que presentan el Prendimiento, San Juan, la Verónica...

Cabe citar, además, la presencia de otras esculturas; así San José, la Inmaculada y San Estanislao de Koska, en el presbiterio, en tanto que San Antonio se dispone a un lado del arco triunfal.

El formato del púlpito evoca, por otra parte, al visto en la iglesia de Santa Clara, aquí en Ribadeo, con trazas más simplificadas. Se ubica, en este caso, a un lado de la entrada de la capilla mayor.

El ya citado monumento funerario dedicado a Ramón González presenta en el frente del ataud, que lo preside, la siguiente inscripción: LA Exma Sra. DOÑA CORONA GONZÁLEZ/ A LA MEMORIA DE SU ESPOSO/ EL Exmo Sr. Dn. RAMÓN GONZÁLEZ/ FALLECIDO EL 15 DE DICIEMBRE DE 1925/ ROGAR POR TODOS LOS QUE AQUÍ REPOSAN/ R.I.P. 1931

Más arriba se contempla otra inscripción, en cartela aparte, que dice: EXCMA. SRA. DÑA. CORONA GONZALES + 11-5-1972 Dos ángeles orantes se disponen, de perfil, sobre esta tumba; se conciben con ricas y coloreadas teselas que concretan un dibujo que parece tener inspiraciones en el art déco. Y lo mismo sucede más arriba, en un espacio centrado por una representación, en este caso, de la Piedad.

LOS CAPUCHINOS EN RIBADEO
En 1928-1929 se establecieron los Capuchinos contando, para ello, con el apoyo del obispo Don Juan José Solís y Fernández (1907-1931). Narra el Padre Cantalapiedra, que estuvo en Ribadeo entre 1948 y 1951, que la titular de su fundación era Nuestra Señora del Camino, con una capilla ya previamente existente, y que su acción estuvo muy vinculada a la atención a los peregrinos que por allí pasaban hacia Compostela y, también, al desarrollo de misiones en diferentes lugares del entorno. Es posible, en este sentido, que haya de relacionarse con esta casa de los capuchinos la cruz que puede verse, en San Martiño de Mondoñedo, datando una misión en 1962. Esta comunidad ha dejado de existir.

SAN MARTIÑO DE MONDOÑEDO
Corto fue el periodo de presencia franciscana en San Martiño de Mondoñedo. Es sabido que, en 1547, “ resolvió el Cabildo (mindoniense) para descargo de su conciencia poner frailes en el Monasterio de San Martiño, comisionando cerca del asumpto a capitulares para tratar con su Señoria quantos, de qué orden, y la forma de ella”. Regía entonces la diócesis Diego de Soto (1545-1549) quien iba a llevar, a tal lugar, a
ocho religiosos de San Francisco con la encomienda del cuidado espiritual de aquella feligresía.

Ya en 1548 se inician una serie de obras en este lugar, “para que pudieran venir los “Padres Observantes”, pero no ha de ser hasta 1550 cuando se asienten allí los franciscanos; rige ahora la diócesis un jerónimo, Fray Francisco de Santa María Benavides (1550-1558); hay noticias por 1552-1553 de que se han hecho obras y de que los gastos los va a asumir el cabildo mindoniense. Bien puede ser después del episcopado de un franciscano, Fr. Antonio Luján (1570-1572), cuando se vaya de aquí esta comunidad; es sabido, en todo caso, que, en 1577 – gobierna entonces D. Juan de Liermo (1577-1582), en Mondoñedo-, se destinan aquí a dos capellanes y un cura, lo que supone que ya no hay afranciscanos, posiblemente debido a la escasez de medios económicos de que podían disponer.

¿Presencia franciscana en esta iglesia? En el rico repertorio de pintura mural en ella existente puede verse una Santa Bárbara con dos orantes en la pared del lado de la epístola, en un lugar inmediato a la capilla lateral dispuesta en la cabecera, en esa parte. Los nombres de tales donantes y sus cargos están perfectamente especificados; se trata de Pedro Gomés, “capellán de esta iglesia”, y Francisco Gondre, “clérigo franciscano”. Todo parece indicar que estamos ante un testimonio pictórico a vincular con la etapa en que hay una comunidad franciscana aquí (hacia 1550, concretamente), aún cuando el estilo practicado parece más propio de un tiempo anterior. Pues bien de este mismo momento hay, en esa misma pared sur de la iglesia, hacia los pies del templo, un retazo de un epígrafe en pintura que cabe atribuir a la misma mano que la Santa Bárbara, lo que lleva a suponer un ciclo a vincular con ese periodo mucho más extenso y del que no queda ningún otro vestigio.

BIBLIOGRAFÍA

Lanza Álvarez, F., Ribadeo antiguo, Sada, Ediciós do Castro, 2001.

Castro, M., Cruz, M. A., El Monasterio de Santa Clara de Ribadeo. Historia y Colección Documental, El Ferrol, Publicaciones de Estudios Mindonienses, 1988.

Cantalapiedra, E., Fray Emiliano de Cantalapiedra: Memorias, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2007.

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Yzquierdo Perrín, R., De arte et Architectura. San Martín de Mondoñedo, Lugo, Diputación de Lugo, 1994.

http://www.turgalicia.es/fotos/IMAGENES/FLASH/ARQUITECTURARELIGIOSANP/vr_14_santaclara/index.html

Iglesia parroquial de Santa María do Campo (antes, San Francisco).

Horario de misas: Domingos y festivos a las 12.00, 13.00, 19.30 (en invierno), 20.00 (en verano) horas.

Iglesia de Santa Clara

Horario de misas: Todos los días a las 09.00 horas.

Iglesia de San Martiño de Mondoñedo

Horario de misas: Domingos y festivos a las 13.00 horas. Los jueves a las 12.00 horas

04 oct 2014 / 17:36
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