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SAN FRANCISCO EN GALICIA

San Antonio de Herbón y la orden tercera de Padrón

1. SU FUNDACIÓN
También fue aquí Fr. Gonzalo Mariño quien fundó, a modo de oratorio y con la advocación de San Francisco, este lugar de la Orden. Lo hizo en 1396, en su condición de restaurador de la Observancia, en un espacio recibido, como donación, del cabildo de Iria. Mas tarde, a lo largo de los siglos XV y XVI, se contará con otras donaciones que amplían su territorio particular, que tiene ya un primer muro de cierre a mediados del XV. Estos “frades da prove vida” llevarán su labor mas allá de su convento. Así, por los años medios del siglo XV, Fr. Juan de Vigo, atendiendo a lo dispuesto por el arzobispo Rodrigo de Luna, se encarga de vigilar la construcción del hospital de peregrinos de Padrón.
Ha de ser en las primeras décadas del siglo XV cuando se construye su primera iglesia. Fray Antonio Herosa, en 1756, nos dice que la actual puerta de la Portería es la “que antes había sido puerta de la iglesia vieja”, con lo que supone, para esta primera construcción, una orientación oeste-este, siguiendo lo habitual; a partir, pues, de ahí se desarrollaría la nave y el presbiterio que tendría forma rectangular, con una planta similar a la de otros templos propios de las fundaciones de este momento – San Francisco de Louro, San Francisco da Pobra do Deán…-.

2. SU RENOVACIÓN
Cambiar, para dar nombre a este lugar, el culto a San Francisco por el de San Antonio ha de relacionarse con una transformación que se lleva a cabo en la vida de la Orden en el Renacimiento, con opciones como la denominada Recolección, reformando la Observancia , en un momento posterior, con el Concilio de Trento como telón de fondo. Será, de este modo, en tiempos de Felipe II cuando se hace el cambio en cuestión.
Es en la parte sur de la citada iglesia – la que mira al río Ulla- en donde el convento se concretará, en concordancia con una comunidad que crece teniendo como elemento central, el claustro que, allí, va a levantarse, sustituyendo a otro anterior ya que está documentado que “… se hizo nuevamente de cantería con todo el maderamiento alto y vaxo”. En un epígrafe que se lee, entre dos de sus arcos, se dice: HICO EL CONVETO ESTE/ CLAUSTRO DE LIMOSNAS/ AÑO DEL SEÑOR/ DE 1625.
Tiene este claustro planta cuadrada, con cuatro arcos de medio punto por lado, montados sobre pilares, atendiendo a criterios clasicistas. Está centrado por un crucero y, en cada una de sus alas, hacia un extremo, se abre un arco que deja el espacio necesario para un altar; en un caso, en retablo del segundo tercio del XVIII, puede verse un Sagrado Corazón de Jesús, imagen que, previamente, respondía a la iconografía de Santiago peregrino. En tanto las esculturas de la Inmaculada, San José y San Antonio de Padua (ahora retirado de su lugar) se incluyen en otros tantos retablos, en este caso neoclásicos. Es en el año 1680 cuando se pintan en este espacio, las quince estaciones; en 1894 se cambiarán algunos de sus textos y se suprime la estación decimoquinta.
A partir de 1700, al este de este claustro, se añadirá otro y, además, con dirección norte sur, se le hace una nueva ala que es en la que se concretan los espacios propios del De profundis, refectorio y cocina. Tras diferentes reformas de esta parte, levantada por fr. Bernardo de la Iglesia, mantiene su esencia el refectorio, con el característico púlpito, a un lado. Y todavía puede verse en una de sus paredes una representación, pintada, de la Santa Cena.

3. COLEGIO SEMINARIO DE MISIONEROS
Es en 1701 cuando se funda como tal. Ello llevará a renovar su edificación. En 1705 se inició la obra de la nueva iglesia que cambia de emplazamiento y que, por 1756, se considera como “… primorosa, nueva, de singular claridad y luz … nueve ventanas grandes… todas tienen sus cortinas, para cuando se predique y esté la comunidad en oración mental”.
Se levanta con capilla mayor, rectangular, crucero, y nave de dos tramos. En la parte inmediata al crucero, en su lado de la epístola, cuenta con una capilla que se abre a la nave y, enfrente, se construye un arco para incluir, en él, un retablo En la nave existieron, además, ocho huecos en las paredes para disponer, en ellos, confesionarios, tapiados desde 1959, año en el que se cambia de lugar la reja que, hasta ese momento, dividía el espacio de la nave con respecto al crucero, con el que estaba enlazado por una puerta.
Ya en 1707 se le contrata a Pedro García la construcción de la bóveda del presbiterio, así como las inmediatas del crucero, lo que puede suponer que esa es la parte más adelantada de un templo, que no se terminaría hasta 1722. Llama la atención como, a sus pies, en el tramo de la nave que se corresponde con la cubierta del coro, se asume una formulación diferente, utilizándose una bóveda de casetones en esta parte, destacando dicha área, de este modo, especialmente.
En lo concerniente a su fachada, hacia el atrio, cuenta con una amplia ventana, que da luz al coro, y dos más pequeñas – encima de cada una puede verse un escudo de la Orden- a los lados de la puerta; sobre ésta se dispone una hornacina con la figura de San Antonio. Se remata con una sencilla cruz. La cantería se reserva para los huecos y para los laterales de la portada, así como para la torre campanario desde una determinada altura; quizás ello se deba a que estamos ante parte de una construcción reaprovechada; es muy posible que, tras ser desmontada, sea éste el campanario de la denominada, por Herosa, como iglesia vieja, con otra ubicación diferente, como se ha señalado. El que, para aquel antiguo templo, se rehiciese un campanario en 1696, por parte de Esteban Ferreiro, siguiendo las formas del de San Antonio da a Pobra ( hoy, reaprovechada en la parroquial de Xobre), y teniendo en cuenta las similitudes que existen, en el cuerpo de las campanas, entre éste de Herbón y la requerida referencia en el pertinente contrato, cabe reconocer, por una parte, que estamos ante lo encargado a Esteban Ferreiro, cambiándolo, pues, de sitio cuando se hizo la nueva iglesia.
A partir de la estructuración interna del templo se repartieron, ya desde un primer momento, su conjunto de retablos. Así se dispusieron tres en el presbiterio, cuatro en el crucero, uno en la capilla del lado de la epístola, en la nave, y enfrente, el noveno. El repertorio devocional se estructura teniendo en cuenta los intereses de dos ámbitos franciscanos complementarios: el del Colegio Seminario Misionero, por una parte; y el de la Venerable Orden Tercera, por otra. Y es que, como apunta Rey Castelao, es a través de la Orden Tercera como los frailes de Herbón afianzan, en su inmediato entorno, el desarrollo del franciscanismo. Teniendo en cuenta este criterio el retablo mayor y los del crucero atienden, sobre todo, a los intereses devotos del Colegio. En tanto los laterales del presbiterio así como los dos restantes – “… dos altares están de la reja, que es de hierro abajo”- responden, sobre todo, al tipo de culto propio del la Orden Tercera.
El retablo mayor es obra contratada a Jacinto de Barros y Mendoza en 1708 que tiene, en altura, tres niveles divididos en otras tantas calles. Sobre la custodia, en el centro, había, “un hermosísimo y bien crecido Niño Jesús, hecho en Nápoles, el cual tiene varios y preciosos vestidos” sobre el que se disponía una imagen de “Nuestra Señora de la Concepción” que, hacia 1960, fue sustituida por otra, debida a José Puente, del taller de Jesús Rivas. Ya en el segundo nivel se mostraba a San Antonio “en traje y postura de misionero (a la manera que está en el sello del seminario) con su varapalo grande con su cruz en una mano; el Niño Jesús en la otra y su Santo Cristo al pecho. Encima, hacia la cabeza de el santo están dos ángeles, que le están poniendo una corona de flores y brindándole el uno con una palma y el otro con una azucena. Cúbrese todo él con una cortina grande de tela rica llamada princesa, y las cenefas de medio tisú. Y de los dos lados están pendientes dos arañas de placa, cada una de cuatro luces”. No debe de pasar desapercibido esa intencionalidad, reconocida por Herosa, en una obra, en este caso, reciente, hecha por José Gambino, de presentarnos a un misionero, como referencia espiritual a tener en cuenta en este Colegio y que será objeto de un grabado de Luis Piedra hecho en 1802.
En esa parte central, en el tercer nivel, está “San Francisco en el sagrado misterio de sus sacrosantas llagas las cuales son de hierro, pintadas de encarnado para sostener el Serafín o crucifijo (Al margen “Hizose de nuevo año de 1758”). A los lados de la cabeza de el santo patriarca están dos ángeles grandes, y otros dos a los lados de San Antonio, todo ello con los escudos e las armas de la Orden, por no haber en este convento patrono ni otras armas algunas”. Es ésta una obra a relacionar, igualmente, con José Gambino y, una vez más, el texto de Herosa es sumamente ilustrativo ya que, igualmente en este caso, se perdieron los elementos complementarios que enriquecían el tema. También resulta de interés el modo en que se alude aquí a los escudos de armas, al subrayarse, con un cierto orgullo, que el Colegio no tiene patrono alguno.
En el lado del evangelio se presenta, en el primer cuerpo, “una medalla grande de los cinco Mártires de Marruecos” sobre la que se mostraba, originariamente, en el siguiente nivel, a Santa Clara y, encima, a San Buenaventura. En tanto, en el lado de la epístola, se presenta, en el primer cuerpo, “otra medalla grande de los siete Mártires de Ceuta”. Encima estaban la figura de San Bernardino de Sena y, más arriba, San Luis Obispo.
Por una fotografía, realizada hacia 1940, se sabe que, en ese momento, las imágenes de Santa Clara y San Bernardino de Sena se disponían sobre las puertas laterales, abiertas en la parte baja del retablo y que las figuras de San Buenaventura y San Luis Obispo habían descendido, en sus respectivas calles, al nivel medio dejando, en ese momento, la parte superior, en los laterales, a dos cuadros que presentaban el Sagrado Corazón de Jesús y el Sagrado Corazón de María. También llama la atención que, en esa misma fotografía, a los lados de tales cuadros, se presentaban dos esculturas más: en la parte del evangelio, Santo Domingo de la Calzada; y en la de la epístola, San Francisco.
Será el escultor José Aldrey quien, después de 1940, hace los relieves que sustituyen las representaciones alusivas al culto al Sagrado Corazón de Jesús y de María; mostrando en el lado del evangelio, al beato Juan Jacinto Fernández y, en el de la epístola, a San Salvador de la Huerta.
Los retablos que existían en 1717 a los laterales del presbiterio, pintados entonces, como el retablo mayor, por Benito Collazo, presentaban a San Luis, Rey de Francia, indicando Herosa que era la “…imagen y no (el) altar de la Venerable Orden Tercera. En tanto que , al otro lado se mostraba a Santa Rosa, “predicadora apostólica”, devoción también muy vinculada a la citada Orden Tercera, incidiéndose, en este caso, en su importancia como predicadora, algo especialmente valorado en un colegio de misioneros. Tales retablos fueron sustituidos por otros, que nos presentan, ahora, a San Francisco y a San Luis Rey de Francia, en obra vinculada a José Ferreiro; el modo de representar a Francisco, muerto y amortajado con el hábito franciscano, siguiendo la tipología promovida por Pedro de Mena, resulta muy acorde, tal como ha sugerido López Vázquez, con esa promoción del habito franciscano como mortaja que se impulsa desde un centro como éste.
También cabe vincular a los cultos especiales de la Orden Tercera, los del altar de la nave del lado del evangelio, inicialmente destinado al Ecce Homo y que se renovó, en 1931, con dos columnas nuevas de castaño. Este altar pasó a ser de San Benito en 1934 quien, desde entonces, lo preside. Nuestra Señora de la Soledad, con “cuatro ángeles con instrumentos de la Pasión y dos de la Orden” se disponía, en tanto, en la capilla del lado de la epístola; en este caso su retablo evoca al que Miguel de Romay hizo, para la misma devoción, en la catedral compostelana, dispuesto, originariamente, en el centro del transepto y, en la actualidad, en la capilla de Sancti Spiritus.
Volviendo al crucero, contó, desde un primer momento, con cuatro programas, tres en retablos y uno como encuadre de la puerta que da al claustro. En las paredes existentes a los lados del presbiterio, el del evangelio mostraba, en su apartado central, como culto principal el de la Inmaculada, en tanto que, al otro lado, se mostraba, como primera devoción, la de San Francisco Blanco, “…hijo esclarecido de esta santa provincia y de este Reino de Galicia”, algo a recalcar especialmente en un centro de estas características; fue martirizado en Japón, crucificándolo con otros 22 compañeros , en el año 1597 y no sería reconocido como santo hasta 1862. En el de la Inmaculada, en donde “había una imagen de la Purísima de perfil”, también se presentaba un “San Antonio procesional”, imagen que, en 1922, sería sustituida por otra, del escultor Jesús Rivas, en la que se tiene como modelo la representación del retablo mayor.
Ya, en estilo neoclásico, quizás a principios del siglo XIX, se harían, para los mismos lugares, otros retablos nuevos. En un momento inicial el del lado del evangelio debió de contar, en su lugar principal, con una representación de la Inmaculada que, después, sería sustituida por la devoción de San Benito. Arriba hay tres huecos; en el central se presenta a San José, y, a los lados, dos evangelistas, San Lucas y San Mateo. Arriba, en tanto, se muestra al Ángel de la Guarda. Ya en 1934 se dispondrá en el sitio previamente ocupado por San Benito una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, realizada en la Casa Reixa, de Barcelona.
Al otro lado, en la hornacina principal del retablo, en principio dedicado a San Francisco Blanco, se iba a colocar, en 1950, la devoción de Nuestra Señora de Fátima; se trataba de una imagen realizada por Enrique Carballido en 1936. Ahora se encuentra, en ese mismo lugar, una imagen de la Virgen de los Dolores, traslada aquí, pues, desde su retablo propio. Los tres espacios que hay encima presentan, en la parte media, a San Roque y, a los lados, a San Juan Evangelista y a San Marcos. Arriba, rematando el conjunto, se muestra, también, un arcángel; en este caso, San Miguel.
Si quien entra en la iglesia lo hace desde el claustro se encontrará, enfrente, presidiendo el centro del crucero, el retablo de nuestra Señora de Guadalupe, con una pintura, de buen tamaño, que la representa y que fue enviada por un padre misionero, Fray Andrés de Pazos y Montezelo, “… Predicador Apostólico de estos Reynos de la Nueva España Comissario del Santo Oficio de la Inqui(sici)on y Vice Comisario de Missiones”. El donante, reconocido por Herosa “… que fue de este seminario”, se había ido para Queretaro en 1714 y envía este cuadro en 1735. Desde el momento de llegar a Herbón se tuvo por esta pintura una especial predilección; el hecho de que formaba parte de un conjunto de obras que, en la travesía, se perdieron, y “… sólo el nuestro quedó sin lesión alguna”, le otorgó un valor añadido. Además la figura de quien lo había regalado - salido de las propias filas del Colegio, en sus primeras andaduras- suponía el reconocimiento de una actitud ejemplar. Y, finalmente, aquí se formaban misioneros que habrían de encaminarse, en tantos casos, a las tierras americanas; así pues, qué mejor modo que reconocer en esta devoción mariana una aproximación, desde el Colegio, al continente americano. Si la Virgen ocupa, entre estípites, el centro del retablo éste tuvo, en un primer momento, en su parte superior “…con sus banderas del santísimo nombre de Jesús, sus defensores San Juan de Capistrano y San Jácome de la Marca”; se trataba, también, de dos ejemplos a seguir. Ambos fueron insignes predicadores y habían sido reconocidos como santos recientemente; el primero, en 1690; y el otro, en 1726. Desconocemos si tales imágenes perviven. Fue en 1950 cuando se trasladó a esa parte alta del retablo el tema de San Francisco Blanco, momento en el que se localizaba aquí – y ahí sigue- la imagen de San Pascual Bailón, que originariamente estuvo en el conjunto escultórico existente en el otro frente del crucero. Hoy, también a un lado de la Virgen de Guadalupe, se ha dispuesto una imagen de Santa Clara.
Herosa escribe, que también se encuentra “…en el crucero, brazo del Evangelio, el de San Diego con San Benito de Palermo y san Pascual Bailón”, que, en aquel momento, 1756, aún recién hecho, está por pintar; el autor le denomina altar aunque, al menos en lo que se conserva, se trata del encuadre con el que se engalana la puerta al claustro, en el que se disponen las tres devociones citadas otorgándole un especial énfasis a la de San Diego, en el centro, mostrándolo ejerciendo la caridad, al estar dando pan al pobre. Ha de tenerse en cuenta, también, que, por entonces, Benito de Palermo, y desde 1712, era considerado beato, no siendo reconocido como santo hasta 1807. En tanto San Diego de Alcalá, que había sido misionero en Canarias, fue santificado en 1588 y San Pascual Bailón, en 1690. Son, en todo caso, tres ejemplos para los miembros de la comunidad franciscana.
También nos relata Herosa que “…de las rejas abajo está pintado el Via Crucis” y que, en la iglesia había hasta diez y seis confesionarios ya que, además de los ocho citados, inclusos en las paredes, había seis en las rejas y dos en el crucero. Un espacio diferenciable a considerar dentro del templo es el del coro alto, guardado, todavía hoy, por una celosía, en cuya parte central y alta, se dispone un Crucificado y que cuenta con una sillería de la primera mitad del siglo XVIII constituida por 41 sillas; había sido “… trabajada por fr. Jerónimo Penedo” y, en parte, fue arreglada en 1921. El órgano aquí existente estaba haciéndose en 1732.
Concluida la obra de la iglesia se va a levantar la sacristía, tras el altar mayor; es realizada por Fray Manuel de la Peña en 1730; ya, en su tiempo, se admiró su claridad y su bóveda rasa. Tiene forma rectangular y presenta, en uno de sus lados más largos arcadas concebidas para, ser cobijo, como es habitual, de la cajonería pertinente.
En paralelo a las obras de la iglesia, allá por 1711, se contrata la continuación de las obras del segundo claustro. El responsable de completar esta obra es Domingo Rodríguez de Seoane. Es el que Herosa, en 1757, considera que “no es muy cuadrado” señalando que, en ese año, “se mejoró e hizo de nuevo…”, reconociendo, a ambos, pequeños, y que, también aquí, había “un via crucis de madera pintado” – estas tablas se encuentran hoy en el convento compostelano, dispuestas en el coro, sobre la sillería-. En 1835 una parte del mismo claustro se dedicó a cementerio. También se vería muy alterado por las obras realizadas, ampliando el colegio, entre 1945 y 1950, lo que conlleva su reducción por su parte oriental.
Terminada la obra de la iglesia debieron de hacerse las de la Portería, con su pórtico delante, lugar de recepción, y de limosnas, y sobre el que se disponía la librería. Las tres arcadas que dan paso a dicho pórtico se alinean con la fachada de la iglesia. No pudo ser realizada esta construcción en tanto que el espacio de la portería, propiamente dicha, era el lugar en el que se disponía la primera iglesia, que debió seguir usándose hasta que el nuevo templo no se cubrió con las bóvedas que lo adornan.
También, a un lado del atrio, hay una fuente. En palabras de Herosa, su “… agua sale de las llaga de nuestro Padre San Francisco. Y en donde principia otro Vía Crucis de piedra”; sus pasos concluyen, ascendiendo por la pendiente, allí donde concluye el territorio franciscano y es aquí en donde se dispone, en un camarín, la representación de la Virgen de las Angustias, obra realizada por 1759 y que es el complemento perfecto a ese piadoso camino del Calvario, significado en todas y cada una de las cruces que, desde la iglesia, nos traen, de vuelta, hasta aquí. La fuente, en tanto, fue reformada, según una inscripción, en 1786. Todo este espacio eclesiástico, fuera y dentro del templo, cuenta con su principal esplendor en los días de San Antonio y de la Porciúncula.
Una ampliación más del espacio conventual consistió en añadir, en línea con la sacristía, una nueva ala, con dirección norte a sur, en la que según se recoge en 1862, había un epígrafe que decía: HIZOSE Á EXPESAS DE LA PIEDAD DEL ILUSTRISIMO SR. D. BARTOLOMÉ RAJOY Y LOSADA, ARZOBISPO DE SANTIAGO, 1767.
Es por 1746-1747 cuando se cierra la huerta en su delimitación actual. En su interior hay espacio para el bosque, jardines, huertas y, por supuesto, fuentes; allí en donde la pendiente genera una visión lateral de todo este conjunto, por la parte oriental, se localiza la que lleva el nombre de San Francisco, con una ornamentación evocadora de los años medios del siglo XVIII, en tanto que la denominada de San Antonio, en la zona alta de este espacio propio, adquirirá su forma actual por 1909.
En la parte meridional de la finca, allí en donde la muralla la delimita con respecto al próximo paso del río Ulla, es en donde se encuentra el área más ajardinada, presidida por una palmera, sucesora de otras en el tiempo y en el recuerdo de la que trajo desde Palestina aquel Fr. Juan Rodríguez de Padrón, en los años de la Edad Media, hasta este lugar impregnado de esencias franciscanas.


4. COLEGIO SERÁFICO.
No se libró este convento de la Desamortización por lo cual dejó de serlo por 1835. Será en 1865 cuando se le entrega al prelado compostelano, Miguel García Cuesta, y éste establecerá aquí un seminario. Años después, al devolverlo a la Orden, ésta trasladará aquí, ya en 1891, desde Louro, el colegio seráfico para aspirantes al hábito franciscano.
El hecho de que el también prelado compostelano, Martín de Herrera, complete la construcción realizada por uno de sus antecesores supone el uso de esa parte del convento como lugar para descanso de quien rige la archidiócesis compostelana. Como testimonio de tal presencia se ha mantenido, para tal espacio, la denominación de “Pabellón del Cardenal”. Martín de Herrera, que fue durante años arzobispo en Cuba, debió de encontrar en este rincón, con su gran palmera y feraz vegetación, un lugar que, en cierto modo, le habría de evocar su pasado antillano. Es por esa búsqueda de una particular valoración de la naturaleza desde lo construido como se entienden esos amplios miradores dispuestos hacia los lados sur, uno de ellos, y este, con cuatro hacia esta parte que mira, en definitiva, además de hacia las huertas y jardín, así como al devenir del río, a esa zona meridional de la construcción franciscana con la que este pabellón completa la forma de U, habida cuenta de que, sin esa área “episcopal”, más elevada por cierto, lo restante configura una planta en L, también habitual tanto en lo monacal y conventual como en el ámbito de lo pacego.
¿Quién pudo ser el arquitecto que levantó esta nueva parte? Cabe proponer, a nivel de probable hipótesis, la figura de Manuel Hernández y Álvarez Reyero, quien fue designado arquitecto titular de la archidiócesis de Santiago en 1897 y, dos años después, también arquitecto municipal de Compostela. Provenía de Astorga y allí, también, había estado dirigiendo la construcción del Palacio Episcopal proyectado por Antonio Gaudí. Qué mejor responsable para acometer, por lo tanto, no solo esta obra sino la dirección, en lo general, de la renovación que el propio Herrera acometía, por estos mismos años, en el compostelano Palacio de Gelmírez. También con la presencia de Martín de Herrera en Herbón ha de relacionarse la tribuna lateral del evangelio que se dispone en el presbiterio; un sitio, por cierto, relativamente próximo al de las estancias que ocupaba.
Las obras de reparación del colegio comenzaron en la primavera de 1939. Mas tarde, por los años 1945-1950, sus instalaciones crecerían ostensiblemente, con nuevas alas dedicadas, fundamentalmente, a aulas y área de dormitorio para los colegiales. También será, a partir de entonces, cuando, en la parte alta de su territorio, se generen espacios deportivos y se construya una piscina, en una zona media, en la suave pendiente que lleva hacia el río.

5. LOS ÚLTIMOS VEINTE AÑOS
En 1995 Herbón da por concluida su actividad colegial pero los franciscanos seguirán allí hasta que, en el año 2013, los dos últimos frailes que lo habitan reciben nuevos destinos. A partir de entonces la atención pastoral de este convento se hará desde el de Santiago. A los pocos días el Diario Oficial de Galicia hará pública su declaración como Bien de Interés Cultural. La redacción de un Plan Director habrá de orientar, ahora, su futuro, acomodándolo a tiempos nuevos, lo que no debiera de suponer, en un caso como éste, una lamentable ausencia del franciscanismo de, al menos, parte de su espacio que, sobre todo, ha de buscar el modo de ser sostenible.
Ha sido en el 2009 cuando un grupo inmobiliario manifestó su interés por convertirlo en un Hotel y, en ese mismo año, se crea la Fundación Convento de Herbón, bajo el protectorado de la Xunta, adscribiéndola a su área de Cultura. Por otra parte una serie de asociaciones, de un modo u otro, se han ido vinculando a este ya antiguo convento - el Seminario Galego de Educación para a Paz; la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago; Sementar; la Asociación de Pais e Nais de Persoas con Discapacidade Intelectual da Comarca do Sar (Amipa), Viravolta, y el Instituto de Estudios Irienses. - que cuenta, además, con una asociación de antiguos alumnos que mantienen viva su memoria.
Estamos, en todo caso, ante un templo que, sin tener funciones parroquiales, sigue manteniendo el culto; y con un espacio construido que ha de ser mantenido buscando el equilibrio entre su ser originario y lo que el futuro le debe de otorgar como función, desde un deseable bien pensando proyecto. Es tiempo, pues, de generar un esperanzador futuro sobre lo que, en este momento, en ciertos espacios, difícilmente se mantiene ya en pie. Un hospital de peregrinos, en una de sus partes, sirve, desde aquí, al denominado Camino Portugués.
II. PADRON
La hermandad de la Venerable Orden Tercera se constituye en Padrón en el año 1705, en directa relación con los frailes de Herbón. Hasta allí iban, sistemáticamente, a sacar en procesión a su patrono, S. Luis de Francia, en el día de su fiesta, además de tener en este mismo lugar, también, determinadas actividades.
Es en 1779 cuando, gracias a una donación de D. Gregorio Boquete, construirán su capilla en Padrón que, en su estado actual, cuenta con un presbiterio rectangular y una nave. Tiene un retablo, de carácter historicista, que dispone, en su calle central, sobre el sagrario, la imagen de la Inmaculada sobre la que vuela la paloma del Espíritu, y, más arriba, el abrazo místico de Francisco con el Crucificado. En las calle laterales están los patronos de la Orden Tercera: Santa Isabel de Hungría, en este caso en el lado del evangelio; y San Luis de Francia, en la parte de la epístola.
A cada lado del acceso al presbiterio se nos muestran las imágenes de San José y San Antonio. Tienen, por otra parte, una devoción importante, siguiendo lo usual, el culto al Ecce Homo, con una buena escultura que nos lo muestra, como es habitual en un caso como éste, en su condición sedente; es decir, como Varón de Dolores. Y, también, la Virgen de los Dolores, tan presente en los espacios de la Orden Tercera.

FICHA TÉCNICA

I. HERBÓN
Herosa, A., Memorial de las cosas notables de este Colegio de Herbón (1756), en SOTO PÉREZ, J. L., Transcripción, edición y notas. Liceo Franciscano, 193-195 (2012), pp. 11-590.

Páscoa (nombre de revista), 1996, Diversos artículos: Carbajo Núñez, O.F., pp. 45-48; Conde Roa, J., pp. 55-58; Rodriguez Carballo, J., pp. 133-136.

Singul Lorenzo, F. L., “O convento de santo Antonio de Herbón, proximación histórico-cultural”, Compostellanum, 56, n. 1-4 (en.-dic. 2011), pp. 755-805.

Decreto 151/2013, de 12 de septiembre, por el que se declara bien de interés cultural, con la categoría de monumento, el convento franciscano de San Antonio de Herbón, en el término municipal de Padrón, en la provincia de A Coruña. Diario Oficial de Galicia, 183 (2013), p. 37830
http://www.turgalicia.es/fotos/IMAGENES/FLASH/ARQUITECTURARELIGIOSANP/vr_61_herbon/index.html

II. PADRÓN
Rey Castelao, O., “Frailes y campesinos: el impacto de un convento rural a fines del Antiguo Régimen”, Semata, 9 (1997), pp. 279-306


Rey Castelao, O., “La Orden Tercera Franciscana en el contexto del asociacionismo religioso gallego en el Antiguo Régimen: la VOT de la Villa de Padrón”, Archivo Iberoamericano, 232 (1999), pp. 3-47.

IGLESIA DE HERBÓN
Horario de misas: Los domingos a las1 8.00 horas, en invierno y 20.00 horas, en verano


HOSPITAL DE PEREGINOS DE HERBÓN

http://caminodesantiago.consumer.es/hospital-de-peregrinos-de-herbon

CAPILLA DE LA VENERABLE ORDEN TERCERA DE PADRÓN
Horario de misas: Los domingos, a las 11.00 horas.

13 sep 2014 / 19:16
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