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Mariano Rajoy Brey. Expresidente del Gobierno de España

"Tenía pensado no repetir al terminar la legislatura anterior"

Su libro Una España mejor (Plaza & Janés) llega hoy a las librerías, incide en una entrevista en esa apuesta por el “vituperado bipartidismo” y advierte de que “al populismo no se le gana con más populismo, sino con moderación y sentido común”. Rajoy asegura que no quiere decirle a nadie lo que tiene que hacer, en referencia a la actual situación política, pero recuerda que él intentó en 2015 y 2016 “una gran coalición” por una España “moderada”, aunque la iniciativa la tiene que tomar “el que gana”, en este caso Pedro Sánchez. En el libro y en la entrevista rebate las críticas a su supuesto inmovilismo al frente del Gobierno y lamenta haber tenido que salir de la política con la excusa” de la moción de censura, en lugar de hacerlo de manera “ordenada” al final de la legislatura.

¿Por qué escribir este libro?

Yo no pensaba escribir el libro, de hecho nunca tuve un diario, nunca he escrito una sola línea sobre este asunto. Yo creo que me movieron tres cosas: la primera, la responsabilidad de dar tu versión de lo que allí sucedió. De hecho todos los expresidentes lo hicieron. En segundo lugar, quise recoger algunas convicciones y algunas ideas que pueden servir para el futuro, hablo de lo que creo que es bueno en política económica, el modelo de Estado y de la necesidad de consenso. En tercer lugar, un argumento más de andar por casa: si no, lo iba a escribir otro y probablemente no iba a ser tan generoso sobre mi persona como el que ha escrito este.

Lo que he intentado es que sea un libro riguroso, tomarme en serio a la gente y a la vez que se pueda leer, lo que en algunos casos es muy difícil, porque la ultraactividad de los convenios o algunas actuaciones del Banco de España generan una emoción justa.

¿El libro es sobre todo una reivindicación de Mariano Rajoy?

Pero no se ha hecho con ese objetivo. Claro que tiene una parte que sí, una de las razones no deja de ser una reivindicación. Es de prever que otros escriban sobre esta época, habrá versiones diferentes y pretendo que quede la mía. Usted dice que le hubiera gustado una salida "ordenada" del Gobierno, ¿Había decidido no repetir como candidato al final de la Legislatura?

Sí, estaba pensando no repetir como candidato, lo que pasa es que habría que ver cómo se producían luego los acontecimientos, pero la idea que tenía después de casi cuarenta años en la vida política es que era suficiente.

Además, los grandes objetivos que teníamos como Gobierno ya se habían conseguido, fundamentalmente revertir la situación de la economía española que estaba al borde la quiebra en el año 2012 y que luego fue capaz de crecer por encima del tres por ciento en los años 2015, 2016 y 2017, y sobre todo recuperar mucho empleo que fue el gran objetivo y para lo que nos eligieron los españoles.

¿Ordenada se refiere al partido?

No, con normalidad, después de cumplir los cuatro años previstos en la Constitución. Es evidente que yo salí con una moción de censura y hubiera querido hacerlo porque mi mandato se hubiera terminado. No obstante, hay dos cosas que me han satisfecho: no he salido del Gobierno porque mis compañeros de partido me hayan dado la espalda, cosa que me reconforta mucho, y a mí no me han echado los españoles. Yo, en unas situaciones de extrema dificultad, encabece la lista de un partido que ganó en el 2011 y luego en el 2015 y en 2016. A mí me echó una coalición del PSOE con partidos de extrema izquierda e independentistas, que eran más.

En el libro asegura que tenía muy claro que la moción iba a triunfar y que llegó incluso a estudiar la posibilidad de una dimisión. ¿Estaba dispuesto a dar un paso al lado si eso hubiese salvado el Gobierno del PP?

Hay un argumento que explica muy bien por qué la moción iba a triunfar. Cuando yo me presenté a la investidura en 2016 tenía en contra a toda la Cámara salvo a Ciudadanos y Coalición Canaria, que eran 170. Había 180 en contra. Lo que pasa es que el PSOE, en aquel momento, no quería pactar con los independentistas. Cuando vino un nuevo PSOE, que sí quería pactar y llegar al Gobierno como fuera, las cosas ya cambiaron.

Yo lo tenía muy claro, a pesar del papelón que hizo el PNV que tres días antes había aprobado los presupuestos y a continuación apoyó una moción de censura. Dimitir es una de las grandes cuestiones que se han planteado y sobre las que se ha dicho de todo, algunas cosas verdaderamente inverosímiles. Mi dimisión no hubiera servido para absolutamente nada, primero porque la moción de censura continuaría y Sánchez seguiría teniendo los mismos 180 votos.

Además, había un argumento que era decisivo, que yo no iba a dimitir y que mi Gobierno pasara a la historia como un partido que había sido cesado por una cuestión de corrupción cuando realmente la sentencia fue una excusa, porque en ella no se juzga al PP, ni se le investiga, ni nadie del Gobierno fue condenado, ni procesado, ni investigado, ni nada.

Aquella famosa comida, el día de la moción, visto en la distancia y con las críticas que recibió, ¿lo hubiese hecho de otra manera?

Yo hice exactamente lo mismo que cuanto Iglesias me presentó una moción de censura, defender la gestión del Gobierno y luego explicar cuales era las razones por las que el candidato alternativo no debía de ser presidente del Gobierno. Intervine en los dos turnos, llevé el peso de los dos debates cuando podía no haber intervenido en ninguno. Defendí mi gestión y expliqué por qué, en un caso Iglesias y en otro Sánchez, no debían ser presidentes del Gobierno, y después me fui. Mi papel ya había terminado y me fui a comer.

El rescate bancario, el 155 ¿Cuál fue el momento más difícil?

Es dificilísimo saberlo porque tuvimos que tomar decisiones de una enorme complejidad. Para mí fue duro, siete días después de llegar al Gobierno, hacer una subida de impuestos que no tenía previsto hacer y fue más duro incluso en julio en 2012, cuando estábamos a punto de quebrar, una reunión con la prima de riesgo por los aires, que tuve en Moncloa con todo el equipo económico. O hacíamos ajustes o España no iba a aguantar. Ahí tuve que decidir la subida del IVA, la supresión de la paga de Navidad de los funcionarios y unas cuantas decisiones que yo no tenía ninguna intención de tomar.

En los seis primeros meses de Gobierno tomé tres decisiones que yo no esperaba tomar y nadie las esperaba: subir los impuestos, nacionalizar parte del sistema financiero y hacer una gigantesca operación de deuda pública para pagar las deudas de comunidades y ayuntamientos. Se tomaron porque conviene no olvidarse de la realidad. Citando a Ortega "Toda realidad ignorada se cobra su venganza" y por tanto el gobernante muchas veces tiene que comerse sus propias palabras, porque eso es mejor que ignorar la realidad y actuar en contra del interés general.

En el libro, termina el párrafo en el que cuenta estas tres decisiones diciendo "no está mal para don Tancredo". La crítica sobre su supuesto inmovilismo le ha perseguido durante toda su gestión...

Sí, es el topicazo. Decir don Tancredo a un Gobierno que hace una ley de estabilidad presupuestaria, baja el déficit en seis o siete puntos, hace una ley de reforma laboral que no había hecho nadie, o por primera vez en la historia pone en marcha el articulo 155 de la Constitución, es estar instalado en el tópico y en algo peor que no voy a calificar para no ser impertinente y para que no salgan algunos atizándome otra vez más. Pero, dicho esto, sí es verdad que hay veces en que fui don Tancredo porque hay veces en que la mejor decisión es no tomar una decisión. Viví un caso que es paradigmático, que es el rescate. Criticarme a mí por no hacer nada en el tema del rescate cuando solo podía hacer dos cosas: pedirlo o no pedirlo. Si no lo pides es usted don Tancredo, no hace nada, no toma decisión. A veces me daban ganas de decir a alguno: sí, he tomado una decisión, lo que pasa es que es usted tan inteligente que no se ha enterado.

Sobre la moción de censura, dice: "Hice lo que tenía que hacer y no había nada más que pudiera hacer". Sobre Cataluña, ¿tiene la misma sensación?

En cualquier faceta de la vida es probable que siempre se pueda hacer más, pero en lo esencial hice lo que tenía que hacer y lo que podía hacer. Hay gente que critica, y mucho. De hecho, todavía no está el libro en las librerías y ya me están arreando por un lado y por el otro. Creo que si algo quedó claro, y me parece lo más esencial de Cataluña, es que la democracia española tiene instrumentos para defenderse cuando se la ataca. Antes nadie sabía lo que era el 155. Había quien decía incluso que era un artículo para no aplicarse nunca. Hoy todo el mundo sabe lo que es y, lo más importante, lo saben los independentistas. A partir de ahí, yo creo que el 155 que es un instrumento que ojalá no tenga que aplicarse nunca más porque sería la demostración de que no se hace lo que no se debe hacer, yo creo que se hizo lo razonable.

Yo podría hacerlo en solitario, tenía mayoría en el Senado pero me parece capital haberlo hecho por consenso, y era importante que no durara mucho su aplicación porque no es un artículo para cambiar el sistema de las autonomías, no es para liquidar las autonomías. Si alguien quiere eso, que presente una reforma de la Constitución.

¿Volvería a la política? ¿En qué país?

En este mismo. No, la gente ya se cansó de mí.

Hay incluso campañas en internet de gente que le echa de menos. Eso demuestra que España es un país con mucho sentido del humor.

02 dic 2019 / 22:37
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