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Variante de Noia con viaducto

    LA AUTOVÍA-CORREDOR de Santiago a Noia, posible sólo por el grado de bonanza económica que hemos atravesado en los últimos años, ha venido a culminar –no sin los siempre desgracidos oportunismos políticos– una vieja aspiración de los vecinos tanto de la comarca compostelana como de la ría de Noia-Muros.

    Para que esa demanda adquiriera de pleno las potencialidades que todos seguimos esperando de esta importante obra de infraestructura, la decisión de prolongarla con una variante que evitase Noia para el tráfico de tránsito fue decisión igualmente relevante –también trufada por intereses políticos afortunadamente superados y con acierto–.

    Y porque de justicia es reconocer los méritos de la obra a quien los tiene, hay que señalar que Alberto Núñez Feijoo, primero como conselleiro y ahora como presidente del Gobierno autonómico, es el responsable directo del proyecto y su realización.

    Convendría señalar de inmediato que la urgencia de la obra, más que en su discurrir entre Compostela y Noia, venía determinada por los sucesivos puntos calientes de Bertamiráns, Os Ánxeles y por supuesto Noia, donde los colapsos de tráfico eran prácticamente continuos y adquirían características de insufribles durante todo el periodo estival, a consecuencia del denso tráfico que de Compostela visita las playas de o Son y de Muros.

    Aunque podría concluirse que fue matando moscas a cañonazos, el hecho cierto es que la autovía –aún mitad corredor– eliminó aquellos dos puntos negros de Brión y Ames. Pero falta el de Noia, problema para el que se arbitró la variante que ahora no cumplirá su función si, como se sospecha, llegan los recortes al viaducto que debiera unir corredor y variante, dejando una rotonda que se colapsaría con los tráficos añadidos de Muros y la propia Noia convergiendo con los de Santiago y Porto do Son.

    Se alude desde la Xunta a que la frecuencia de tráfico no aconseja el viaducto hasta 2020. Argumento doblemente falaz porque para ahorrase un millón de pesetas se gastan 33 y no se soluciona el problema y porque, además, no hay técnico en su sano juicio que asegure que las retenciones en algunas fechas no superarán los 15 segundos, salvo que mida con ábaco, pizarra y reloj de arena. O no haya pisado la ría en su vida. ¿Se exigirán responsabilidades a esos técnicos cuando se demuestre lo errado de sus previsiones? ¿Cuáles? ¿Desconocen esos técnicos que algunas mejoras viarias tienen un efecto multiplicador sobre los resultados medibles en la actualidad?

    Y es justamente ahora, cuando se está en fase de enlace, cuando la obra debe completarse como fue concebida. No hacerlo supondrá, además de necedad, un dispendio intolerable.

    Feijoo tiene hoy una ocasión inmejorable para anunciarlo.

    Subdirector responsable de Área de Compostela

    22 mar 2012 / 20:57
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