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mis recuerdos

Vestimenta. Por Lope de Bonaval

    Los niños compostelanos pobres (que eran la mayoría) de los años de la posguerra teníamos dos trajes (más bien vestidos, blusa y pantalón corto), el de los domingos y el de diario. Por San José se estrenaba un vestido nuevo, y el hasta entonces traje de los domingos pasaba a ser de diario, que sustituía al ya más que raído usado durante todo un año, que a veces eran tantos los remiendos que era difícil averiguar cual fuera la tela primitiva.

    A los niños pequeños los "vestía" normalmente una costurera que venía varios días por las casas en las que se aposentaba comiendo y durmiendo y dándole a la Singer, generalmente movida a mano con una manivela.

    La "modista" de nuestro entorno era la señora Minia, a la que nosotros sin malicia alguna le llamábamos señora "Nimia". Tenía dos hijos, el llamado Luis, a pesar de su deficiencia mental alcanzó el grado de sacristán de la Capilla de las Ánimas. La señora Minia, nos pretendía convencer que con la gracia de Dios y agua y sal era suficiente para alcanzar la felicidad en este mundo. Suso, el de la joyería Paz de la Rúa del Villar le recomendaba que, para no tener problemas de subsistencia, se fuese a vivir a Villagarcía de Arosa.

    En algunas ocasiones, sobre todo en caso de un fallecimiento de un familiar cercano se llevaba ambos trajes, el de los domingos y el de diario a la Tintorería (España, Piadosa o Moderna) para teñirlos de negro para guardar el preceptivo luto riguroso. Casi siempre la tela encogía y además de luto se andaba de más "corto".

    Los "niños bien" pasaban del pantalón corto al largo vistiendo una temporada el

    "bombacho", que se recogía en el tobillo.

    Los adultos y adolescentes mayores, cuando eran gente rica o simplemente le gustaba presumir, iban al sastre. Los trajes eran confeccionados a medida, y no se entregaban hasta después de dos o tres pruebas.

    La compra de los tres metros de tela con sus correspondientes complementos para los forros era todo un rito. Cada familia tenía su comercio de "toda la vida".

    Las sastrerías de más tronío eran Fernández en la Rúa del Villar, Deus, en la Rúa Nueva y Touriño en la calle de Gelmírez. También tenía fama la de "Pepecillo", en la Rúa de San Pedro.

    En el mundo del vestir masculino, el lucir un traje de paño TAMBURINI significaba el máximo sello de distinción y prestigio por su calidad y buen gusto.

    Ya mozalbete a mí me hacía los trajes, e incluso un abrigo, el señor Inocencio que tenía la sastrería en la calle del matadero en el bajo de la casa en cuyo segundo piso vivía el astrónomo Don Ramón María Aller con un canónigo llamado Cañizares.

    Las mujeres iban a la modista que se inspiraba en los "figurínes" de las revistas especializadas de moda, que además contrastaban las ideas de cada temporada con los diseños de dos revistas argentinas, "Para ti" y "Maribel".

    La Sección femenina inventó en `pololo’. Era la prenda más típica de la posguerra que consistía de unos calzones oscuros que se ajustaban por encima de las rodillas.

    Las mujeres usaban esas medias de lana, algodón y seda. Una revolución fue la aparición del plexiglas (cristal plegable). Una fibra transparente como la seda, pero más flexible y duradera. Así nacieron las medias de nailon y el destape de las piernas femeninas.

    Lo malo era cuando se "soltaba un punto" o se "hacía una carrera" que había que llevar las medias a "coger los puntos"

     

    Llevar las medias con carreras o remendadas era señal de miseria, y más si las reparaba una mismo, imperfectamente, y de otro color, por no poder pagar a la «maestra de coger puntos».

    A mediados de los 50 aparece en Francia el Tergal, una fibra polyester cuyo nombre procede de "Ter" de polyes "ter" y "gal" de "gal"licus.

    Es muy resistente al desgaste y a las arrugas. Es fácil de lavar, no encoge, seca enseguida y no precisa plancha. Acumula mucha energía estática, la cual hace que se pegue al cuerpo y pierda caída."

    Los partidarios de la tradición siguen apegados al algodón, que al ser fibra natural es mucho más agradable en contacto con la piel, absorbe el sudor y se adapta con el uso, porque estira y encoje aunque requiera un poco más de planchado y durante un tiempo rechazan el tergal.

    20 ago 2010 / 16:34
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