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Se pusieron a la venta cerca de un centenar de monturas, con precios de entre 300 y 2.000 euros // Las diez pulperías presentes ofertaron sobre seis mil plazas para comensales sentados // Los feriantes confirman que cae la oferta TEXTO M. Outeiro

Hambre de San Martiño, con menos equinos y gran afluencia

  • 12 nov 2021 / 01:00
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A mediados del siglo XVI tenían un problema: A Maía era una tierra de cría de buena parte de la cabaña equina compostelana, pero el impuesto conocido como alcabala –del 5 al 10 % de la compraventa– obligaba a los dueños de equinos a tributar dos veces: como vecinos y en calidad de feriantes. ¿Solución? pues buscar un enclave fronterizo donde montar un nuevo foro para vender monturas que evitase las tradicionales, y vigiladas, ferias. Pues hoy, casi 500 años después, la carballeira teense de Francos sigue congregando a miles de personas y, en esta edición, sobre cien monturas.

Porque si todos los consultados coincidían en dejar claro que ha habido un bajón en el número de equinos en venta con respecto a antes de la pandemia, lo que parece que no ha caído, sino todo lo contrario, es la afluencia de gente, con caravanas de coches a mediodía por la N-550 que llegaba hasta Balcaide y As Galanas. Y una vez en el entorno de la feria del San Martiño, la masa de asistentes desbordaba en algunos tramos las previsiones más optimistas, complicando el tránsito peatonal.

Pero estas dos circunstancias se la traían ayer al pairo a Bernabé, un jinete padronés de 57 años que acudió a lomos de su yegua Duquesa de Extramundi, y que daba fe de la cantidad de equinos presentes cuando, coin 12 años, fue por primera vez a Francos: “Daquela sí que había moito animal de monte, cas trancas postas, e compramos un cabalo que nos costou 5.000 pesetas”. En esta edición los precios variaron entre los 300 que se pagaron por monturas enxebres, ponis o burros hasta los más de 2.000 por algún ejemplar de raza. Por ejemplo, para la yegua española de siete años que se trajo el teense de 37 años Luis Pereira se pedían 1.500 euros. “Vense menos exemplares este ano”, aportaba este veterano, incondicional del evento desde que era chaval.

Y cuando se habla de hambre del San Martiño acumulada durante la pandemia, no se trata de una frase hecha: otro de los alicientes para acudir a la carballeira volvió a ser el pulpo. Guerra comercializaba la ración a doce euros, un importe similar a la decena de sus compañeros que se dieron cita, y en cuyas carpas se alcanzaron “fácilmente las seis mil prazas sentados”, aportaba a este diario. Pero también maquinaria agrícola o productos locales que, en la carpa institucional, incluían galletas de nata, vino de la subzona Ribeira do Ulla, denominación Rías Baixas, o las tradicionales zocas.

Fuera, entre los puestos, también se comercializaron los productos típicos del cocido, como cacheiras a 3,30 euros o un kilo de chorizos artesanales por 8.50. Pero también pimentón, juguetes, ropa, aperos de labranza y, por supuesto, el libro de Laureano Oubiña sobre su verdad... con el autor en persona. Y, como no, rostros conocidos de toda la comarca, como el propietario del Hotel Scala, Luis Lois, moviendo el bigote. Entre los sucesos, en la víspera fueron trasladadas en ambulancia dos personas ebrias y en el día grande se atendió un infartado de 67 años.

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