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AQUELLOS MARAVILLOSOS AROS (113) > 1989. Gigante 11 veces All Star, estrella de la ABA antes de irse a la NBA, su gancho zurdo rivalizó con el de Jabbar // Habitó la zona hasta los 40 años y se retiró en Italia

Artis Gilmore, dinosaurio en Sarajevo

  • 12 oct 2020 / 01:00
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“Y cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí”. A veces ese cuento se convierte en realidad, es el más breve de la historia (es mentira pero de tan bueno que es bien vale exagerar como respeto al talento de su autor: Augusto Monterroso). Veamos.

En 1984, Michael Jordan debutó en una NBA donde Artis Gilmore paseaba sus 2,18 m. y 35 años con el mismo entusiasmo que una vaca mirando a un tren y con idéntica prisa. Virgo del 21 de septiembre de 1949, cuando Artis vino al mundo ya casi era más grande que la minúscula localidad donde apareció, Chipley, Florida. Si Jordan era el jugador afroamericano de nueva hornada llamado a hacer historia en el baloncesto y los negocios tras nacer en la NBA con un paz de Nike debajo del brazo, Gilmore era el elegido en el draft de 1971 como número 15 por Chicago en días de rivalidad profesional, con la ABA como liga alternativa en una época donde el baloncesto pro era menos seguido en EE.UU. que la misma NCAA. El veinteañero Artis, después de destrozar las estadísticas universitarias en Jacksonville, trataba de hacer valer las palabras de Martin Luther King Jr.: “He tenido un sueño”. Intentaba dejar atrás el racismo y la hambruna, lo hacía agarrado al reconocimiento que da el éxito en EE.UU. Más largo que un tren (le llamaban A-Train), promedió en cinco años en los Colonels de Kentucky 17 rebotes, 22 puntos y casi cuatro gorros, luciendo un pelo afro donde cabía una ciudad entera, barba de patilla bandolera y a veces cadena al cuello. Un icono que ganó el título en 1975.

De 1976 a 1982, brilló en los Bulls, con números algo inferiores porque había más nivel enfrente y porque venía de jugar todos los minutos del mundo y a ese paso, no aguantaría un viaje largo. Luego llegó a los Spurs y convivió como buen secundario ante la llegada de los pívots modernos (Ewing, Olajuwon...) conservando su gancho, que sin ser el de Jabbar, también caía dentro desde el cielo. En el curso 1987-1998 repartió el año entre Chicago y Boston, una leyenda de adorno, de ahí que, tras 909 partidos de NBA, le llegase un cheque de Italia, donde ya estaba otro All Star criado en la ABA, Bob McAdoo (Milan) y Artis, a sus 40 años, se retiró en Bolonia sin más títulos que el de leyenda de visita fugaz .Y así llegamos a 2002, un jugador de tantos se despierta y, de repente, se topa al lado a un dinosaurio benévolo Artis Gilmore.

Fernando Díez, pívot entonces del Claret Benimaclet (hoy en EBA) y además militar, es destinado a Sarajevo. Allí, la AFE (American Force Entertainment) organiza un torneo con equipos de varios países. El español se mete en la final y, al estilo American Way of Life, los norteamericanos invitan a dos leyendas: Artis y Spudd Webb. Y ese fue el penúltimo servicio de Gilmore a su país: el baloncesto.

ENTRENADOR DEL C.B. ANDROS BURJASSOT
Un partido de las estrellas junto a militares

INVITADO Fernando Díez, entrenador valenciano del C.B. Andros Burjassot, compartió equipo con Gilmore en 2002. Lo cuenta para EL CORREO. “Fue en Sarajevo, entonces, aparte de jugar en Segunda Nacional, era militar y estando en Bosnia se creó una liga en la base americana. A mitad de temporada se hizo un All Star y para darle más glamour y, tal y como son los americanos, trajeron a Gilmore y Spud Webb. Fue increíble. Yo jugaba en el Claret Benimaclet (hoy EBA) y venía del Alboraya y Burriana, de 2.ª Nacional. Era 3/4 (mido 2,01). Ese año me destinaron a Sarajevo a la base americana de Camp Butmir, donde había un contingente de unos 50 militares españoles, más los de otros países. En ese periodo se creó una liga de baloncesto con siete equipos estadounidenses (de varias bases americanas de Bosnia), uno italiano, uno francés, uno búlgaro, el bosnio, otro griego y el español. Como hecho adrede, coincidimos varios jugadores españoles que habíamos jugado en categorías relativamente altas y acabamos subcampeones tras el equipo estadounidense de Tuzla. A mitad de esa temporada que duró cinco meses se hizo un All Star donde participamos dos españoles y la sorpresa fue sumar a estos dos jugadores que estaban haciendo un tour por distintas bases. A mi me tocó con Gilmore, que se involucró más que Webb, charlando con la gente, bromeando y participando en el partido de forma más activa... con sus 2,18 m no tuvo problemas para reinar en la zona”.

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