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cine, tradición y un recorrido por la geografía española

Péplum legendario, épicas superproducciones de la edad de oro de Hollywood, disparatadas comedias, musicales, cine de autor e incluso algún título de animación. La Semana Santa es sinónimo de tiempo de vacaciones, torrijas y procesiones... pero también de cine. Y de uno muy concreto.

  • 28 mar 2021 / 01:00
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No están todas las que son... pero sí son todas las que están. Péplum legendario, épicas superproducciones de la edad de oro de Hollywood, disparatadas comedias, musicales, cine de autor e incluso algún título de animación.

La Semana Santa es sinónimo de tiempo de vacaciones, torrijas y procesiones... pero también de cine . Y de uno muy concreto. Y es que, como cada año, durante estos días de asueto, tiene lugar una suerte de bucle cinematográfico que motiva que a la televisión -e incluso en algunos casos al cine- regresen una y otra vez un puñado de títulos convertidos ya en clásicos de Semana Santa.

Grandes cintas como Los diez mandamientos (1956), de Cecil B. De Mille, o Ben-Hur (1959), de William Wyler, explotaron con éxito las Sagradas Escrituras cristianas, y no han faltado visiones polémicas como El evangelio según San Mateo (1964), de Pier Paolo Pasolini, o La última tentación de Cristo (1988), de Martin Scorsese. También ha habido musicales como Jesucristo Superstar (1973), de Norman Frederick Jewison; parodias como La vida de Brian (1979), dibujos animados y hasta una versión manga My last day (2001).

JESUCRISTO EN EL CINE MUDO. El género bíblico es tan antiguo como la historia del cine y, no en vano, la figura de Jesús de Nazaret ha sido una de las más tratadas por el Séptimo Arte desde el mismo momento de su nacimiento.

Los hermanos Lumiére filmaron en 1897 La Pasión de Horitz y conmocionaron al público del incipiente cinematógrafo con una cinta que tenía doscientos veinte metros de longitud de película y unos cinco minutos de duración.

Casi al mismo tiempo, la productora católica Bonne Presse encargó al realizador Lear otra película sobre Cristo, que se tituló Pasión, y que fue también estrenada en 1897.

Ambas versiones supusieron toda una conmoción para el público de entonces, a pesar, según destacaron los comentaristas de la época, de las expresiones ridículas y gesticulantes de los actores. Se tomaron como referencia las típicas estampas del Catecismo y se las puso en movimiento. Esto fue suficiente para impresionar a un público acostumbrado a ver las escenas bíblicas solamente en cuadros o grabados.

Tras varias incursiones en el cine religioso en Francia e Italia, sería otro de los grandes pioneros del cine, Griffith, quien tocase el tema de Cristo con verdadera espectacularidad por primera vez al incluir la Pasión en una de las cuatro partes de que constaba su histórica Intolerancia, de 1915. Para rodar las escenas de la subida al Gólgota y la muerte en la Cruz se contrataron a 3.500 extras, lo que elevó la producción a 300.000 dólares.

LA ÉPOCA DE LAS SUPERPRODUCCIONES. Después de Intolerancia, las cosas comenzaban a hacerse a lo grande, al estilo de Hollywood, pero el verdadero impulsor del género religioso centrado en Jesucristo fue Cecil B. De Mille, quien le dotó de la espectacularidad necesaria para acercarlo a los grandes públicos, a creyentes y agnósticos.

De Mille hizo dos versiones de Los diez mandamientos, la primera en 1923, pero pasaría a la historia del cine por su gran éxito de masas, su versión de 1956 en la que contó con un impresionante reparto encabezado por Charlton Heston en el papel de Moisés; Yul Brynner en el de Ramsés; Anne Baxter como Nefertiti; y Edward G. Robinson como Dathan. El único filme en el que el realizador incorporó plenamente la figura de Cristo fue Rey de reyes (1926), en la que Henry ByronWarner interpretaba a Jesucristo; Dorothy Cumming a María y Jacqueline Logan a María Magdalena.

En la estela de Cecil B. De Mille, la figura de Jesucristo sirvió para inaugurar nada menos que el cinemascope, una técnica revolucionaria que cambiaría para siempre la visión del cine.

El primer filme rodado en cinemascope fue La túnica sagrada, dirigido en 1953 por el cineasta alemán afincado en Estados Unidos Henry Coster y protagonizado por Richard Burton y Jean Simmons.

De la mano de Pier Paolo Pasolini, quien dirige en 1964 El Evangelio según Mateo, Cristo, interpretado por el actor español Enrique Irazoqui, se hace humano para el cine.

En la línea de lo expresado en una ocasión por Luis Buñuel, quien señalaba que si se pudiera hacer un filme sobre la vida de Cristo ateniéndose solo a los Evangelios, sin modificar una coma, tendríamos una visión de Cristo terriblemente explosiva, Pasolini realiza una de las más valoradas películas de la historia del cine sobre la vida de Jesús, con tantos defensores como detractores.

Un año más tarde de El Evangelio según Mateo, Hollywood vuelve a echar mano del tema de Cristo con una película cuyo título ya anuncia su carácter de gran superproducción: La historia más grande jamás contada, dirigida en 1965 por George Stevens, con Max von Sydow como Jesucristo.

UN MUSICAL Y UNA COMEDIA. A partir de la década de los 70, comienzan a rodarse las versiones más modernas de la historia de Jesucristo y también las que mayores polémicas han causado en todo el mundo cristiano.

Para empezar, muchos creyentes no entendieron en 1973 cómo era posible rodar la vida de Cristo en una versión musical sin rozar la blasfemia. Y es que el director norteamericano Norman Jewison -famoso ya por el éxito de otro musical, El violinista en el tejado (1971)- decidió llevar al cine la ópera rock de Andrew Lloye Webber y Tim Rice Jesucristo Superstar, que ya se había representado con éxito en todo el mundo.

Ted Neeley era aquel Jesús hippie que estaba al frente de un grupo de actores en el desierto del Negev en Israel, lejos de los escenarios fastuosos de anteriores producciones.

La espectacularidad volvió a ser el enfoque que eligió el italiano Franco Zeffirelli en Jesús de Nazareth (1977), con Robert Powell, como Jesús, y un reparto de lujo.

A finales de la década, en 1979, se rueda la versión humorística del grupo británico Monthy Python La vida de Brian, que cuenta cómo un joven nace en Judea, en un pesebre y casi al mismo tiempo que Jesucristo. Tres reyes magos confundidos por esta vecindad creen que este niño es el Mesías prometido, pero el recién nacido es sencillamente Brian.

LAS VISIONES MÁS POLÉMICAS. La controversia que provocó el ferviente católico Mel Gibson con su Pasión en 2004 es solo comparable a la causada por La última tentación de Cristo, dirigida en 1988 por Martin Scorsese.

Interpretada por Williem Dafoe en el papel de Jesucristo, la película causó polémica entre los católicos por las escenas en las que Jesús, en su delirio de muerte en la cruz, se imagina a sí mismo y a María Magdalena haciendo el amor, o a Jesús ya viudo, aceptando las propuestas sexuales de Marta y María.

La Pasión de Mel Gibson, sobre las últimas doce horas de la vida de Jesucristo (Jim Caviezel), consiguió generar polémica incluso antes de su estreno; las críticas le llegaron por todos los lados: la calificaron de anti-católica los católicos; de anti-semita los judíos, y de locura aquellos que no veían un mercado para un filme rodado en latín y arameo y que, por tanto, ha de verse con subtítulos.

en ruta por sus escenarios. La Semana Santa es época de viajar, de disfrutar de procesiones y también de ver películas. Al fin y al cabo, estos días las parrillas de las televisiones recuperan clásicos del cine para entretener a quienes deciden tomarse unos días de descanso en casa. Pero, ¿por qué no hacer las tres cosas a la vez? Es decir, ¿por qué no viajar, empaparse del espíritu de la Semana Santa y al mismo tiempo disfrutar del cine? Por eso hoy te proponemos esta particular ruta por los escenarios de algunas de esas películas típicas de estos días y que, por supuesto, se rodaron en España. Porque una afición no supone renunciar a otra, ¿no?

Prepara tu cuaderno de viaje y apunta: esto son los escenarios de cine de películas de Semana Santa.

Empezamos por el principio, la historia/leyenda/creencia que recrea la Semana Santa: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Muchas son las películas que han abordado a esta figura, ¿pero sabías que una de ellas, Rey de Reyes, se rodó íntegramente en nuestro país? Nicholas Ray dirigió en 1961 esta producción de reparto internacional y con presencia española: la andaluza Carmen Sevilla en la piel de María Magdalena.

La película, como tantos spaguetti western de la época o Indiana Jones y la última cruzada llevó a la gran pantalla los paisajes del desierto de Tabernas en Almería (la tentación de Jesús en el desierto). También los de Navacerrada en Madrid (el Gólgota o Calvario) o El Fresno en Ávila (el río Jordán).

Pero la localización más destacada fue, sin duda, la localidad madrileña Manzanares el Real, donde se recrearon las calles de Nazareth. El interés ecológico del municipio es innegable, en pleno Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Y el pueblo conserva la fortaleza medieval mejor conservada de la provincia, el Castillo de los Mendoza, edificado en el siglo XV sobre una antigua iglesia, y con una colección en su interior de tapices, pinturas y muertes que merece la pena visitar.

Rey de Reyes no es sólo una de esas películas que todos los años las televisiones reponen en estas fechas, sino también la primera cinta de gran presupuesto que se atrevió a mostrar la cara de Jesús.

De los inicios del primer milenio al final del segundo. En 1999 se estrenó Nadie conoce a nadie, thriller del español Mateo Gil ambientado en la Semana Santa sevillana y con Eduardo Noriega, Jordi Mollá y Natalia Verbeke en los papeles principales. Esta película, que cosechó bastante éxito en su día, es uno de los pocos ejemplos que recrean la Pasión tan típica de muchos lugares de nuestro país (no sólo de Andalucía, también, por ejemplo, de Zamora. Sin embargo, la mayoría de las escenas, sobre todo las que se transcurrían en el interior de las iglesias, se rodaron en Carmona, a cuarenta kilómetros de la capital hispalense, donde fue mucho más fácil conseguir los permisos pertinentes. Con sus casas blancas, sus restos romanos, sus ermitas y su recinto amurallado, la visita a Carmona no te dejará indiferente.

Nadie conoce a nadie sí mostró en la pantalla algunos lugares emblemáticos de Sevilla como la Plaza de Toros de la Maestranza, donde tiene lugar el crimen con el que arranca la historia. Se trata de una de las plazas más antiguas de España, construida en 1733 en estilo tardo-barroco, y apodada popularmente ‘la catedral del toreo’.

También el barrio de Santa Cruz, la antigua judería de calles estrechas y plazas acogedoras donde hay que dejarse perder. O el antiguo Pabellón de la Santa Sede (del Vaticano) construido para la Expo 92, y que fue demolido en el año 2008. Sus paredes acristaladas de 20 metros de altura quedarán para siempre en el recuerdo gracias al filme de Mateo Gil, aunque tampoco ahí salen bien paradas...

Su argumento no tiene nada que ver con la Semana Santa, pero Marcelino Pan y Vino no falta ningún año en la programación. La historia de este niño que todos los días da de comer a una figura de Jesús en la Cruz fue un tremendo éxito en su día y se llevó el Oso de Plata al mejor director (el húngaro Ladislao Vajda) en el Festival de Cine de Berlín.

La Alberca, uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Salamanca, es la localidad que sirvió para recrear plazas, ermitas y hasta el mercado que se ve en la película. Pero la gran protagonista del filme fue la ermita del Cristo del Caloco, en El Espinar (Segovia), que en la ficción era el convento donde Marcelino ‘atendía’ a la figura, y que en la realidad acoge cada mes de septiembre una romería de Interés Turístico Nacional.

Por cierto, que la propia figura de Jesús que vemos en la película puede visitarse en el Convento de las Carmelitas de Don Benito, un pueblo de Badajoz, gracias a un ingeniero de sonido de la película que logró hacerse con ella.

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