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Instantáneas de un antiguo San Andrés de Teixido

  • 02 oct 2022 / 01:00
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Los más viejos y estudiados del lugar destacan una y otra vez la antigüedad de las peregrinaciones a san Andrés de Teixido y su preponderancia sobre varios parajes sagrados de nuestra tierra, como A Virxe da Barca, A Pastoriza, San Campio, O Corpiño, Os Milagros de Amil, entre otros. Y hacen remontar el origen de sus ritos al neolítico incluso, aunque resulte difícil de probar, apoyados en la existencia de ritos de fecundidad, persistentes bajo algunas de sus tradiciones y costumbres, como la conocida herba de namorar y las propiedades del agua que sale de los tres caños de su cercana fuente. En fugaz travesía viajemos a la prensa de un pasado no muy lejano para encontrar curiosidades y noticias sobre este otro “fin del mundo”.

Refiere la tradición que la peregrinación a este santuario escondido entre peñascos es obligada, en vida o en muerte, por sí o por otros, sean humanos o animales (especialmente bajo la piel de lagartos, comadrejas y culebras). La Gaceta de Galicia (10-07-1882) menciona unos curiosos y misteriosos anuncios colocados en diversos establecimientos y en templos de las parroquias de Mera, Serantes, Maianca y Santa Cruz. Desde hace poco un vecino de Carral recibe la visita del fantasma de su hermano, recientemente fallecido, “en medio de las tinieblas y envuelto en fatídico sudario”, exigiéndole que se presente en el santuario de Teixido por la noche para cumplir penitencia. Y el buen hombre, sobrecogido de terror, ofrece nada menos que 12000 reales a la persona que lleve esta misión a cabo en su nombre.

Los numerosos peregrinos (entre 25000 y 30000, por los años 30 del siglo pasado, a decir de El Compostelano (13-06-1935)) que transitan hasta san Andrés de Lonxe , como también se conoce, han de dejar su firma en los amilladoiros posando una piedra con que, en honor a un voto, hicieron penitente el áspero camino. Los había que bajaban la cuesta que lleva al santuario de rodillas para acentuar el silencioso y resignado sacrificio ofrecido. Otros romeros, sin embargo, menos ascéticos, “a cada pedrusco que macera las piernas” respondían con un “malas centellas y demás denuestos del repertorio, contra el camino y el voto y hasta el propio santo”, escribe El Eco de Galicia (15-01-1922).

Los caminantes del XIX acudían a san Andrés de los lugares más distantes (de Portugal, incluso) a pie, “escasamente alimentados, pernoctando al aire libre y sucios por el polvo del camino” (EL CORREO GALLEGO (25-08-1885)). Esas condiciones higiénicas podían ocasionar algún riesgo para la salud pública, lo que aconsejó suspender la romería en septiembre de 1885, según EL CORREO GALLEGO (16-09-1885), debido a una epidemia de cólera que se extendía rápidamente por el país.

Las piernas y el caballo como medios de transporte fueron sustituidos poco a poco por el tren, el autobús y el coche para culminar la peregrinación. La prensa se hace eco de más de un desgraciado accidente automovilístico. Como un “autocamión” que de Oza dos Ríos se dirigía en 1924 abarrotado de romeros al santuario; a la altura de Pantín se fue por un terraplén, “después de tumbar un poste y pasar por encima del mismo”, quedando todos sus ocupantes heridos de gravedad, debido a la “imprudente y excesiva velocidad al llegar a una pronunciada curva” (El Ideal Gallego (23-09-1925)). O un autobús que, ya de regreso, chocó contra un tranvía en la inmediaciones de Freixeiro en 1935 (EL CORREO GALLEGO (06-09-1935)), con el resultado de doce heridos.

En 1927 Otero Pedrayo, Cuevillas, Risco y Ben Cho Shey realizaron su particular peregrinación desde Ourense hasta Teixido, viaje relatado después en el libro Pelerinaxes. La revista Vida Gallega (10-03-1931) da cuenta del itinerario a pie en procura del conocimiento de la propia tierra, su geografía, gastronomía, etnografía y sociología por parte de estos cuatro que no han elegido el camino, sino que han sido escogidos por él. “Adonde las campanas lo llaman el peregrino va, tropezando y cayendo, maltratanto su cuerpo y templando ascéticamente su espíritu, con la sensibilidad al servicio de una fe superior”.

El advenimiento de la II República llevó cierta violzencia a las tierras de Ortigueira. El señor párroco de Teixido, dice El Pueblo Gallego (25-04-1931), abordó a tres ciudadanos, “con perfidia en la intención”, inquiriéndoles sobre el nuevo régimen político. Uno de ellos confirmó que se había implantado la República y el sacerdote, furioso, intentó agredirle, objetivo que no logró gracias a la intervención de otras personas presentes, pero apareció más tarde, “escopeta en mano” y amenazas en sus labios, “no sabemos si para dedicarse a la caza de republicanos”. Parece que este presbítero entendió a san Andrés de Teixido como la puerta del más allá, pero por la vía rápida.

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