Número 50.000
ÁNGEL ORGAZ LÓPEZ / Periodista / Redactor jefe de Tendencias, Nacional e Internacional

Ensayo y vocación periodística a ritmo de tango

  • 16 jun 2020 / 01:24
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“Volver con la frente marchita/ Las nieves del tiempo platearon mi sien/ Sentir que es un soplo la vida/ Que veinte años no es nada/ Que febril la mirada, errante en las sombras/ Te busca y te nombra...”

Lo conocen, ¿verdad? Sí, es ‘Volver’, el famoso tango que compusieron el celebérrimo Carlos Gardel y el poeta Alfredo Le Pera, y que me viene que ni pintado para celebrar los 50.000 números de EL CORREO GALLEGO, en el que el año que viene cumpliré veinte años de dedicación profesional.

Veinte años no son nada para algunas cosas y son un tiempo infinito para otras. La verdad es que estas cerca de dos décadas prácticamente se me pasaron, como quien dice, volando, en un plis plas. Sin embargo, a poco que reflexione un poco, caray, anda que no son tiempo y tiempo veinte años.

Y no vean las diferencias del mundo de ayer al de hoy, absolutamente distinto al que transcurría aquel agosto de 2001 cuando aterricé en este bendito medio de comunicación, al margen de que las pandemias nos vayan a marcar, o no, para vivir lo que nos queda de futuro, que aunque no se lo crean, eso sí que es mucho.

Veinte años me dieron para momentos regulares, malos y, desgraciadamente, otros nefastos. Pero también los hubo buenos y excelentes. Los años duros, de sufrimiento, de esfuerzo y sacrificio que nunca imaginamos que pudiéramos llegar a vivir son los que terminaron de forjar mi carácter y forma de enfrentarme a la vida, ahora repleta de fuerza, valentía y con aún más ganas de luchar. Porque a la vida hay que ponerle buena cara, ganas y arrestos.

Y de esa manera logramos, entre todos los que hoy componemos la plantilla de EL CORREO, salir a flote, volver a la nueva normalidad -qué poco me gusta este término- y disfrutar como siempre, eso sí,de nuestro trabajo, dando lo mejor de nosotros a la sociedad en general y a Galicia.

Estos casi veinte años de dedicación profesional en la emblemática sede que fue el Preguntoiro y ahora en la vanguardista de Costa Vella fueron y son de aprendizaje, experiencia, y descubrimiento personal, algo a lo que contribuyeron sobre manera los excelentes compañeros que durante estas dos décadas me ayudaron a entenderme mejor y descubrir que la felicidad no se encuentra únicamente en uno mismo, sino en la comprensión y conocimiento de ese entorno que a diario nos rodea, nos arropa; ese círculo de convivencia y desarrollo personal y laboral que si no nos lleva a la sabiduría, sí facilita que seamos mejores personas con nosotros mismos, nuestras familias, nuestros amigos y nuestros colegas.

Afortunadamente, me quedan todavía unos años de trabajo con esa tranquilidad que da el oficio y la consciencia de aquello que se domina, con la convicción y la seguridad de saber dónde se pisa, cómo se pisa y que, además, no se pisa a nadie.

Pero no nos pasemos. Espero en no mucho tiempo seguir disfrutando de EL CORREO como lo hacen cada día miles y miles de lectores, sentados en casa, en el bar o en un parque descubriendo el porqué, el cómo, el cuándo, el dónde y el quién de la noticia, de la actualidad, de la realidad y, sobre todo de la verdad y la información veraz.

Sí, yo pertenezco a ese ejército de fieles seguidores del periódico de Santiago y Galicia, ese medio que lleva informando, cada día, de forma incansable desde hace ya 142 años y ahora cumple nada más y nada menos que 50.000 números.

Gracias a ustedes, amados y anhelados lectores, por seguirnos, leernos y contribuir a que nuestro trabajo sea un auténtico placer y nos proporcione ese bienestar de saber que estamos haciendo algo por nuestra sociedad.

¡Gracias!

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