Galicia

2022 va camino de convertirse en el año de menor criminalidad de este siglo

Hasta agosto solo se cometieron tres homicidios, según datos de Interior, cuatro veces menos que la media anual // Fueron 348 los asesinatos registrados en Galicia desde el 1 de enero de 2021 // Hubo todo tipo de fechorías contra las mujeres y niños // Pontevedra es la provincia donde ocurrieron más hechos delictivos

  • 24 sep 2022 / 22:24
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Solo tres personas fueron asesinadas en lo que llevamos de año en Galicia (a la espera de que se confirme de forma oficial el fallecimiento de un hombre en Baiona en el transcurso de una reyerta hace justo una semana) lo que puede convertir a este 2022 en el menos violento desde que se inicio el siglo y desde que hay datos estadísticos de criminalidad en el Ministerio del Interior; es decir, nunca antes se habían producido menos delitos con resultado de muerte, por homicidio o asesinato, en las cuatro provincias de nuestra comunidad.

De mantenerse la tendencia actual se produciría un hecho que puede calificarse de histórico: esos tres o cuatro fallecidos sería la cifra más baja jamás registrada cuando la media anual desde el 1 de enero de 2001, momento en el que los astrólogos consideran que se inicia el siglo, y el último día del primer semestre completo de este 2022, se eleva ya hasta los 16 hechos delictivos con resultado de muerte; es de cir, cuatro veces menos.

A esos tres crímenes hay que añadirle el asesinato de Clotilde Rodríguez Estévez, una vecina de Teis-Vigo de 81 años de edad, que fue asesinada por su marido, Ángel Martínez, de 83, en el apartamento que compartían en épocas de vacaciones en la localidad de Arona de Los Cristianos, en Tenerife Sur. Una víctima más de violencia de género ya que quedó demostrado que el hombre llevaba años maltratándola sin que hubiera trascendido. Un suceso que, aunque ocurrió fuera de nuestra tierra tiene un marcado acento gallego por sus protagonistas.

A reseñar igualmente, en estos últimos meses, el suceso protagonizado por José Eirín, un varón de 41 años que embistió su coche contra el de Jessica Méndez, una joven vecina de sólo 29 que falleció al día siguiente por sus heridas. El individuo había acosado previamente a la muchacha, que le denunció en su momento por haber pinchado las ruedas del automóvil de su padre y que tuvo que abandonar el domicilio familiar para no encontrárselo y sufrir las contantes provocaciones.

El 17 de marzo, Eirín la esperaba en su coche cerca de la casa de los padres de Jessi, en el concello de Portas, y cuando apareció en su automóvil se lanzó contra ella. Inicialmente se pensó que era un simple accidente de tráfico pero pronto los investigadores se dieron cuenta de que se trataba de un siniestro perfectamente calculado. El hombre fue detenido y permanece encarcelado acusado de un presunto delito de homicidio.

Hasta estas fechas, fue en 2018 cuando se contabilizó el menor número de víctimas mortales: solo 8 mientras que en 2004, 2013, 2016 y 2020 se sitúan a continuación, en la lista de menor criminalidad, con once crímenes mientras que el pasado 2021 tras el paréntesis del ejercicio anterior volvió a colocarse entre los más virulentos con 18 muertes violentas.

Las estadísticas del Ministerio del Interior reflejan fríos números, pero no ofrecen rostros sobre los que apoyarse. Pero los mismos números ya sorprenden. Entre las 00.00 horas del 1 de enero de 2001 y las 23.59 del 30 de junio de este 2022 se contabilizaron en Galicia 348 personas muertas (una más si se confirma el caso de Baiona) por, como les denominan las Fuerzas de Seguridad, homicidios dolosos y asesinatos consumados, lo que representa una media anual de dieciséis víctimas mortales. Más de trescientas vidas cortadas de raíz con tres años especialmente virulentos: 2002 (27 crímenes), 2003 (25) y 2008 (24). No obstante, la cifra tipo es de 18 hasta en seis anualidades distintas.

PONTEVEDRA EN LA CABEZA Y LUGO AL FINAL. Por provincias son las atlánticas, las más pobladas, las que lideran este macabro ranquin: 136 víctimas mortales en Pontevedra por 129 en A Coruña. En Ourense se registraron 48 por 35 en la provincia de Lugo, estas últimas son las únicas que pueden decir que algún año no contabilizó ningún suceso de este tipo como ocurrió en 2019 en la primera y en 2004, 2005, 2006 y 2015 en la segunda. De mantenerse la tendencia de este año se sumaría A Coruña, que a lo largo de este año no contabiliza ningún hecho violento de estas características.

Se incluyen en este repaso-resumn, con el que se actualiza el publicado el 4 de febrero de 2018 en estas mismas páginas, algunos sucesos protagonizados por gallegos en otros lugares de España como sería el triple crimen de Burgos, en el que fallecieron tres miembros de la familia Barrio dos Ramos, y del que durante algún tiempo fue sospechoso el único hijo superviviente, o las andanzas de Remedios Sánchez por Barcelona donde se convirtió en la última asesina en serie en aquella comunidad autónoma y, también, los truculentos sucesos protagonizados por Mónica Juanatey, por un lado , en Menorca y David Fuente en Oviedo, quienes mataron, descuartizaron y escondieron a sus respectivos hijos en sendas maletas

Hasta aquí los fríos datos que detrás esconden dos tipos de protagonistas: las víctimas inocentes y sus verdugos. Predominan los casos relacionados con la violencia de género, por lo que hay un número considerable de mujeres y niños entre los fallecidos. Y abundan, dolorosa realidad, casos estremecedores que se extraen del modus operandi, de la forma de asesinar, de los descerebrados que deciden atentar contra la vida de sus semejantes.

En esa larga relación de 343 crímenes cometidos, como es fácil de imaginar, hay todo tipo de circunstancias aunque sobre la autoría prevalecen las personas del entorno más próximo y como armas se utilizaron todo tipo de sistemas, desde una radial hasta una pistola, desde un palo hasta el ahogamiento.

Llama mucho la atención que algunos de los casos más sangrientos se cometieron contra niños con sus padres como protagonistas como los de David Oubel Rendo que mató a sus dos hijas pequeñas con una radial, Javier Estrada, que hizo lo propio con los hijos gemelos de su pareja o José Luis Deus Lage, que acabó con la vida de su pequeño quemándolo vivo en el interior de su coche para no entregárselo a su madre al día siguiente.

Hubo casos de ensañamiento con el agravante de que se introdujo lo que denomina delitos de odio. Aunque en el doble crimen de Vigo en 2006, cuando Jacobo Piñeiro acabó con la vida de dos jóvenes homosexuales, Issac Al-Dani Pérez Treviño y Julio Anderson Luciano, hubo un componente de este tipo, no fue hasta el 3 de julio de 2021 cuando un crimen homófobo alteró la vida en nuestra comunidad. Ese día una turba de jóvenes, varios menores de edad, participaron en el linchamiento hasta su muerte de Samuel Luiz, un muchacho de 24 años, convertido en un símbolo: todo se inició cuando uno de los acusados (todavía encarcelado) inició la agresión al grito de maricón.

‘Modus operandi’ del asesinato: de sierra radial a pistola pero predominan golpes con objetos, las puñaladas y asfixias
La mayor parte de crímenes ocurridos se resolvieron en las horas siguientes a la comisión de los delitos

El catálogo de formas y armas utilizadas en la comisión de estos 343 crímenes ocurridos en Galicia durante lo que llevamos de siglo XXI revela que los golpes brutales con todo tipo de objetos (incluidos los apuñalamientos) y la asfixia son los métodos que más emplean los criminales en Galicia. El uso de armas de fuego es poco habitual aunque fue el método utilizado por José Luis Abet, el autor del triple crimen de Valga, para acabar con las vidas de su exmujer, Sandra Boquete; su excuñada, Alba Boquete, y su exsuegra, María Elena Jamardo, el último de los asesinatos múltiples ocurridos en nuestra comunidad del que este 16 de septiembre se cumplieron tres años y está a la espera de juicio.

La recopilación de casos singulares (ver gráfico que acompañan estas páginas) descubre que se utilizaron todo tipo de artilugios como armas para acabar con la vida de esas personas a las que los asesinos consideran sus objetivos y los hay que traspasaron todos los umbrales de la lógica humana como aquellos que, directamente, quemaron vivas a las personas que mataron (como el caso de un padre coruñés que utilizó ese método para matar a su hijo antes que entregárselo a su madre de la que se había separado) o las acuchillaron o las ahogaron; no faltan casos con torturas incluídas, o el demente (¿se le puede llamar de otra forma a pesar de que en el juicio quedó demostrado que sabía lo que hacía?) del sádico de Moraña, David Oubel que decapitó con una sierra radial a sus hijas pequeñas.

Sorprendente el caso del sujeto que en Ourense fue envenenando a su socio y amigo día a día con estricnina en el vino que le ofrecía, o quien se ensañó con una prostituta tras contratar sus servicios, personas que se fueron de esmorga y acabaron arrojando a un río a su compañero de juega y hasta condenados que descuartizaron los cuerpos de las personas a las que habían matado previamente. Sin olvidar al sujeto (o sujetos ya que el hecho no fue esclarecido) que dejó una bomba casera, pero muy efectiva, oculta en una bolsa colgada en la verja del chalé de una pareja de Redondela: los dos fallecieron pero nunca se aclaró lo ocurrido ni los autores.

Y el último caso contabilizado este mismo año trajo un nuevo método: embestir con el coche saltándose un Stop el vehículo de la víctima para provocarle la muerte.

Es decir, prácticamente, todo lo que uno se puede imaginar para acabar con la vida de otra persona aparece en la larga lista de los 343 crímenes cometidos en Galicia en lo que llevamos de siglo.

RÁPIDAS DETENCIONES. EFICACIA POLICIAL. Por supuesto que, como en el caso anteriormente citado de la bomba-trampa, hay asesinatos que todavía no se han resuelto pero en esta larga relación de casos conviene destacar que la efectividad policial es máxima cuando los agentes se enfrentan a este tipo de crímenes de extrema violencia.

La mayor parte de los homicidios dolosos o asesinatos ocurridos en nuestra comunidad se saldan con la detención, la posterior puesta a disposición judicial y condena de los culpables. Los casi 500 días que tardó en aclararse la desaparición y muerte de Diana Quer fue una muestra de que los criminales no pueden bajar la guardia ya que los investigadores no archivan los asuntos pendientes y, por tanto, no deberían caer en la tentación de imaginar que su hecho delictivo fue perfecto.

De las tres docenas de casos más singulares analizados, en veinte de ellos, la Policía o Guardia Civil detuvieron al autor o autores en las 48/72 horas siguientes al momento del crimen como en el caso de Alfonso Basterra y Rosario Porto. El envenenador de la estrinina estuvo algo más de diez meses campando a sus anchas; el asesino de Xermade no llegó a tres; casi seis anduvieron en libertad los asesinos de los primos Feijóo de Cambados mientras que la mujer que mató a una amiga para quedarse con su bebé solo pudo disfrutarlo durante 37 jornadas.

Reseñable fue la resolución de la muerte de Monserrat Martínez, una joven cuyo cadáver apareció en un parque de Viana do Bolo con la cabeza destrozada tras haber sido golpeada contra un banco de piedra. A la muchacha la habían visto salir de un pub con Manuel Mouriño Faría y él fue el principal sospechoso durante un tiempo. Lo investigaron, lo detuvieron, pero los agentes de la Guardia Civil no fueron capaces de probar su implicación ya que tenía buena coartada.

Pasado un tiempo se fue de la localidad ourensana y, nueve años menos una semana después, fue detenido en Ibiza: había agredido a otra joven y la noticia llegó a los agentes gallegos que no habían aparcado el caso. Se desplazaron a la isla y lograron que confesara. Pasó tiempo pero se hizo justicia.

Algunos datos para una profunda reflexión

1 La muerte de Asunta Yang Fong a manos de sus padres, Alfonso Basterra y Rosario Porto, en Santiago en 2013, y la de Diana Quer en agosto de 2016 en A Pobra, obra de José Enrique Abuín Gey, fueron los dos casos que más interés despertaron.

343

personas fueron asesinadas en Galicia de forma violenta entre las 00.00 horas del 1 de enero de 2001 y las 23.59 del 30 de junio de 2022

27

fueron los crímenes cometidos en Galicia en el año 2002, en el que se contabilizó el mayor número de homicidios o asesinatos. Algo más de la mitad, 14 en concreto, se cometieron en la provincia de Pontevedra, 6 fueron en la de A Coruña, cuatro en Ourense y tres en Lugo

73

mujeres murieron en nuestra comunidad en crímenes considerados como violencia de género entre el 1 de enero de 2020 y lo que llevamos de 2022

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