Galicia

El maquinista que llevó el tren hasta Ourense: “Nada impedía entrar a la curva a 200 km/h”

En su declaración ante la jueza aseguró que la reducción drástica de velocidad que obligaba ese punto en A Grandeira era un tema frecuente de conversación entre compañeros // Mencionó que deben atender las llamadas del interventor // “El ERTMS es más fiable y el ASFA sin baliza no hace nada”

  • 27 oct 2022 / 01:00
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La comparecencia del maquinista Javier Illanes que llevó el tren de Medina del Campo a Ourense fue hasta el momento la más larga del juicio por el accidente del Alvia,e n el que murieron 80 personas y 145 resultaron heridas el 24 de julio de 2013.

En el interrogatorio, que se extendió durante algo más de tres horas y media, el testigo atribuyó toda la responsabilidad del accidente al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias por la señalización de la línea y la abogada intentó a través de sus preguntas desmontar sus argumentos. Más en concreto, su declaración se centró en la seguridad de la vía y el papel desempeñado por el conductor del Alvia, FrEl maquinista Javier Illanes, que ha mantenido momentos tensos en varios de los interrogatorios, principalmente con el fiscal y con la abogada del estado, afirmó que era “de dominio público” que la curva de A Grandeira estaba “desprotegida”.

Illanes manifestó que la vía “no era cien por cien segura” y que la reducción drástica de velocidad a la que obligaba la curva de A Grandeira era un tema frecuente de conversación entre maquinistas.

Al representante del Ministerio Público le ha negado que la formación hiciese hincapié en las peculiaridades de ese tramo en el que se produjo la tragedia. “Se comenta donde puede ser un punto de referencia (para iniciar el frenado de 200 a 80 kilómetros por hora) pero luego cada uno...”, dijo al respecto.

“Cada uno tomamos una referencia diferente”, enfatizó. Además, hizo hincapié en que la formación la hizo “con una máquina a una velocidad mucho inferior, a 140 por hora”.

Por su parte, el fiscal le ha replicado que en su declaración en el juzgado de instrucción dijo “que en los cursos de formación se ve cómo se hace (el inicio de la frenada) y dónde se frena”.

Illanes, que previamente estuvo sentado con el empleado de seguridad, el interventor y un mecánico, iba en el vagón técnico en el momento del accidente. Allí se encontraba comprobando si habían vuelto a saltar los equipos del aire acondicionado para “volver a resetearlos en ese caso”.

A pesar de que en ese viaje iba como un viajero sostuvo que si puede “echar un cable a un compañero” lo hace, “por el confort” de los usuarios, según señaló.

En cuanto a si conocía el punto en el que se encontraban cuando se produjo el siniestro, respondió al momento que no, aunque imaginaba que debían estar “cerca de Santiago” únicamente por el paso del tiempo desde que el tren había salido desde la estación de Ourense.

“OBLIGACIÓN” de RESPONDER AL TELÉFONO Este maquinista afirmó, también, a cuestiones de las partes, que “siempre” hubiera contestado en caso de ser él el que estuviera conduciendo y recibiera una llamada como la del interventor.

Y añadió que entiende que “una llamada dura lo que necesitan las dos partes para entenderse” y que la peligrosidad de esta “depende de donde te coge la llamada”. Con todo, insistió en que es preciso responderlas “mientras sea un tema de servicio”. “Es mi obligación y es a lo que me obliga mi empresa”, incidió.

Respecto a lo que le ocurrió a Garzón al responder al teléfono a la llamada del interventor, consideró que “seguramente se desubicó”, pero a pesar de ello puso el foco sobre la falta de señalización en la vía.

A mayores, indicó que entiende que no había “riesgo todavía” en el punto en el que le cogió el teléfono. “No hay ningún riesgo donde le hacen la llamada a Garzón”, explicó. “¿Dónde empezaría el riesgo?”, le han interrogado. “Cuando estoy haciendo la frenada. Dependiendo de las circunstancias del día....”, expuso.

Sobre la activación del sistema del “hombre muerto” y si este hubiese mitigado la magnitud de la catástrofe, Illanes explicó que “sería una temeridad” activarlo para frenar el tren.

Otro de los elementos sobre los que se inquirió al conductor fue la transición de los sistemas de seguridad ERTMS a ASFA antes de la curva de Angrois. Apunta que el primero obliga a reducir la velocidad y que es “mucho más fiable” mientras que el segundo “es un sistema de ayuda, no de seguridad de la categoría del ERTMS”. El sistema ASFA sin una baliza no hace nada. Nada impedía entrar en la curva a 200 km/h”. concluyó.

“en ese momento no existía ni señal ni baliza” A continuación, se ha referido al aviso de un jefe de maquinistas que está previsto que declare este jueves, José Ramón Iglesias Mazaira. “Entendía que esa curva estaba desprotegida y que había que tomar medidas”, apuntó, mostrándose “totalmente de acuerdo” con el informe que redactó. A la pregunta de si se podría haber evitado el accidente de haberse hecho caso a esta alerta, Javier Illanes fue tajante con un “por supuesto”.

A su juicio, esta línea “monótona” con viaductos y túneles “no era 100 % segura” y en concreto se trataba de un tramo complicado en el que después se introdujeron medidas de seguridad. Aunque “los medios existían”, en ese momento “no existía ni señal ni baliza”.

Por su parte, la abogada del estado le ha mostrado una guía de buenas prácticas sobre el uso del teléfono corporativo, y este maquinista afirmó desconocerla.

También subrayó que el accidente se produjo ese día pero, en las condiciones en que circulaba el tren, “pudo haber pasado en otro momento”, por lo que le habría “gustado” que se le hubiera hecho “caso” al jefe de maquinistas Iglesias Mazaira.

el mecánico nervioso Con anterioridad a Illanes compareció Francisco Sánchez, un mecánico que viajaba en el tren y que, visiblemente muy nervioso, respondió con brevedad a las preguntas de las parte. En resumen, aseguró que vio “todo normal” en la circulación aquel día. “No noté nada”, incidió, antes de constatar que segundos antes de descarrilar “empezó a moverse todo”. Además, aunque en una primera pregunta del fiscal mencionó que creía que se había dado el aviso de llegada a Santiago “porque los viajeros estaban ya en el pasillo viajando maletas”, posteriormente dijo que dudaba tras preguntarle lo mismo la abogada de Adif.

El interventor del Alvia que llamó a Garzón aseguró que no sabía de la existencia de la curva de Angrois
Marugán hizo la llamada porque “no tenía nada que hacer” // Niega que la ocultara a la Policía

Santiago. El interventor del Alvia accidentado en Angrois, Antonio Martín Marugán,fue el primero en declarar este miércoles tras un retraso de media hora en la vista.

Marugán contó que en el momento en que llamó al maquinista Francisco José Garzón Amo, justo antes del accidente, no sabía si estaban en una recta o pasando por una curva. “Yo en ese momento no sabía a ciencia cierta en qué punto kilométrico estaba”, ha dicho al fiscal Mario Piñeiro, y consultado por el motivo que le llevó a telefonear para facilitar la bajada de una familia en Pontedeume por el andén más cercano a la estación cuando esto iba a suceder más de una hora después, contestó este revisor jubilado que en Compostela tenía otras “gestiones que realizar” y en ese momento no estaba con ninguna. En todo caso, dejó caer que si supiera las consecuencias no la llamada no se habría producido.

Martín Marugán explicó además que él no negó la existencia de esa comunicación, con un sucinto: “No negué, simplemente no lo dije”. Sobre esta cuestión detalló que Renfe no les daba instrucciones sobre los momentos idóneos para llamar, siempre que fuese un acto de servicio.

Si el conductor le contestó, especificó, fue porque “no se vio presionado en ese momento de ningún peligro”. Pese a ello, afirmó Martín Marugán que podría haberle telefoneado Garzón Amo a continuación y no responderle obligatoriamente en ese instante, porque hay un registro, así que quedaría constancia de la llamada.

Acerca de la duración de ese diálogo, de 100 segundos, ha afirmado que no fue un “telegrama”, porque le explicó a Garzón lo que había, si era posible facilitarles la bajada, y la respuesta que obtuvo fue que sí. Añadió que podría haber hecho tal gestión con el centro de mando, pero también con el chófer, sería posible con ambos, así que decidió dirigirse a este último directamente.

Martín Marugán se ha esforzado en hacer ver que en ningún momento rechazó
la existencia de esta llama-
da y que había sido un problema de memoria y afirmó que si no se lo hubiesen dicho, hubiese rememorado por sí mismo tal hecho: “Igual si no me lo dicen, igual después me venía un flash”.

En su testimonio, Marugán, agente de acompañamiento en activo en esa etapa, corraboró que escuchó el aviso de megafonía de que el convoy estaba llegando a Compostela, pero en ese viaje “como cualquier otro”, sin nada “anormal”, no fue consciente de la velocidad inadecuada ni de que iban a pasar por A Grandeira. “Yo esa curva ni sabía que existía. Hasta el momento de lo que ocurrió no sabía ni que existía”, relató. Antes, en su misión de controlar la marcha, lo resumió en que no había nada raro.

Este trabajador manifestó que, tras el descarrilamiento, se bajó del tren por sus propios medios y que la visión era “esperpéntica”. No obstante, ha matizado que tuvo una sensación de “absoluto silencio”, cuando no era así. l.r.

El vigilante de Renfe dijo que la comunicación telefónica duró hasta el momento del accidente
Asegura que conocía la peligrosidad de la curva porque los maquinistas lo hablaban en corrillos

Santiago. Celso Cástor González, vigilante de seguridad del Alvia que estaba sentado al lado de Antonio Martín Marugán, manifestó ayer en su declaración que mientras hablaba el interventor con el maquinista se estaba anunciando por megafonía la llegada a la estación de Santiago y que escuchó la conversación “porque no era nada importante”.

Señaló que el interventor “podía haber esperado” para llamar por teléfono al maquinista para interesarse por la entrada en la estación de Pontedeume, donde bajaría una familia sobreuna hora después.

González respondió a preguntas del fiscal que “por desgracia” continúa en el mismo trabajo, después de la tragedia vivida, antes de advertir de que aquel día, previamente a llegar a la curva de A Grandeira, en el viaducto, notó “que la velocidad era más que la normal”.

En un servicio con “mucha gente”, en la víspera del Día de Galicia, este empleado afirmó que sabía que el tren “estaba llegando” a la capital gallega, entre otras cuestiones, porque “el tren va anunciando las estaciones” y algunos viajeros ya se encontraban de pie para recoger sus maletas.

“Creo que me acuerdo que según estaba hablando por teléfono (el interventor, junto a él, con el maquinista) se estaba anunciando (la proximidad de la estación santiaguesa). Justo en la llamada, en el transcurso de la llamada”, precisó. “Cuando anuncia la llamada es más o menos en el viaducto, en ese tramo. Próxima estación de Santiago”, dijo.

Este trabajador y el interventor de Renfe estaban “pegados”, según apuntó el primero, para quien “la conversación” con el maquinista no versaba sobre “nada importante” y por eso “no le importaba que estuviera a su lado”. Así, incidó en que estaba haciendo una llamada que él “podía escuchar perfectamente”.

En ese punto, el representante del Ministerio Público le preguntó si no le pareció “normal” esta llamada, a lo que ha respondido: “Está dentro del trabajo del interventor, pero podía haber esperado a Santiago o A Coruña, que lo iba a ver”.

En contra de lo que indicó el propio afectado, este empleado apuntó que cree “que la llamada no se acabó”, que maquinista e interventor “no colgaron el teléfono”. “Hubo un momento en el que no hablaba el maquinista y creo que tiró con el teléfono y frenó. Se notó el frenazo”, ha comentado, para a continuación agregar que “no se despidieron”.

En su opinión, el interventor no debió de guardar el teléfono en el bolsillo. “No creo que lo guardara en el bolsillo porque ya fue el accidente. Pero lo desconozco”, reconoció.

A cuestiones de las partes sobre si conocía la curva de A Grandeira, en la que se produjo el descarrilamiento, ha dicho que sí. En este punto, se ha referido a “corrillos de gente”, en alusión a maquinistas, en que “siempre comentan” este tipo de situaciones. “Y si sabes escuchar, pues escuchas”, evidenció.

Por otra parte, negó haber acordado con el interventor no revelar la llamada entre este y el maquinista. Aseguró que tuvo “un lapsus” tras el accidente y que en días posteriores se lo comenté a sus superiores. l.r / e.p.

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