Galicia
Sara Fernández-López Profesora titular de la USC y miembro del Foro Económico de Galicia

“El norte de la UE se siente como la hormiga y ve al sur como la cigarra”

{Ourense, 1972} Lleva casi un cuarto de siglo ligada a la USC y se presta, tras el paso de Antón Costas y de Santiago Lago, a analizar para EL CORREO GALLEGO lo que nos espera durante y después de la pandemia. Se integra también en el Foro Económico de Galicia, que estudia casi en tiempo real la evolución de la ‘coronacrisis’ y con sus primeros espadas asesorando a la Xunta sobre el camino a seguir para que la comunidad salga fortalecida de esta confinamiento. Buenas ideas no le faltan.

  • 20 may 2020 / 00:00
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¿Una recuperación rápida o lenta?

Quizás tan importante como el ritmo de la recuperación es el porcentaje que se recuperará. En mi opinión, para recuperar los niveles de actividad previos a la pandemia habrá que esperar a la aparición de una vacuna y/o tratamiento efectivo. Hasta que no estén extendidos, la recuperación en muchos sectores no podrá ser “plena” y, aun así, no sabemos cómo reaccionarán las personas. Ello puede provocar que haya sectores que, en un largo periodo de tiempo, no se recuperen. Por poner un ejemplo, pensemos en los viajes del Inserso que realizaban nuestros mayores y sostenían una parte del sector turístico en temporada baja, ¿Seguirá consumiéndose este producto aunque aparezca la vacuna? Ahora ya sí respondiendo a la pregunta, la recuperación, sea al ritmo que sea, siempre nos parecerá lenta.

¿Qué sector ve más vulnerables?

La hostelería, los hoteles, la industria cultural, de los cines y teatros los conciertos, los relacionados con el transporte aeronáutico, empleados domésticos, el textil... siendo rigurosos, el análisis no debería realizarse a solo a nivel agregado de sector, sino también al nivel micro o de empresas. Pensemos, por ejemplo, en un bar, o en una peluquería, esos negocios que han estado en todos los medios de comunicación estos días. ¿Afrontarán igual la salida aquellos que paguen un alquiler que aquellos que tengan un local en propiedad? ¿Aquellos que se hayan endeudado, por ejemplo, para una remodelación, que aquellos libres de deuda?

¿Hay que analizar caso a caso?

Lo que quiero decir es que, con independencia del sector, las empresas que tengan una fortaleza financiera suficiente como para aguantar una temporada, relativamente larga, sin generar ingresos, o ventas, al ritmo previo a la crisis, podrán sobrevivir a ella. En cambio, las que no tengan ese pulmón financiero pueden desaparecer. Y aquí se abre una dramática disyuntiva para los responsables de diseñar ayudas públicas para apoyar el sistema empresarial: ¿hay que apoyar a todas las empresas o solo a aquellas que tienen mayores probabilidades de superar la crisis?

¿A cuáles les irá un poco mejor?

En el lado positivo, habrá sectores que saldrán antes, como pueden ser los asociados a bienes básicos como la alimentación. E incluso los habrá que despeguen en la nueva normalidad como todos aquellos negocios que favorezcan el contactless de la sociedad. Por ejemplo, pensemos en el mercado que se abre si los restaurantes digitalizan las comandas. No solo estaría el diseño y venta de la aplicación correspondiente, sino también el contrato de mantenimiento, o la formación asociada a dicho cambio. O, por ejemplo, las empresas vinculadas con el sector de la limpieza industrial, desinfección de locales, .....

¿Ve paralelismos entre esta crisis y la iniciada en 2008?

En general son diferentes. Tienen causas distintas, las caídas provocadas en el PIB serán diferentes... sin embargo, desde un punto de vista social, comparten algunos rasgos especialmente dramáticos. En particular, cuando pensamos en quiénes sufren más las consecuencias de ambas crisis se repiten algunas pautas. En 2008, los más afectados fueron los trabajadores de sectores como la construcción, muchos de los cuales tenían una formación reducida que limitaba su capacidad de reciclaje para reincorporarse en otros sectores. Si pensamos ahora en una parte significativa de las personas empleadas en la hostelería, sector de los más perjudicados por la covid-19, a día de hoy se repetiría dicha pauta.

¿Y el impacto social?

Es todavía más visual, pensemos en los hijos de los colectivos más afectados. Desde 2008, muchos colegios empezaron a desempeñar un nuevo rol, el de comedores sociales, garantizando, al menos, una comida completa diaria a los niños de las familias más desfavorecidas. A día de hoy, siguen siendo los niños de estas familias los más perjudicados. Con el cierre actual de los colegios, en algunas ciudades se ha tenido que buscar medios alternativos para seguir proporcionando una comida diaria a estos niños.

¿Ha ido a peor?

Bajo mi punto de vista ahora la situación es todavía más perjudicial para ellos, ya que fuera del rol de comedores sociales, las escuelas son quizás el mejor instrumento público para favorecer la equidad de la sociedad. En el colegio, los niños tienen acceso a un ordenador, del que quizás carecen en casa, o a internet,.....o aquellos medios que van a favorecer su formación. Durante unas horas, las desigualdades de sus hogares de procedencia desaparecen. ¿Cómo se garantizará la igualdad de oportunidades en la escuela de la nueva normalidad?

¿Hasta dónde puede escalar el paro y caer el empleo?

No me atrevo a hacer predicciones en ese ámbito. Ya está en niveles muy elevados y va a depender de cómo evolucione la situación; si hay rebrotes fuertes o débiles y, puesto que se da por hecho, cuándo.

¿Es positivo cubrirnos con ERTE y ceses bonificados de autónomos?

Sin duda la medida ha sido muy acertada y evitó una pérdida de empleos mucho mayor. Sin embargo, no es sostenible durante un periodo muy largo de tiempo, o al menos no es sostenible a un coste que nos podamos permitir. Como indicó recientemente Roberto Rubio, director general en Óptima Previsión, no hay que olvidarse de otras herramientas ya a disposición de las empresas antes de esta situación. Como ejemplo, señala los planes de prejubilación que favorecerían la salida, mejor aceptada, de trabajadores de mayor edad y, al mismo tiempo, el rejuvenecimiento a un coste razonable de las plantillas de las empresas, mejor preparadas para adaptarse a la digitalización que se impone. Habría que revisar y adaptar la normativa ya existente.

¿Por qué países con deudas en relación a PIB similares a las de España e Italia se oponen a ayudarnos en plena crisis sanitaria?

No se oponen, sino que no nos ayudan como, o en la medida, que nosotros queremos. ¿Qué haríamos nosotros en su lugar? Voy a poner un ejemplo, imaginemos que tenemos un amigo que, si bien no despilfarra, no hace mucho que se permitía algunos excesos. Por el contrario, nosotros siempre estamos mirando el euro” para no gastar demasiado y ahorrar dinero para las vacas flacas. Este amigo nos pidió dinero no hace mucho, pongamos que en 2011, y claro, como además de amigo es cliente y tampoco es cuestión de que no nos vuelva a comprar, se lo dejamos. No ha pasado mucho tiempo, y nos vuelve a pedir dinero. Y la verdad, nosotros también lo estamos pasando mal, porque la pandemia nos afecta a todos. ¿Le daríamos la ayuda sin ningún tipo de condición? De un modo muy simplificado, es una historia tan antigua como la propia humanidad. Nuestros amigos del norte lo ven como la fábula de la cigarra y la hormiga, mientras que algunos desde el sur interpretamos dicha fábula como lo hacía Javier Barden en Los lunes al sol.

Investigadora de referencia

Se unió a la USC allá por 1996 como profesora contratada, y antes incluso trabajando como investigadora universitaria. Recibió su doctorado en Finanzas en 2001 con una tesis sobre la financiación de la educación superior. En 2018 se convertía en profesora asociada. Sus intereses de investigación están principalmente en tres áreas principales, transferencia de tecnología, emprendimiento académico y finanzas personales, contando con decenas de artículos de referencia internacional publicados en revistas como ‘Frontiers in Finance and Economics’, ‘European Journal of Finance’, ‘Journal of Enterprising Culture’, ‘Journal of Money’ o ‘Investing and Banking’, entre otros. Es codirectora del Master en Banca, Finanzas y Seguros de la USC.

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