Galicia

¿Fue el de Manuel Salgado, acribillado en un garaje de Vigo, un crimen perfecto?

La Policía siempre sospechó de la exmujer y la detuvo junto a su nuevo novio como presuntos autores, pero no existían pruebas suficientes // Ella se había quedado con la mayor parte de su patrimonio, incluido el Colegio Lar

  • 05 oct 2020 / 00:00
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Manuel Salgado Fernández, 56 años cuando ocurrieron los hechos a principios de este siglo, era una persona muy querida en Vigo a la que solo se le conocía un enemigo: su exmujer Marisol P.E. Una separación tormentosa dio paso a un divorcio en el que ella se llevó la mayor (y mejor) parte que incluía el prestigioso Colegio privado Lar en Mos, del que Manuel era dueño y director. Durante muchos meses Manuel vivió un auténtico calvario que le llevó a denunciar a Marisol por espiarlo y hacerle la vida imposible. Tan evidente era el acoso que las distintas instancias judiciales (incluido el Tribunal Supremo) le dieron la razón y acabaron condenado a la exesposa a dos años y medio de prisión y al pago de una indemnización de 10.000 euros al denunciante por un delito consumado contra la intimidad.

Tras el divorcio, Manuel Salgado quedó prácticamente en la ruina mientras que ella, autonombrada directora del citado centro educativo se permitía todo tipo de lujos acompañada por su nueva pareja, Jaime G.S., un individuo con antecedentes por tráfico de drogas.

Pese a que a la mujer no le faltaba nada y que él tenía que trabajar duro para rehacer su vida, según familiares y amigos de Salgado, ella no dejaba de atosigarle. ¿Hasta qué punto? Eso solo lo sabe Marisol P.E., pero lo cierto es que el cuerpo sin vida de Manuel Salgado Fernández fue localizado a las ocho y cuarto del viernes 2 de abril de 2004 en el interior de un garaje en la calle Rosalía de Castro de Vigo, en las inmediaciones de la plaza que tenía alquilada la víctima que trabajaba en una asesoría de seguros próxima.

A Manuel le dispararon desde muy cerca en la cabeza, a bocajarro. La acción con un arma del calibre 22 fue tan certera como letal: los forenses localizaron dos balas alojadas en el cerebro. A la víctima no le robaron nada ni había indicio alguno de que hubiera podido tratarse de un atraco ni una disputa. Aquello parecía otra cosa: un asesinato por parte de alguien que conocía muy bien las costumbres de Manuel.

Los investigadores trabajaron en esa dirección y ya en el atestado inicial se decía que “El homicidio de Manuel Salgado requirió que los autores tuvieran conocimiento completo y exacto de los movimientos y horarios de la víctima, tanto por el lugar en que fue asesinado, como por la franja horaria en la que se produjo el hecho”. En el mismo lugar de los hechos, los agentes de la Policía pudieron avalar la teoría inicial: el encargado del aparcamiento les hizo entrega de un casquillo de bala que habían encontrado días antes en el mismo lugar. No hubo ninguna sorpresa que eran del mismo calibre y serie de los utilizados para acabar con la vida de Salgado. Estaba percutido pero, por alguna razón, no llegó a dispararse, aunque sí saltar del arma. Es decir, alguien había intentado matarlo antes.

Con todos estos ingredientes, los investigadores no tuvieron más que acudir a los archivos para comprobar que Manuel Salgado Fernández había presentado varias denuncias por amenazas contra Marisol y, sobre todo, su nuevo novio. Los testimonios de familiares y amigos de la víctima también fueron esclarecedores: todos coincidían en relatar la pesadilla que sufría el hombre acosado permanente por su exmujer y su pareja. Con burlas grotescas y duras amenazas. “Como un yogurt, mi vida tiene fecha de caducidad”, le dijo Manuel a un compañero de trabajo que acudió a declarar a la Comisaría de Vigo tras conocer el crimen. Salgado sentía que le estaban vigilando, que su exmujer no pararía hasta completar su amenaza: “Te quité todo pero no pararé hasta acabar contigo... verte bajo tierra”.

Eran tantas las evidencias que los agentes pocas horas tardaron en proceder a la detención de los principales sospechosos. A Jaime G.S. cuando salía de la casa que compartían y a Marisol P.E. la fueron a buscar a su despacho del Colegio Lar para que acudiera a declarar a las dependencias policiales. “No os preocupéis, pronto volveré”, dicen que les dijo a sus colaboradoras más estrechas de forma altiva cuando los policías la acompañaban para tratar de aclarar el asesinato de Manuel Salgado Fernández.

Marisol entró como testigo pero allí mismo fue arrestada “a la vista de los evidentes indicios que llevaban a pensar que existía la posibilidad” de que estas dos personas “pudieran tener algo que ver con el fallecimiento de la víctima”, se decía en el auto en el que se acordaba su imputación y la de Jaime G.S.

Los agentes agotaron el plazo para mantenerlos detenidos en busca de pruebas concluyentes que avalaran lo indicios existentes. Pero los sospechosos tenían una coartada firme: habían permanecido en su casa durante las horas anteriores y presentaron como testigos a la empleada de hogar y a un peluquero a domicilio, que ratificaron sus versiones. En el lugar del crimen no se localizó ninguna huella ni rastros consistentes que permitiera inculparlos en lo que todos pensaban que era “un crimen por encargo”

La Fiscalía pidió su puesta en libertad y la jueza del Juzgado de Instrucción número 4 de Vigo les dejó en libertad, aunque seguían como imputados. A lo largo de los meses siguientes los agentes trabajaron en el caso día tras día pero nada sacaron nada en limpio pese a las complejas investigaciones: nada en las colillas localizadas, nada en las balas utilizadas, no hubo llamadas sospechosas y no había cámaras de seguridad en el garaje ni en las inmediaciones que pudieran aportar algo de luz.

Familiares y amigos de Manuel señalaban en la dirección que apuntaba la hipótesis policial inicial, pero Marisol y Jaime defendían su inocencia. En 2006, dos años después, la Audiencia provincial decidió el sobreseimiento de la causa por lo que los dos sospechosos dejaron de serlo.

Peso a todo un auto de la instructora dejó una puerta abierta a reactivar lo que siempre pareció un crimen por encargo: “Si aparecen nuevas pruebas o testigos” se volverá a investigar ya que “es evidente que se produjo un crimen”. Pasaron ya 16 años y aunque el delito aún no prescribió... ¿Se franqueará algún día la puerta que permita aclarar quién mató a Manuel Salgado? ¿Alguien se atreverá a dar ese paso?

¿Cuál pudo ser el móvil?

··· La Policía barajaba como posibles móviles, además de las denuncias por amenazas que él había presentado en los meses previos, que Marisol P.E., tras la sentencia que le condenaba por espiar a su exmarido, necesitaba el perdón para acceder al indulto que había solicitado para no ingresar en prisión y él se lo negaba. Existía también otro litigio, que se resolvió apenas un mes antes del crimen, por el que la Audiencia de Pontevedra obligaba a la mujer a devolver a su exmarido numerosos bienes que había ella recibido mediante una escritura notarial que, según los jueces, era nula de pleno derecho. Eran unos bienes que, supuestamente, él le había transferido pero que presentaban sospechosas irregularidades. Por las fechas del crimen tenía que ejecutarse, es decir, devolverlos...

El asesinato fallido de Josep María Mainat a manos de su joven esposa

La pasada semana se desvelan todos los aspectos que permanecían ocultos a ojos del resto de los españoles, aunque en círculos de la sociedad catalana se venía hablando de desde el verano del final del tormentosa relación de Josep Maria Mainat i Castells (73) y Ángela Margarita Dobrowol- ski Garrido (37 años).

Mainat, humorista en el Tricicle, se convirtió en una de las figuras más relevantes del sector audiovisual. En mayo de 2012 se casó con la alemana Angela Dobrowolski y desde entonces ambos mantenían una relación aparentemente idílica que habría terminado en un supuesto intento de asesinato.

Fue la noche del 22 de junio cuando Mainat, que es diabético recibió entre dos y cuatro dosis de insulina provocándole un cuadro de hipoglucemia y un posterior coma. Su mujer, presuntamente, habría provocado la sobredosis al descubrir las intenciones de divorcio de Mainat ya que podría perder sus derechos sobre la herencia. El productor fue trasladado a un hospital y su hijo mayor presentó una denuncia ante los Mossos al observar actitudes extrañas en Angela. Los agentes han visionado hasta cinco cámaras de vigilancia de la vivienda constatando como su mujer entra varias veces en el dormitorio de Mainat.

Drobrowolsk, estudiante del último año de Medicina, asegura que es inocente e incluso que con esa acción le salvó la vida. Podría ser acusada de un intento de asesinato en grado de tentativa y alevosía además de una presunta estafa, ya que está acusada de retirar hasta 4.100 euros mediante talonario hecho por el cual fue detenida por segunda vez el 21 de septiembre. Pero su imputación no es tan fácil, afirman desde el Foro Español del Delito, ya que en este tipo de acciones criminales el acusado suele argumentar que se sobrepasó con la dosis suministrada logrando la pena por homicidio imprudente o incluso la absolución.

Pero la última noticia desvela la detención, por violencia de género a su pareja, del presunto amante de

Angela. Otro ingrediente más.

mató a su pareja: estorbaba en su nueva relación

Fue uno de los casos más sorprendentes de los que vivimos en España en los últimos años. Los restos de un agente de la Guardia Urbana de Barcelona aparecieron calcinados en el interior de su coche en una pista forestal junto a un pantano. Fue una enorme sorpresa que se agrandó cuando, agentes de los Mossos detuvieron a la que era su pareja, Rosa Peral, y a un colega del cuerpo, Albert López. Rosa, mujer insaciable, mantenía relaciones paralelas con ambos varones hasta que, por alguna razón, decidió que Pedro Rodríguez, la víctima, “por diversas razones obstaculizaba su relación y situación”, según la sentencia por la que condenaron a Rosa Peral a 25 años de cárcel y a Albert López, su nuevo amante, a 20.

A lo largo del mes de abril de 2017 planearon su muerte y “de forma voluntaria y consciente por ambos acusados” la llevaron a cabo en la madrugada del 2 de mayo tras un ataque “violento” con un “objeto contundente” en el mismo apartamento que compartían el asesinado y la verdugo.

En base al veredicto del jurado, considera que los acusados “efectuaron su acción de atacar a su víctima cuando la misma estaba dormida, narcotizada o inconsciente por haberle sido previamente suministrada la medicación que tomaba para la espalda” y resalta que lo mataron de forma “violenta”. Rodríguez murió antes de que prendieran fuego a su vehículo y destaca la sentencia de la Audiencia de Barcelona que el estrangulamiento –una de las posibles causas apuntadas los peritos– “debió ser por una o dos personas fuertes” debido a “la corpulencia de la víctima”.

Uno de los aspectos curiosos fue que Rosa Peral trató de culpabilizar a su exmarido de la muerte de su novio llevada a cabo con su amante. Y durante el juicio quedó probado, aunque eso no importaba, a la hora de juzgar los hechos ocurridos, que la mujer se acostaba con los tres durante el tiempo que planeaba el asesinato de uno de ellos. A la hora de la verdad cada uno de los acusados intentó nadar y guardar la ropa: mientras el fiscal y la familia de la víctima decían que ambos mataron juntos a Pedro; el abogado de Rosa culpabilizó a Albert; y el de este señaló a la mujer. No les creyeron.

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