La emigración gallega como ejemplo en un debate sobre inmigración hacia Europa

“Estas dos instantáneas fueron tomadas en España. Reflejan las dos caras de la moneda migratoria en etapas diferentes, la primera mitad de los siglos XX y XXI. Una es la viva estampa de una zona española emigrante: Galicia, nuestra comunidad, fue siempre tierra de emigrantes, tanto a nivel nacional como internacional. En la segunda se puede observar la crítica situación que hoy mismo están viviendo miles de inmigrantes que tratan de llegar a España en busca de un futuro próspero”.

Las imágenes fueron exhibidas por Arturo Reboyras, redactor de EL CORREO, en el curso de una cumbre que está teniendo lugar en Malta en el marco del Smiling Projet, promovido por Il Comune de Fondachelli Fantina y financiado por la Unión Europea en su programa Europa de los Ciudadanos. Allí se dan cita representantes políticos y de la sociedad civil de de 16 países: Italia, Polonia, Lituania, Letonia, Malta, Bulgaria, Portugal, Alemania, República Checa, Grecia, Hungría, Estonia, Eslovaquia, Países Bajos y España.

La ponencia de Reboyras, titulada “Emigrante antes que inmigrante” trataba de hacer un paralelismo entre la emigración gallega a lo largo de los años y la inmigración a Europa procedente de países de África y las zonas más desfavorecidas de Asia incidiendo en las diferencias en el tratamiento que se le dieron en el pasado y que se dan en la actualidad al mismo fenómeno.

El periodista hizo un repaso minucioso de los distintos movimientos migratorios desde Galicia, en las décadas iniciales del siglo pasado, hacia países de Sudamérica, o la emigración-exilio que provocó la guerra civil, destacando que “comenzaron las primeras evacuaciones masivas de menores. Más de 30.000 niños partieron de nuestro país rumbo a un destino desconocido”.

Se refirió también a la otra gran oleada que llevó a millares de gallegos a países como Alemania, Francia, Suiza, Holanda o Bélgica en busca de un futuro mejor antes las carencias económicas que se vivían en la España de la postguerra y la necesidad de mano de obra para reconstruir la Europa devastada por la II Guerra Mundial.

“Todos ellos fueron y son inmigrantes, pero sobre todo emigrantes que trabajaron duro en un país extranjero”, sostuvo Reboyras antes de referirse al último contingente de personas que tuvieron que dejar nuestra comunidad, ya en este siglo XXI. “Son emigrantes formados que llegan a países europeos con un título universitario. Cientos de jóvenes parten cada día hacia otros países de Europa con el objetivo de desarrollar una carrera profesional acorde con su preparación”, añadió antes de señalar que “solo en 2015 casi cinco mil gallegos veinteañeros se sumaron a la emigración”.

Frente al ejemplo gallego, generalmente bien acogidos en los países de destino, el ponente contrapuso la situación que viven los migrantes que llegan a las puertas de la Unión Europea en busca de prosperidad y calidad de vida.

“Lo que está claro es que no podemos seguir permitiendo que el Mediterráneo sea un cementerio de vidas inocentes, ni que quienes se escapan de su casa por la guerra, como ahora ocurre en Afganistán, vivan hacinados en condiciones lamentables”, denunció Reboyras.

Se refirió a unas “políticas de acogida e integración que son parte esencial de un sistema integral de gestión de la migración y es imperativo activarlas. Están diseñadas para permitir a los inmigrantes realizar su potencial personal, económico y social, para garantizar que sus derechos humanos estén protegidos, para reducir los niveles de alienación y marginalidad, y para contribuir por tanto conservar la seguridad nacional y a mantener cohesión y armonía social” y pidió a todos los presentes un compromiso para desarrollarlas. .