Galicia

La fina lluvia no llegó a hacer cosquillas a un incendio que suma 2.200 hectáreas

Boiro ya no arde a pesar de que fue en este municipio donde comenzó todo, ahora preocupan más A Pobra, Ribeira y Porto do Son // Bajo control el fuego de Caldas, que afecta a 450 ha

  • 08 ago 2022 / 01:00
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Doce de la madrugada del domingo. Las primeras gotas fruto de la condensación del humo en la zona del Barbanza empezaban a caer. Una lluvia fina, apenas perceptible para las personas, pero que podía apreciarse perfectamente en los parabrisas de los coches. Más de una hora tardó esa lluvia en llegar a verse en la carretera, mojándola. Y, así como vino, se fue. La esperanza de que pudiese servir para apagar el fuego quedó en eso, en una esperanza, pues no fue suficiente ni para hacerle cosquillas.

Eso sí, la noche no fue tan dramática como la anterior para el incendio más grande de la historia de Boiro. La falta de viento y la gran cantidad de efectivos que llegaron a desplazarse a la zona, entre los que se incluyen efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), lograron contener algo el avance de las llamas, de manera que si a última hora de la tarde del sábado las hectáreas calcinadas eran 2.000, durante la madrugada, cuando no funcionan los medios aéreos, solo crecieron en otras 200, hasta las 2.200. Y a lo largo del día esa cifra no se vió superada.

Desde la Consellería de Medio Rural, además, aseguraban al cierre de esta edición que el incendio está perimetrado y evoluciona favorablemente hacia su estabilización, de manera que pudo proceder a desactivarse la situación dos de alerta por proximidad a los núcleos poblacionales.

Así, por fortuna, ya no hay casas que se vean comprometidas, pues nueve técnicos, 69 agentes, 120 brigadas, 64 motobombas, ocho palas, tres unidades técnicas de apoyo, quince aviones y doce helicópteros, junto a la UME, luchan para que esto no vuelva a suceder y la historia del viernes por la noche no se repita.

Por otro lado, el único fuego que además del declarado en la parroquia de Cures avanzó en la madrugada del sábado en Galicia fue el que afecta a la parroquia de Xustáns, en el municipio pontevedrés de Ponte Caldelas. Llegó hasta las 380 hectáreas y, gracias a su evolución favorable, pudo desactivarse la situación dos de alerta, al estabilizarse y quedar fuera de riesgo para las viviendas. Además, ya perimetrado, avanza favorablemente hacia la extinción, según Medio Rural.

Cinco técnicos, 24 agentes, 59 brigadas, 41 motobombas, cuatro palas, una unidad técnica de apoyo, ocho aviones y diez helicópteros luchan en la zona, de donde han podido retirarse ya los efectivos de la UME al mejorar la situación.

Y como gran novedad de la jornada del domingo cabe resaltar también que el fuego que preocupó durante largo tiempo a la parroquia de Saiar, en el municipio pontevedrés de Caldas de Reis, y que incluso había obligado a desalojar viviendas en Vilagarcía el viernes, quedó controlado a primera hora de la mañana, tras calcinar 450 hectáreas. No hubo avances en superficie afectada a lo largo del día, aunque seis técnicos, 16 agentes, 53 brigadas, 42 motobombas, cinco palas, dos unidades técnicas de apoyo, siete aviones y once helicópteros siguen desplegados.

Igualmente controlados permanecieron ayer los incendios de la parroquia de Mourentán (400 hectáreas) y de Barcela (82), en el ayuntamiento de Arbo; así como el de O Pereiro (150). El de A Mezquita se dió por extinguido tras arrasar 223,89 hectáreas. Por su parte, Verín sigue estabilizado en las 600.

Toda la noche sin dormir ayudando a los equipos de extinción pasó el personal de un complejo turístico
A las siete de la tarde del viernes un agente les aconsejó desalojar la finca por precaución

A Pobra. Los alrededores del Río Pedras son una zona de belleza singular en la comarca del Barbanza. O, al menos, lo eran, hasta que se convirtieron en pasto de las llamas. Las piscinas naturales frecuentadas por numerosos bañistas en esta época del año se vieron desalojadas de urgencia en la tarde del viernes cuando las llamas empezaron a amenazar ambos márgenes del río.

Cerca de allí, un establecimiento de cabañas en los árboles miraba espantado el avance imparable del fuego, temiéndose lo peor. Con gente alojada en la finca, el miedo todavía era mayor. ¿Qué hacer? Fue alrededor de las siete u ocho de la tarde del viernes cuando un agente se acercó al complejo para decirles que no se esperaba que el incendio afectase al mismo, pero que igual era necesario desalojar por precaución.

Inmediatamente avisaron a los clientes y lograron reubicarlos en el hotel Miramar de Boiro. Desde el establecimiento, el gerente nos asegura que el ayuntamiento se portó de forma ejemplar y les ofreció ubicar a los viajeros en el polideportivo del pueblo, pero, afortunadamente, al encontrar camas libres en el hotel no fue necesario.

Después de esa reubicación, tocó hacer de tripas corazón, pasar toda la noche sin dormir y sumarse al dispositivo de extinción. Los miembros de Protección Civil tenían en el camión una bomba de presión de agua y con mangueras les iban surtiendo para poder ayudar. Una larga noche que, sin duda, no olvidarán y de la que solo queda un alrededor en cenizas y barro. La zona, de excelente verdor, atraía a gran cantidad de visitantes, y como lamentan desde el complejo a EL CORREO, ahora zona verde alrededor queda poca, y difícilmente se recuperará lo perdido a corto plazo. Á.P.

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