Galicia

La semana laboral de 32 horas, receta anticrisis y para el futuro

El economista e ingeniero industrial Fernando Blanco teme que el paro pueda llegar a niveles del 30 % // A los funcionarios aboga por llevarla a treinta horas // Aviso: se acompañaría de reducciones de salarios

  • 17 ago 2020 / 00:02
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“La semana laboral de 32 horas es la mejor solución a la crisis económica de 2020. Con fines de semana de 3 días seríamos más felices y tendríamos más tiempo de ocio para gastar”. Con el planteamiento de esta tesis a través de la red social para profesionales LinkedIn abrió el doctor Fernando Blanco Silva, ingeniero industrial y economista, un interesante debate que, desde primeros de año y antes de la pandemia, habían planteado otras personalidades como Sanna Marin cuando todavía no era la actual primera ministra de Finlandia, o compañías como Microsoft, que la testaron y, en su caso, corroboraron que se producía un repunte de productividad.

¿Puede Galicia, donde el 96 % del tejido empresarial son pequeñas empresas, planteárselo siquiera?

Para Blanco la covid-19 “es el punto clave en una transformación silenciosa del mercado de trabajo que lleva produciéndose en España desde finales de la pasada década, aunque pasa desapercibida por la crisis de 2008 y la supuesta recuperación posterior”. Desde la quiebra de Lehman Brothers fueron desapareciendo puestos de trabajo. “La implantación masiva de la digitalización en la sociedad y la hiperconectividad son responsables de la desaparición de millones de puestos de trabajo en todos los sectores, desde la hostelería o gasolineras a otros más sofisticados como banca, medios de comunicación o seguros, y cada vez será más acusada”, vaticina.

La pandemia, la puntilla

Ahora, el coronavirus “ha sido la puntilla para que se implante el teletrabajo de forma masiva, la digitalización de miles de procesos productivos y en general ha disparado esta supresión de puestos de trabajo manuales que se enmascara con la crisis sanitaria”.

Reconoce que con esta “Revolución Digital” llegan nuevas profesiones y puestos de trabajo, pero con “una caída de la carga laboral en general que se adivina brutal, por la implantación de procesos en los que las máquinas sustituyen a las personas”. Autopistas automatizadas, gasolineras en autoservicio, el reparto de comida a domicilio o cajeros automáticos son ejemplos ya asentados, pero “en breve las máquinas se impondrán en alojamiento, restauración o las cajas del súper”.

El actual auge del teletrabajo “vendrá acompañado por la desaparición de miles de puestos de trabajo que vivían de los cafés, menús del día, transporte o de la simple existencia de centros de trabajo que ahora deberán disminuir en tamaño y uso de recursos”.

Tocará sumarse a la digitalización, pero “es inviable que el mercado demande trabajo para todos”, según Fernando Blanco. Máxime cuando vemos que la covid ha derruido el turismo o el ocio nocturno. De hecho, vaticina “millones de puestos de difícil recuperación”, y “una tasa de paro que fácilmente llegará al 30% a finales de este año 2020, por mucho que los ERTE han contribuido temporalmente a frenar el fatal desenlace”.

Defiende ante esa brutal caída de las posibilidades laborales que “no vale de nada una sociedad digitalizada si un 30 % de los trabajadores están en una situación de desempleo estructural, porque sus profesiones o bien desaparecen o la demanda es la mitad” que antes de la pandemia.

Sostiene en su disertación en LikedIn, que provocó cierto revuelo, que “es necesario asumirlo lo antes posible, para poder aplicar soluciones a largo plazo”. Aprecia que “como medida de contención son correctas la inyección de capital mediante el Fondo de Reconstrucción o el Ingreso Mínimo Vital, pero estas actuaciones no dejan de ser parches si queremos afrontar de cara el problema”. Porque este economista e ingeniero industrial sostiene que “esta no es una crisis económica puntual, sino un cambio en el modelo económico, las máquinas sustituyen a las personas, pero si esto no está acompañado por un reparto de la carga laboral tendremos una sociedad profundamente desigual en la que millones de personas estarán condenadas al desempleo casi perpetuo, o con escasos incentivos para desempeñar puestos de trabajo no cualificados”.

Redistribuir es la clave

“Por todo esto considero que la mejor solución es un reducción de la semana laboral a 32 horas, y en el caso de los funcionarios a 30 horas”, sostiene Blanco. ¿Y los sueldos? “Sería pueril pensar que esto no disminuirá a corto plazo los ingresos del trabajador, si el recorte es de un 20 % en las horas trabajadas será necesario recortar del orden del 15 % los sueldos en una primera instancia, aunque hay un efecto de corrección por el IRPF”, alega. Sin embargo, se queda con el hecho de que “a medio plazo podremos garantizar una salida razonable de la crisis, incrementar el número de personas trabajando, bajar el gasto estatal por desempleo y aumentar los ingresos del Estado en cotizaciones a la Seguridad Social e impuestos derivados de la actividad económica”. Reconoce que de tomar esta senda, será difícil “la implantación brusca de estas medidas, pero será muchísimo más dura no implantarlas, porque las personas que sigan trabajando verán recortado su poder adquisitivo este 15 % si no queremos acabar en una crisis social sin precedentes”. Y cita: peores sanidad y educación pública, o servicios sociales reducidos a la mínima expresión...).

“Si no recortamos la jornada laboral el problema vendrá por el lado de los más desfavorecidos”, advierte el economista: “millones de trabajadores tendrán en el Ingreso Mínimo Vital sus escasas rentas y una posibilidad casi nula de progresar laboralmente”. Sostiene que la demanda de trabajadores sin cualificación es cada vez menor y los trabajos manuales serán escasamente retribuidos. En el caso de trabajadores con formación “la inestabilidad marcará su vida, sí existirá demanda en los trabajos que no pueden ser sustituidos por máquinas, pero ésta será inestable y discontinua en un mercado demasiado cambiante”. Apunta además que con la caída de ingresos “la Administración pública también recortará el número de funcionarios a medio plazo e incluso un trabajador con un buen empleo vivirá con la intranquilidad que cualquier día se queda en la calle”. Entonces “será muy prudente a la hora de cambiar de coche o comprar una nueva vivienda, sin hablar de segundas viviendas o lujos que hasta ahora eran asumibles por las clases medias”.

¿Cuál es la moraleja final? Blanco sostiene que “no queda otra opción que plantearse medidas redistributivas, y ésta –por la semana laboral de cuatro días o treinta y dos horas– es quizás la más adecuada, ya que a largo plazo sería capaz de redistribuir la carga laboral y hacer que todos los ciudadanos seamos favorecidos por el avance de las máquinas, y no concentrar su ventaja tan solo en unos pocos”, concluye.

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