Los recursos hídricos, un bien a cuidar ante el cambio climático

Galicia es la autonomía con mayor litoral de España. Cuenta con unos 1.630 km de costa, que si no contamos las islas se quedan en unos 1.500, en los que tiene dieciséis rías principales y 700 playas. Sobra agua salada en el mar pero, a causa del inexorable cambio climático, lo que interesa con vistas al futuro es disponer de la dulce para el consumo porque ya se dieron casos de desabastecimiento,

Por ahora, hay abundantes recursos hídricos pero se deben cuidar en su calidad. No en vano vivimos en el país de los diez mil ríos que definió Álvaro Cunqueiro. No son unos grandes cursos fluviales –de los dos principales, el dicho señala que el Miño tiene la fama pero el Sil aporta el agua– pero están muy bien aprovechados, tanto para el abastecimiento como para el uso industrial, principalmente el hidroeléctrico.

Incluso, secada a mediados del pasado la laguna de Antela, en la comarca ourensana de A Limia –apenas tenía de media un metro de profundidad pero abarcaba 7 kilómetros de largo y 6 de ancho–, en los últimos años se crearon dos lagos artificiales en las excavaciones habidas para alimentar con el lignito extraído de ellas a las centrales térmicas de As Pontes y Meirama.

La pontesa, que está considerada casi como una ría más, de 547 hectómetros cúbicos de capacidad, es la segunda reserva de agua dulce más grande de Galicia, solo superada por el embalse del Belesar del río Miño que puede llegar a albergar 654 hectómetros cúbicos. En cuanto a la de As Encrobas (Cerceda), aunque es más profunda por la previa excavación más vertical de la mina a cielo abierto, su cota máxima solo le permitirá disponer de 148 hectómetros cúbicos. Hay que añadir que su alivio desemboca en el río Barcés, uno de los que alimentan la presa de Cecebre, la que abastece al área metropolitana coruñesa.

A esas tres grandes reservas de agua en el territorio gallego, se unen embalses de gran tamaño y múltiples mini presas, la mayor parte de aprovechamiento hidroeléctrico. Entre los grandes destaca uno poco conocido, el de As Portas, del río Camba, que desemboca en el río Bibei, un afluente del Sil. Recoge el agua del parque natural de O Invernadeiro, y tiene su límite máximo marcado en los 535,7 hectómetros cúbicos.

Por citar otras grandes masas de agua repartidas por Galicia, hay que destacar las de las presas de Portodemouros en el río Tambre, con 297 hectómetros cúbicos; la de O Bao en el río Bibei, de 238,1 hectómetros cúbicos; la de Os Peares en el río Miño, de 182 hectómetros cúbicos, y la del Eume en el río del mismo nombre, con 123 hectómetros cúbicos. Del resto de embalses, que son numerosos, ninguno alcanza la centena.

PLANES. Los cursos fluviales de Galicia están divididos en dos demarcaciones que corresponden con las cuencas separadas por las sierras centrales, la de la Costa que es competencia de la Xunta, y la del Miño-Sil, que depende de su Confederación Hidrográfica al abarcar dos autonomías. Ambas siguen las normas emanadas por la Comisión Europea en 2014. Así aprobaron sus planificaciones hidrológicas para el período 2021-2027, que marcan sus objetivos a cumplir mimando la calidad del agua, tras elaborar una amplia base de datos.

Para ello se efectuaron análisis de presiones, de impactos y económicos, controles de aguas superficiales y asimismo de las subterráneas, valoración del estado de las superficiales, programas de medidas, zonas protegidas, y vigilancia del cumplimiento de la normativa incluyendo las sanciones. De todo se informa a la Comisión Europea.