Galicia
Un albergue de Santiago habilita el salón de sus instalaciones para acoger más usuarios // En A Coruña prevén una subida en la ocupación // Y un centro ourensano, al límite TEXTO J.G

Se llenan los centros de atención a personas sin hogar por culpa del frío

  • 13 ene 2021 / 00:00
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El frío que caracteriza esta temporada invernal, significativamente pronunciado durante estas fechas, trae consigo una mayor afluencia en los centros de atención a personas sin hogar, los cuales han tenido que reinventarse a causa de la actual pandemia del COVID. Alguno, incluso, ha ampliado su aforo hasta habilitar camas en zonas comunes para satisfacer la necesidad más básica: un techo bajo el que dormir con calor, comer, vestirse y ducharse.

Este caso ha ocurrido en Santiago de Compostela, dentro del albergue Juan XIII, donde este lunes decidieron ampliar el número de lechos en sus instalaciones, previamente limitado como consecuencia de la pandamia, siguiendo las pautas dictadas por el Ejecutivo español y la Xunta.

“Por las medidas de seguridad hemos reducido nuestras 25 plazas de pernoctancia”, relata Divina Losada, coordinadora de este espacio, destacando que “el aforo era solo de 10”, pero ahora habrá hasta 14, ya que sigue habiendo “gente en la calle”.

Estas personas que están en el salón (de momento dos, a falta de otro par que aún no ha entrado en el centro) permanecerán únicamente durante el temporal. “Estamos pensando en una semana”, indica la profesional”, aunque todo irá “dependiendo de como vaya” la situación.

“Eso es lo que hemos hecho a mayores con lo que conlleva”, manifiesta Divina, apuntando que “no van a estar vigiladas directamente por el recepcionista” al encontrarse en un lugar apartado del resto de usuarios, por lo que deberán de “ser personas “que no causen problemas”.

Asimismo, la responsable remarca que para cumplir el metro y medio mínimo de distancia no pueden tener más que dos personas por habitación. “En la de minusválidos no tenemos a nadie”, reconoce además, añadiendo que está “de aislamiento” por si “se pone alguno mal y tiene síntomas” del COVID, quien tendría que residir ahí “14 días sin salir”.

Al no poder servirse de ella, ya es “una menos” de las siete que posee el centro. En este sentido, la sala de las mujeres “es solo para una, porque no hay espacio” tampoco “para mantener esa distancia”.

“Ellos tienen que dormir durante ocho o diez horas”, señala Divina en relación a todas las precauciones que están tomando, indicando que “ahora en el invierno no es tan fácil tener las ventanas abiertas” y “lo mínimo es tener incluso más de tres metros porque están mucho tiempo respirando lo mismo”.

“Un pelín” de aumento en la demanda. Desde el albergue de la Real Institución Benéfico Social Padre Rubinos, localizado en A Coruña, hasta el momento “la ocupación sigue igual que estaba” más o menos “en el 70 %”. Así lo confirma su director, Jorge Sampedro, quien aun así cuenta con que “en los próximos días sí que haya un pelín de aumento”.

“Nosotros seguimos con las admisiones condicionadas”, recuerda asimismo: “Hacemos dos veces por semana la PCR a los solicitantes de admisión”. Dichas pruebas se realizan precisamente dentro del centro.

Precisamente, como consecuencia del frío, este ha suspendido las salidas programadas de sus usuarios, ya que es un espacio para cortas estancias donde “se asigna unos períodos de mayores o menores” en función de cada contexto particular.

Además, sus 58 plazas (destinadas a 47 hombres y 11 mujeres) han sido reubicadas, con el propósito de que “haya más distancia” sin reducir su oferta. Y guardando diez de ellas para posibles aislamientos.

En caso de que la demanda se viese incrementada estas jornadas “aumentar el aforo no es posible” puesto que administrativamente conservan una licencia para las habitaciones que ofrecen. Aun así, no dejarán a nadie tirado durante este lapso de bajas temperaturas.

“Habitualmente todos los años lo que hacemos es pagar alojamientos alternativos para las personas que soliciten plazas, siempre que no dispongan de ella y cuando el solicitante esté en una situación de vulnerabilidad”, explica Sampedro.

AFORO COMPLETO HACIA LA INDEPENDENCIA. “Hemos tenido este mes seis ingresos nuevos”, asegura por su parte Paula Ribao, directora del Centro de Transición a la vida Autónoma A Valenzá, propiedad de Cáritas Diocesana Ourense. En ese espacio, donde se trabaja con personas solas sin hogar para propiciar su inserción social y laboral, residen 10 usuarios ahora: el máximo posible dado su aforo estipulado.

“Lógicamente ha aumentado la demanda”, afirma la responsable en esta línea, indicando que “en invierno siempre es más alta” y “hay más casos nuevos de gente que entra”.

En el piso “se les da cobertura a las necesidades básicas” con un acompañamiento constante (las 24 horas del día) por parte del personal socio-educativo (cinco profesionales) para que “encuentren trabajo y tengan una vida independiente”.

“Somos un centro de estancia media de seis a nueve meses, más o menos, en el que trabajamos a todos los niveles”, mantiene además, destacando que “en Ourense el único recurso que existe de este estilo es el albergue municipal”.

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