Se abre la veda para el juego interior: Dejan Kravic, a punto
El pívot serbio-canadiense ya se desvinculó de la Virtus, con quien ganó la Champions // Destaca por su físico y en el rebote
Ya cuenta el Monbus Obradoiro 2019/20 con una nueva pareja de bases -Earl Caloway y Pepe Pozas-, a sus hombres para la línea exterior -los artilleros Kostas Vasileaidis, Fletcher Magee, junto a David Navarro, Álvaro Muñoz, Chris Czerapowicz-, además de apostar por la continuidad en sus piezas para el juego interior -con Maxime de Zeeuw, Vladimir Brodziansky y Nick Spires-, pero falta completar el cartel con un 4 y un 5 que aporten solidez, físico y equilibrio al bloque.
Será constante el bombardeo de nombres que haya escrito y tachado de su roster el director general y gurú de la materia José Luis Mateo, pero si los más manidos en esto de bucear agentes no fallan, el siguiente de la lista para entrar en el proyecto santiagués será Dejan Kravic. Así lo afirma la web Sportando que insiste en que el pívot serbio (con pasaporte canadiense) de 28 años, 2,13 metros y que jugó el pasado curso en Virtus Bolonia de la LEGA completará así su sexta experiencia en Europa tras sus pasos por el Rethymno griego (2014/2015 y 2016/2017), el SPM Shoeters Den Bosch holandés (2015-2016), el Excelsior Brussels belga (2017), el Panionios B.C. heleno (2017/2018) y la propia Virtus, que por la tarde anunciaba ya que jugador y club habían acordado por consenso su desvinculación. Elegido en el quinteto de la Liga italiana en el mes de noviembre, con una media de 10,9 puntos, 5,8 rebotes y 1,2 tapones en 21,7 minutos de media en el torneo, participó también en la Liga de Campeones FIBA (con un promedio de 7,8 puntos, 4,5 rebotes y 1,1 tapones en 19 partidos) que se adjudicó el conjunto transalpino tras superar en la final al Iberostar Tenerife por 73-61.
Mecánico de tiro. Zurdo, con un físico y una envergadura excepcional, posee además un buen manejo del balón y por su rapidez es capaz de acompañar al contraataque. Destaca sobre todo en el rebote y con su capacidad intimidadora tanto en tapones como en las líneas de pase, además de no pasar desapercibida su mecánica de tiro, prácticamente a una mano en la ejecución final.