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EDITORIAL

Así no, señor Sánchez, así no

    • 30 mar 2020 / 22:35
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    ESTÁ HACIENDO el presidente Sánchez todo lo contrario de lo que dicta el sentido común para que los españoles percibamos que esta crisis la gestiona un comandante en jefe con ideas claras, capacidad de diálogo y flexibilidad para tejer consensos. La cocina del decreto de servicios esenciales, que el BOE publicó rebajado y con moratoria, al filo de la medianoche, se hizo con los peores ingredientes –improvisación, chapuza y caos– y con el Gobierno de coalición convertido en un esperpéntico remedo del camarote de los hermanos Marx. Sería de risa, si no fuese porque están en juego cientos de vidas cada día en esta guerra contrarreloj para aplanar la curva de la pandemia. No envía el inquilino de La Moncloa precisamente un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos, que asistieron estupefactos a horas frenéticas de tiras y aflojas, a enfrentamientos entre socialistas y podemitas, a filtraciones a la prensa, a indignación en las organizaciones patronales, y a malestar indisimulado de presidentes autonómicos tan sensatos como Urkullu y Feijóo. No nos parece razonable que Pedro Sánchez decidiese el sábado, por sorpresa, el parón de la actividad económica y que el domingo España se fuese a la cama sin saber si trabajaba o no. Más aún, huele a irresponsabilidad palmaria no haber negociado el alcance del decreto con las comunidades –¿es necesario recordarle que cada una tiene sus propias especificidades?– ni con los agentes sociales –el daño a la exportación puede ser letal para muchas empresas, por poner un ejemplo–, y nos parece un dislate que las disensiones entre las dos almas que conviven en el Consejo de Ministros pusiesen en riesgo la publicación del decreto en el BOE. Cuando ahora la evolución del coronavirus exige adoptar medidas y pergeñar planes de futuro adaptados a las necesidades de los territorios, no es de recibo que el gobernante monclovita se atrinchere en su hermetismo; no lo es que, de alguna manera, haya convertido España en Wuhan con todos los peligros que ello conlleva, porque ni nuestra democracia tiene nada que ver con el modelo de China ni nuestra economía funciona con los códigos de la del gigante asiático. Pero lo peor de todo es que las decisiones excepcionales sobre el mercado laboral las ha adoptado por las bravas. Amparado en lo indiscutible –proteger la salud de las personas es lo primero– ha hecho de su capa un sayo. De poco sirven las disculpas de la ministra de Trabajo por el deplorable espectáculo. Deberá asumir también en solitario el presidente las consecuencias de sus actos cuando llegue la hora, que llegará, de pasar al cobro las facturas por los errores de gestión. Así no, señor Sánchez, así no.

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