Aún quedan cincuenta mil gallegos que no leen ni escriben

Cubiertos por pequeñas boinas y montados en zuecos de madera, los escolares corrían a clase pegando saltitos contra el frío. Pero cuando llegaba la época de las cosechas, el maestro se enfrentaba a las bancadas vacías. Los niños se quedaban desde los 7 años por los campos, para alindar las vacas o recolectar las patatas. Y a partir de las 11 años, llegaba el apagón educativo total: el abandono definitivo de la escuela. Por lo menos habían tenido la oportunidad de aprender a leer, escribir y las reglas básicas. Muchas niñas solían quedarse en casa, fregando los suelos o cuidando de la familia. Ocurría en Galicia hace sólo sesenta años. Aquella discriminación educativa ha tenido consecuencias fatales para la población femenina. El 75% de los analfabetos gallegos son mujeres.

Gracias a la democracia y al bum económico en el último tercio del siglo XX, el analfabetismo ha bajado casi un 70% desde que finalizó el franquismo. En 1978, España tenía 2,35 millones de personas que no sabían leer ni escribir. En 2002, la cifra había descendido a poco más de un millón: una bajada del 55,7% desde la Transición. En la última década se ha logrado otro recorte del 13%: según el INE (Instituto Nacional de Estadística), en 2010 hay 872.400 analfabetos en España. Y en Galicia viven unas 48.000 personas que nunca aprendieron a firmar ni su propio nombre. Tanto el INE como el IGE (Instituto Galego de Estadística) recalcan que el 2% de nuestra población es totalmente analfabeta: no sabe leer ni escribir. El 82% de estas personas tienen más de 55 años: la inmensa mayoría crecieron en una época que reservaba la educación para las clases altas. En el resto de los hogares, los ahorros familiares se reservaban para los estudios del hijo mayor. Y las chicas como mucho se enviaban a aprender costura.

Por cada hombre analfabeto, hay tres mujeres que no saben leer ni escribir: 12.200 varones frente a 35.400 mujeres en Galicia. Las desigualdades se mantienen si repasamos las cifras de gallegos sin estudios. Según el INE de 2008, un 10,33% de nuestra población carece de estudios: este porcentaje engloba a los analfabetos totales y a los funcionales, a los que nunca fueron a la escuela y a los que a duras penas pueden escribir o entender un texto. Un 7,39% de los hombres se catalogan en este grupo, frente a un 13,2% de gallegas que nunca han podido estudiar. Y eso que las diferencias se han conseguido aligerar durante los últimos veinte años. En 1991, Galicia tenía un 19,92% de hombres sin estudios frente a un 29,56% de mujeres . En el año 2000, la correlación era de un 16,28% de varones frente a un 24,41% de mujeres.

Nuestra comunidad sigue luchando año tras año por la alfabetización total, con programas dedicados a la reincorporación académica de los adultos. Por ejemplo, el II Plan Galego de Inclusión Social atiende a más de 200 alumnos con riesgos de exclusión sociolaboral. Atrás queda un durísimo camino contra la oscuridad en las aulas. Cuando el mundo bullía en la olla de la prosperidad, allá por 1965, en la provincia de A Coruña quedaban 116.000 personas sin escolarizar. Muchos aprendieron a deletrear sus primeras palabras en talleres, graneros y fábricas... a la hora del bocadillo o tras las labores de labranza. Y todos se prometieron a sí mismos que sus hijos conocerían la aventura de leer un libro.

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