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{ LAS 1001 CARAS DE COMPOSTELA }

Bodegón Casas Chico recupera el alma de la zona vieja

Conserva el espíritu de la vieja ferretería de 1858 // El pulpo de la ría será su plato estrella // Abre hoy

  • 23 oct 2019 / 22:44
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Alfonso Moldes conoce el mundo de la hostelería al dedillo después de 37 años en el sector. Recién estrenada la mayoría de edad cogió su primera bandeja en su Vigo natal para después trabajar en Santiago, A Coruña y Andorra hasta afincarse definitivamente en la capital gallega, en donde hoy inau- gura el Bodegón Casas Chico en la calle Casas Reais.

Su espíritu emprendedor lo llevó a abrir O recuncho de Fonso, enfrente del Parlamento, al que se sumó O recuncho do Clínico. Hace apenas un año se enfrentó a su mayor reto con la apertura del restaurante A fuego lento en la Rúa do Vilar, en donde sobresale la calidad del producto y una amplia carta de vinos y cervezas en un local con una decoración que cuida cada detalle.

Pero este empresario exigente e inconformista quería algo más. Y fue en ese momento cuando se le presentó la ocasión de hacerse con el bajo que albergó a la ferretería Casas Chico desde el año 1858. Afrontó una obra muy respetuosa con el local intentando conservar el espíritu de antaño de un establecimiento que siempre quiso ser fiel a sus orígenes. Y consigue sorprender con una decoración que conjuga a la perfección con el Santiago más típico.

Mantiene el mostrador de mediados del siglo XIX, así como una báscula romana de la misma etapa que pesó miles de kilos de alambre durante su época de esplendor. Además, reconvirtió la vieja oficina en un reservado muy especial en el que todavía está instalada la vieja caja fuerte.

Las estanterías que hasta hace apenas seis meses daban cobijo a cientos de referencias de la ferretería son hoy un escaparate perfecto para un amplio surtido de vino y las cervezas Magna de San Miguel, con destacada presencia.

Fue con ese respeto por el origen como se diseñó el que desde hoy aspira a ser un lugar de referencia en la almendra compostelana. Porque el Bodegón Casas Chico, tal y como está pensado, puede recuperar el alma de la zona vieja santiaguesa, aquella que daba vida a cada piedra con sus tazas y las animadas conversaciones cerca de un barril en locales situados a apenas unos metros como el añorado Arsenio. Con el pulpo de la ría -y solo de la ría- como plato estrella, la carta de Casas Chico cuenta con suficientes atractivos para sus clientes. Entre las tapas figuran la carne ó caldeiro; un apetecible salteado de langostinos, verduritas y soja; un queso de Arzúa Ulloa con anchoas; un revoltillo de grelos y langostinos: o la torradita de foie con cebolla caramelizada y vino dulce, además de una variedad de embutidos. No faltarán tampoco el caldo o la sopa del día, la ensalada especial que lleva el nombre del bodegón o un foie fresco con pera confitada.

Pero la experiencia de Alfonso Moldes le conduce a aprovechar la cercanía del local con una plaza de abastos que rebosa frescura para poder despertar el apetito de todos cuantos visiten su local. Mejillones, navajas a la brasa, camarones o percebes podrán acompañar tanto a los vinos del Ribeiro, godello o mencía de calidad, aunque se sirvan en taza o palomita, como a todos los que figuran en una amplia carta que abarca todas las denominaciones gallegas e incluso varias de más allá de nuestras fronteras.

Porque este nuevo establecimiento, con un carácter propio, cuenta con una gran oferta a precios muy comedidos para todas las edades, para todos los gustos, para todas las condiciones en su afán por ser un gran lugar de encuentro para los que quieren conversar ante una taza de vino o un buen café de pota -que también lo habrá a diario- o para los que deseen disfrutar de una gastronomía respetuosa.

Pero el nuevo menú quiere abarcar todos los gustos para no dejar a nadie insatisfecho. El Bodegón Casas Chico también tiene risotto de foie y setas con parmesano o un arroz con pulpo y zamburiñas que seguro que gozarán del favor de unos comensales que también pueden optar por la comida a la brasa con un pescado fresco del día, un bacalao a la portuguesa, pluma de cerdo ibérico, entrecot de ternera o chuletón de vaca.

Y para que los clientes marchen con buen sabor de boca, en la carta de postres habrá queso de tetilla con membrillo; crepe de cacao de avellana y frutos rojos; arroz con leche, piña y vainilla; mousse de chocolate; o frutos exóticos salteados con sorbete.

Alfonso Moldes quiere que sus dos locales del casco antiguo, A fuego lento y Casas Chico, vayan de la mano. Producto de calidad y excelente atención al cliente son premisas obligadas e ingredientes necesarios para que estos proyectos alcancen el éxito.

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