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Compostela alumbra la Declaración sobre el Derecho Humano a la Paz

El texto recoge las aspiraciones de 800 organizaciones // La ONU deberá revisar un articulado que quiere encajar en el Derecho Internacional // Un observatorio se encargará de realizar su seguimiento

  • 11 dic 2010 / 00:06
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Los 13 artículos de la Declaración de Santiago sobre el Derecho Humano a la Paz aprobados por "consenso y aclamación" ayer en el Foro Mundial sobre la Educación para la Paz son "lo más próximo a lo mejor que se puede aprobar en la ONU". Con ese espíritu echó a andar ayer, en el aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, el texto que recoge las aspiraciones de la sociedad civil y que contará con un observatorio como mecanismo complementario para la promoción de los valores que se recogen en la declaración.

Juristas, académicos y un elenco de expertos en organizaciones internacionales y no gubernamentales aprobaron la propuesta para que la paz forme parte de los derechos humanos reconocidos. La declaración, que prolongó el trabajo de sus relatores hasta la media noche del pasado jueves, aspira a ocupar su espacio en el Derecho Internacional si Naciones Unidas le da el visto bueno.

La declaración promueve el desarme y la eliminación de las armas de destrucción masiva estableciendo que "las personas y los pueblos tienen derecho a exigir a todos los Estados que procedan, conjuntamente y coordinadamente y dentro de un plazo razonable, a un desarme general y completo, bajo estricto y eficaz control internacional".

Bautizada ya como la Declaración de Santiago, su aprobación supone la culminación de una lucha que arrancó hace cinco años recogiendo el testigo de una aspiración que nació al finalizar la Segunda Guerra Mundial y como respuesta actualizada a una demanda de la ONU.

A este proceso que ayer culminaba en la capital de Galicia se han incorporado 800 organizaciones que ya contabilizan catorce declaraciones ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y otras tantas reuniones con expertos de Naciones Unidas.

Las reuniones para enriquecer el texto original de 2006 en Luarca se suceden en numerosos países. Su contenido ya perfeccionado es el que ayer se aprobó en Santiago para ser sometido a la revisión del Comité Asesor de la ONU en el próximo mes de enero y posteriormente ser sometido al referendo de los estados miembros. Los expertos calculan que en el proceso hasta que la ONU pudiese emitir una declaración oficial pueden consumirse hasta diez años.

Las intervenciones de la mañana en el plenario del Foro fueron una llamada contundente a los gobernantes para incluir el derecho a la paz en el primer nivel de sus prioridades convertirla en "una disciplina obligatoria" .

Se sucedieron las críticas al modelo neoliberal desde la que el presidente de la Asociación de Juristas por el Desarme, Peter Weiss provocó aplausos al agradecer las filtraciones de Wikileaks . La embajadora de Guatemala ante la UNESCO, Isabel Prera, atacó el fracaso del modelo neoliberal como la evidencia que la crisis ha dejado al descubierto.

Antes, el presidente de la Fundación Cultura de Paz, Federico Mayor Zaragoza, reprochó el que se hubiese guardado silencio "cuando no debíamos", en relación con la postura de la comunidad científica y académica respecto a los postulados de los mercados. Por su parte, el presidente de la Fundación Galiza Sempre, Xosé Manuel Beiras, hizo una apuesta por "la lucha y el combate cívico y social", al tiempo que describió a Galicia como un pueblo "expulsado de la historia hace varios cientos de años", al que, dijo, "le queda un largo camino" para volver a ella.

Articulado

Titulares y deudores El primer artículo establece el derecho inalienable de las personas y los pueblos a "una paz justa, sostenible y duradera" y señala a los estados como "principales deudores" y garantes de este derecho. El artículo 2 identifica la educación como "condición sine qua non para desaprender la guerra".

Libertad frente al miedo y la necesidad
El artículo 3 recoge el derecho a vivir seguros y recibir protección. Para asegurar la libertad de las personas y los pueblos frente a la "necesidad", la declaración se detiene específicamente en el derecho a alimentación, agua potable y saneamiento, salud, abrigo, vivienda, educación, trabajo y condiciones laborales dignas y de igualdad.

Medioambiente
El artículo 4 reconoce al medioambiente un papel clave, como base para la paz y la supervivencia de la humanidad. Urge la prohibición de armas radioactivas y de destrucción masiva y establece la obligación de los estados que las usen a recuperar el medioambiente dañado.

Objeción y desobediencia
El texto fija en su artículo 5 el derecho de los miembros de instituciones militares a desobedecer órdenes contrarias a los derechos humanos y su obligación de negarse a participar en genocidios y crímenes de guerra. Regula el derecho a no participar en investigación armamentística y la negativa a que los impuestos individuales financien gasto militar.

Desarme
El desarme conjunto y coordinado de los estados, con especial mencióna las armas de destrucción masiva o de efecto indiscriminado, se regula como derecho en el artículo 7.

Migrantes
La declaración proclama en su artículo 10 el derecho de la persona a circular libremente y emigrar si el derecho a la seguridad humano y a vivir en un entorno seguro se ve amenazado.

Alertan del alza continuada del gasto militar

El equipo redactor de la Declaración de Compostela advierte en el preámbulo de su "precupación" por "la producción de armas, la carrera de armamentos y su tráfico desmesurado e incontrolado". El último informe del Instituto de Estudios por la Paz de Estocolmo señala un incremento del 5,9% del gasto militar mundial en 2009, alcanzando la cifra de 1.531.000 millones de dólares o, lo que es lo mismo, cerca de 4.200 millones cada día.

Un compromiso pendiente desde 1948

El texto cerrado en Santiago será remitido a Naciones Unidas con la intención de que, esta vez sí, la declaración sea ratificada por los estados. Cuando en 1948, con la Segunda Guerra Mundial todavía muy presente en la retina, se proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, ya eran muchas las voces -entre ellas Eleanor Roosevelt- que trataron de que la paz fuese reconocida como uno más. Los estados, en un clima de guerra fría, esquivaron el compromiso.

Mario Soares, ex presidente de Portugal
"La cultura de la paz debería ser una disciplina obligatoria en todos los países que se llaman civilizados"

Federico M. Zaragoza, presidente Fundación Cultura de Paz
"Hemos guardado silencio cuando no debíamos ante la guerra de los mercados financieros"

Xosé M. Beiras, presidente Fundación Galiza Sempre
"Galicia es un pueblo expulsado de la historia hace cientos de años y le quedan muchos para volver a ella"

Peter Weiis, Asoc. Juristas por el desarme
"Deberíamos sentirnos agradecidos por la información que no has llegado a través de Wikileaks"

 

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