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Desesperación vecinal por los ruidosos 'botellones caseros'

Cientos de residentes en el Ensanche sufren infinidad de fiestas protagonizadas por universitarios, que este año se muestran especialmente juerguistas y poco dados a salir a la calle // A veces se juntan 50 jóvenes en un piso

    • 19 ene 2019 / 22:44
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    Santiago es una de las ciudades universitarias españolas por excelencia. Cada año acoge a miles y miles de estudiantes, unos 30.000 por curso, que tiñen de un ambiente juvenil las calles de la capital gallega. Así como llenan de vida el día, también las noches. Y es aquí donde chocan los derechos de muchos ciudadanos con los de los jóvenes que disfrutan de una de las etapas de la vida con mayor libertad. Esto no es un problema nuevo en la ciudad, pues Compostela suma muchos años de tradición universitaria a sus espaldas. La actual forma de comportarse de los estudiantes no ha cambiado tanto como algunos consideran, pero los escenarios sí, convirtiendo los pisos en los principales espacios para las grandes juergas. La pregunta es fácil, ¿qué ocurre en este tipo de fiestas para que se hayan convertido en una rutina, a la vez que en un problema social en la ciudad? Los estudiantes lo tienen claro: la prohibición del consumo de bebidas alcohólicas en la calle, así como los "precios desorbitados" de las copas en los establecimientos hosteleros de la ciudad tienen parte de la culpa. Todo esto es lo que ayudó a la proliferación de los denominados botellones, primero en la calle y ahora en los pisos de los estudiantes.

    "Los botellones consisten principalmente en reuniones con amigos antes de la fiesta para tomar las primeras copas con algo de música", explica Sergio Senra, estudiante de Turismo en Hostelería. El espacio parece no ser un problema para este tipo de práctica, pues llegan a aglomerarse gran cantidad de personas en los escasos metros que tienen normalmente los salones de los pisos. "El primer año fue una locura: el día que más fuimos en el piso estábamos unos 50, y el resto de días rondábamos las 20, 30 o incluso 40 personas", declara Raquel Rodríguez, estudiante de grado en Educación Social.

    Sin embargo, la cifra para recibir la visita de la Policía no requiere de tal cantidad de gente. "Confieso que de mi piso nos echaron más de una vez con distinto número de personas, pero el máximo que alcanzamos fueron 19", explica Xoán, estudiante de Física. El precio de las copas es uno de los problemas que lleva arrastrando la vida nocturna en los últimos años. "En los pisos hay wifi, sofá, tele, play... es más cómodo. Yo de vez en cuando sí que tomo alguna copa fuera, pero si sales a menudo y quieres beber es bastante dinero", explica Íñigo, estudiante de doble grado en la Facultad de Comunicación, quien recibió avisos de la Policía en alguna ocasión. Esta situación de comodidad también obstaculiza la búsqueda de posibles remedios o soluciones al problema.

    Hay algunas ciudades que tienen ciertos espacios en los que sí se puede beber, lo que hace que la fiesta se concentre en puntos concretos de la urbe, aunque esto para algunos no parece una solución, "Santiago no tiene un clima que favorezca hacer botellón en la calle", sentencia Víctor Currás, universitario en su cuarto año de carrera.

    Los afectados por todo esto son los vecinos que tienen la mala suerte de compartir edificio con universitarios, y que ven como año tras año se repite la misma historia con los mismos o con diferentes jóvenes, pues suelen ir rotando. Aunque no lo parezca, en ellos también piensan los estudiantes. "Somos conscientes de que algo molestamos, pero ya te digo que justo el día que nos echaron nos sorprendió, eran las doce de la noche", sostiene Cristina, estudiante de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Santiago.

    Con esto, existe un pensamiento generalizado entre los universitarios de que muchas de las llamadas realizadas por los vecinos a la Policía "no son necesarias". "En mi caso, hablé con los vecinos del tema en varias ocasiones, y la gran mayoría no se enteran, aunque siempre te puede tocar algún vecino especialito, como a mí, que llama incluso días que no sales. Hasta hemos intentando consensuar con ella, incluso dándole mi número por si nos pasamos con el ruido, para que nos avise antes, pero le da igual", comparte de nuevo Sergio, aportando una posible solución al conflicto.

    REGULACIÓN

    • Horario. Se considera nocturno el tiempo comprendido entre las diez de la noche y las ocho de la mañana.

    • Zona: Está prohibido el exceso de ruidos en viviendas que corresponden a la catalogada como zona moderada de sensiblidad acústica.

    • Sanciones. Las multas por consumo de alcohol en la calle varían entre los 100 y 3.000 euros en función de la edad o la reincidencia.

    •Medidas. Prohibida la venta de bebidas alcohólicas a partir de las diez de la noche.

    Íñigo Rolán

    ALUMNO de periodismo y CAV

    "¿Un botellódromo? No sé, en casa tengo todo. La clave es no hacer fiestas con mucha gente, que es cuando se desmadra la cosa"

    Sergio Senra

    Estudiante de turismo

    "Yo no consumo fuera porque no me gusta beber alcohol, pero te sale más barato comprarte una botella y beberla tranquilo con colegas en tu piso"

    Raquel Rodríguez

    ESTUDIANTE DE educación Social

    "Soy consciente de que molestamos a los vecinos, precisamente por eso decidí dejar de hacer botellones en casa después de dos años de fiestas"

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