Dolores Vázquez, marcada para siempre, volvió a Betanzos donde vive

Santiago.La otra gran víctima del caso de Rocío Wanninkhof tiene nombre, apellidos y un rostro que trata de mantener alejado de los focos. Se llama Dolores Vázquez Mosquera, nació en Betanzos y cuando ocurrieron los hechos vivía en la urbanización el Chaparral de Mijas, tras haber pasado por los avatares de la emigración en Gran Bretaña, muy cerca del lugar donde ocurrieron los hechos.

Esta mujer había sido pareja sentimental de la madre de la joven malagueña y alguien se encargo de dirigir pruebas contra ella, a pesar de las reticencias de la Guardia Civil, que no encontraba indicios sólidos. Pero la presión social era tan intensa que fue detenida, condenada por un jurado que se dejó llevar por las acusaciones del fiscal que, en su alocución, llegó a afirmar que tenía "un carácter típicamente gallego".

En algunos programas de televisión, que no habían escarmentado con el espectáculo delcrimen de Alcasser, la definieron como elrostro de la maldad del principio del siglo XXI, y por ello fue condenada.

519 días, diecisiete meses, permaneció en prisión, primero provisional y después tras una condena, con jurado popular, que no había por donde justificarla. Tanto que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía la dejó libre y ordenó repetir el juicio. Ya no llegó a celebrarse: el sádico sexual que había matado a Rocío actuó de nuevo y fue capturado. Dolores reclamó una indemnización pero el Supremo decretó que no tenía derecho a nada. Se exilió en el Reino Unido, en un pueblecito al este de Londres donde trabajó en una empresa de transportes.

Hasta el pasado año, que volvió a España. Vendió su chalé en Málaga y se compró un piso en Betanzos. En su tierra vive tranquila. Nadie la señala ni le preguntan... la arropan. Y 20 años después no quiere hablar del pasado.