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EDITORIAL

Economía en declive, urnas inciertas

    • 07 nov 2019 / 22:14
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    ÉRAMOS POCOS en esta campaña electoral desquiciada y parió Bruselas. Sospechábamos que el futuro de nuestro panorama económico es sombrío, cada vez más, y sabíamos que el Gobierno que salga de las urnas -veremos si finalmente sale y cómo, que esa es otra- deberá buscar soluciones con urgencia para revertir la carcoma de la desaceleración e impulsar reformas, tras prácticamente cuatro años de inestabilidad y de parálisis. Desde ayer quedamos advertidos, por boca de la Comisión Europea, nada menos, de que España va a rebasar su objetivo de déficit, el mantra de los años de recortes y sacrificios, por la falta de Presupuestos Generales del Estado -será del 2,2 % el año próximo, medio punto por encima del previsto por el Ejecutivo de Pedro Sánchez-, de que esa temida desaceleración rebajará a la mitad el ritmo en la creación de empleo -del 2,2 % de este año al 1 % en 2020 y al 0,8 % en 2021- y de que la tasa de paro no bajará del 13 % hasta dentro de dos años, y para eso quedará en un todavía lesivo 12,8 %. El informe de Bruselas es un jarro de agua fría en vísperas de unos comicios que no traen nada bueno, salvo improbable milagro, porque todo lo que sea crecer por debajo del 2 % es claramente insuficiente y debilita la salud del PIB. Pues bien, la Comisión Europea prevé que el de España crezca el 1,5 % el próximo año y el 1,4 % el siguiente. Solo hay que sumar dos más dos para concluir que regresan las vacas flacas, si es que alguna vez se fueron desde que el derrumbe estrepitoso de Lehman Brothers puso patas arriba la economía planetaria, desató el caos y nos metió de cabeza en la década negra de la Gran Recesión, de la que las economías familiares y las pymes han salido solo a medias. Debe preocuparnos que la deuda vaya a vampirizar en 2021 el 96 % de nuestro PIB y debe preocuparnos, por supuesto, que el tejido productivo se mueva en un contexto volátil de elevada incertidumbre, tanto por riesgos domésticos como el frenazo del consumo cuanto por el desastre del brexit y las guerras comerciales entre superpotencias. Que este escenario lo comparta España con el resto de socios de la eurozona, no puede ser disculpa para tapar errores propios y dejaciones inaceptables. Lo que el informe de Bruselas concluye entrelíneas es que sin estabilidad y buena gobernanza nos condenaremos a otra crisis, más pronto que tarde. Que cada cual saque sus conclusiones y actúe en consecuencia en las urnas inciertas del 10-N.

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