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EDITORIAL

¿Lo escuchan?, es el silencio (tras dos debates)

    • 24 abr 2019 / 00:22
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    DESPUÉS DE LA TEMPESTAD de dos debates en los que todos se proclamaron ganadores -había que ver al presidenciable de Cs en la madrugada del martes, feliz cual perdiz porque se lo había pasado muy bien en el plató de TVE- y en los que todos han perdido algo, en puridad, entramos en la recta final de la campaña más interminable sin que nadie sea capaz de trasladar el espectáculo a votos. ¿Lo escuchan?, es el silencio. Sí, el silencio de un Pablo Casado que el lunes se puso inopinadamente el traje de estadista ma non troppo para que Rivera le arrebatase el rol de líder de las derechas, y que intentó remediarlo con una esgrima dialéctica más agresiva. ¿Lo escuchan?, es el silencio. Sí, el silencio de un Albert Rivera sobreexcitado que se gusta disfrazado de mago Fumanchú y no lo disimula, pero que no sabe qué va a quedar en la retina de los españoles tras apagarse las luces del circo. ¿Lo escuchan?, es el silencio. Sí, el silencio de un Pablo Iglesias aferrado ahora a esa misma Constitución que antes prometió calcinar en el fuego de los infiernos, y al que hay que agradecer su esfuerzo -veremos con qué réditos en las urnas- por escapar del ruido de la charanga y abanderar los problemas del día a día de los españolitos. ¿Lo escuchan?, es el silencio. Sí, el silencio de un Pedro Sánchez encorsetado en su papel de presidente, más preocupado por no cometer errores que por vender proyecto; más ocupado en agitar el fantasma del tridente de la derecha con Vox que en cortejar al rupturismo podemita. Han sido dos debates absolutamente distintos en la forma, pero con menos diferencias de las que cabría esperar en el fondo. Sus cuatro protagonistas intentaron anoche corregir los errores de estrategia y de comunicación del lunes, y exprimir sus aciertos en el debate en la cadena pública. A la espera de que se apague el ruido y de que los analistas iluminen el escenario final, la impresión que queda es la de que el presidente necesitaba algo más que un combate nulo, la de que al apóstol podemita nadie lo ve de inquilino en La Moncloa, la de que el líder naranja sobreactúa camino de no se sabe dónde y la de que el recambio de Mariano Rajoy no es todavía ese valor seguro que proclama su lema de campaña. ¿Lo escuchan?, es el silencio de los millones de españoles en cuyos votos está escrito el futuro, y que tienen que digerir el empacho de dos debates con más espectáculo que soluciones. Con cuatro líderes enredados en sus guerras particulares, lo que España pide es estabilidad. Lo que hemos visto en los dos debates no despeja la incertidumbre.

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