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Eugenia Osterberger

    • 16 jun 2014 / 19:48
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    Compositora compostelana recuperada para la memoria y cuyo legado se nos hizo accesible en el CGAC gracias a la aproximación biográfica de la investigadora Rosario Martínez con la colaboración de la musicóloga Beatriz López-Suevos. Se la sitúa dentro de las artistas representativas de la Belle Epoque llegando a formar parte de los círculos de la Pardo Bazán y del grupo de las Colonias Escolares, de la que fue secretaria o de la Real Academia Galega. Su pista se perderá tras su traslado a la Costa Azul francesa, sin que quede constancia alguna de ella. El trabajo de investigación, nos deja un catálogo limitado entre las piezas de piano para salón y una serie de canciones compuestas sobre las poéticas de C.Vaamonde Lores, M.L.Vázquez, el marqués de Figueroa o textos procedentes del Cancionero Popular Gallego de J.Pérez Ballesteros. El apartado propiamente musical, quedó expuesto entre las canciones ofrecidas por la soprano Susana de Lorenzo y la propia Beatriz López-Suevos al piano. La cantante se formó con F.Balboa y suele acompañarse al piano en recitales por Rupert Twine. Fueron habituales sus colaboraciones con el Coro de la OSG, dirigido por J.Ross, en obras como los oratorios Theodora de Händel, el Te Deum de Charpentier o La Creación de F.J.Haydn y la Fantasía para Coral de Beethoven Op. 80 (Schmeicheldn hold). Con Zumalave, participó en el Saul de Händel. Las dos, homenajearon a Canuto Berea entre varias actividades que se llevaron a cabo en el Museo Bellas Artes de A Coruña en el 2011.

    Eugenia, recuperada del ostracismo, puede situarse dentro del grupo de compositoras de su momento en nuestro país y de las que Ana Vega Toscano destacaría a María Rodrigo, Emiliana de Zubeldía, Eloísa de la Parra Gil, Aurelia Clavé- hija del fundador de los Coros Clavé-, las pertenecientes a la posterior Generación de la República: Mª Luisa Ponsa, Monserrat Campmany, Mª Tersa Prieto y, evidentemente, Rosa García Ascot, la compañera de J. Bal y Gay. Ella, compositora de obras para salón, responde a ese espacio mayoritariamente femenino, en el sentido de que las damas predominaban entre los invitados y también entre los anfitriones. El salón respondía a varias necesidades como la sociabilidad, el mecenazgo, la ostentación la propaganda y lo que se terciase, respondiendo a las inquietudes artísticas e intelectuales de sus propietarios. Muchas de tantas piezas no pasarían del salón sin alcanzar nunca el escenario. Siempre esa sensibilidad romántica que, llevados por la apreciación de E.T.A. Hoffmann, es un palpitar de nostalgia infinita. ¿Cómo dan sensación de infinitud en el breve espacio de los tres minutos? Siguiendo por la vía más inmediata, existía el modelo de la canción popular. Las piezas salonísticas para piano de Eugenia Osterberger, son por sus títulos perfectamente ilustrativas: Méditacition (un nocturno), Les Hirondelles (un vals), Lucia y (también vals), El recuerdo (dulce ensoñación) o Pavana Louis XIII, evidentemente, una pavana. Eugenia Osterberger, Mme Saunier por su matrimonio con Francisco Saunier, fue objeto del trabajo Una aportación femenina a la creación musical gallega, realizado para la Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia publicado en el IX tomo de Nalgures en el 2013. Dispersas fueron las ediciones publicadas en su época, quedándose las de Canuto Berea con las puramente instrumentales.

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