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La exigua levedad

    • 19 feb 2014 / 20:08
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    EL separatismo catalán ha generado un intenso y tenso debate en Cataluña, España y Europa. En Europa, pone sobre la mesa un discurso en dirección contraria a su aspiración supranacional, sin cuarteamientos fronterizos. En España, amenaza su integridad nacional con un factor de de inestabilidad institucional de consecuencias incalculables. En Cataluña, divide a una sociedad que maldigiere el hecho de que ya pasó el tiempo de la culminación estatal de las naciones. Hay quien piensa, con todo, que esta discusión es a día de hoy el principal problema político de España. Más ha provocado un terremoto de muchos grados, colocándose en el centro de la política española como el gran desestabilizador. Y por eso se le responde con innegable contundencia, creciente, seguramente, hasta que vuelva sobre sus pasos.

    Está pasando. Ya no sorprende. Lo sorprendente es que con ese asunto en canal, sangrante, en el corazón mismo de la política española, sin ningún recato ni prevención, aunque fuese no más que por prudencia, el BNG acuerde proclamarse, el también, y aquí, en Galicia, con lo que es y lo que vale, sí, pero también con lo que necesita, soberanista. Separatista, vamos.

    Con respecto a Cataluña es discutible la conveniencia que esa opción pueda tener para los catalanes –además de para los españoles, también, claro–. Para el caso de Galicia habría, sin embargo poco que discutir: es un suicidio. Ni las condiciones políticas, ni las económicas, ni las culturales de Galicia permiten siquiera matizar ese veredicto. Y eso a más de que muchos gallegos –la mayoría muy mayoritaria, a juzgar por los resultados electorales que se han producido desde que aquí se vota– ni siquiera lo desean, sean cuales sean las condiciones. Lo repudian.

    El separatismo gallego, en fin, va contra el sentido común. Y el seguidismo del BNG de nacionalismos espúreos también. Las naciones son distintas; los nacionalistas no pueden ser iguales. Quizá la maldita diferencia también se ponga de manifiesto en que mientras el pronunciamiento separatista de Más, en Cataluña, alporiza a España entera, el de Vence, en Galicia, no tuvo mayor trascendencia. Un titular y punto. Como si no se le hiciese caso.

    Doctor en Economía

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