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reseña musical

“Il Pirata” de Vincenzo Bellini

    • 07 sep 2018 / 22:01
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    Producción de “Amigos de la Ópera” de A Coruña, en el “Palacio de la Ópera”, con un título relativamente en rescate, “Il Pirata” de Vincenzo Bellini- 20´00 h.-, que contará con la dirección de Antonello Allemandi, relacionado familiarmente con A.Zedda, quien le invitó al “Festival de Pesaro”, para dirigir “La Gezzeta” de Rossini y la “OSG”, con un plantel en el que destacan dos voces familiares, la soprano Saioa Hernández y el barítono J. Jesús Rodríguez, a los que se añade el coreano Yosef Kang, y con una producción escénica que firma X.M.Rabón, con larga experiencia en estas lides, que trabajos que le avalan en la lírica: un “Don Pasquale” de 1987, al que seguirán “La Traviata”o “L´elisid d´amore”. El tenor Yosef Kang, ganó prestigiados concursos como el “Gian Battista Viotti” o el “Vercelli” y su carrera comenzó a proyectarse desde sus comienzos en la “Deutsche Oper Berlin”, para seguir en la “Semperoper” de Dresde y en la “Bavarian State Opera”, repartiéndose entre roles verdianos, bellinianos o mozartianos. Reciente queda su aparición en Ginebra, en “I Capuleti e I Montecchi”.

    Saoia Hernández, está a las puertas de un “Nabucco” con Plácido Domingo, como Abigaille” en la “Semperoper” y de un “Atilla, en “Alla Scala”, con R. Chailly. Fue “Amelia” de “Un ballo in maschera” de Verdi, la temporada pasada. Entre sus maestras, aparecen Renatta Scotto y Montserrat Caballé, antes de lograr en 2009, el primer premio del “Concurso Manuel Ausensi” y el “Jaume Aragall”, al año siguiente. Vendrá un segundo del prestigioso “Concurso Vincenzo Bellini”, en el “Theatre des Hauts de Seine”, de la Ville de Puteaux, antes de debutar como “Norma”, en el “Teatro Massimo” de Catania, con Gregory Kunde, como “Pollione”. Otro rol belliniano será “Zaira”, en el “Festival della Valle d´Istria”( Martina Franca). El rol que la ocupa esta vez, “Imogene”, lo interpretó en el “Teatro Municipal” de Rio de Janeiro. En su currículo, destaca igualmente por sus papeles zarzuelísticos.
    Juan Jesús Rodríguez, barítono- “Renato” de “Un ballo in maschera”, del pasado festival-, debutó con “Evgueni Oneguin”, en 1994, y desde entonces su presencia por los grandes coliseos ha sido continua, desde el “Met”, al “Maggio Musicales Fiorentino”, al “San Carlo” de Nápoles y los teatros españoles por excelencia. Entre sus roles, lo más granados: “Iago”, “Ezio”-que nos ofreció aquí-, “Enrico”, “Marcello” o “Riccardo”. Tuvo el beneficio que participar en la recuperación del “Teatro Real”, con “Divinas palabras”, de A. García Abril y en el “Liceu” barcelonés, tras su reconstrucción.
    Fieles en sus labores, el “Coro Gaos”, con su titular Fernando Briones, formación que desde 2010, son una garantía en producciones operísticas. Mantienen su ideario de elección que va desde los repertorios “a capella”, hasta los géneros sinfónico corales y la ópera. El proyecto del coro nacería como necesaria prolongación de la orquesta que lleva el mismo nombre.
    “Il Pirata”, ópera de Bellini sobre libreto de Felice Romani, inspirada en un relato de R.C.Maturin, “Bertram, o el castillo de San Aldobrando”, con estreno en “Alla Scala”, un 27 de octubre de 1827. El encuentro de ambos, se producirá a través de Ernesto Tosi, hermano de la diva Adelaide Tosi, cuando el libretista era dueño y señor de tantos trabajos para el coliseo milanés. Será él quien insista en que, la elección del tema, fue obra suya, siendo tal fuente un “mélodrame” presentado en París en 1822 por I.J.S. Taylor. Un género similar a la “opéra comique”, en su concepto más antiguo: recitados alternados con “ariette” y ballets y sobre una trama oscilante entre la comedia sentimental y el drama de tintes oscuros,

    Serán contratados para entonces los cantantes Henriette Méric-Lalande, Giovanni B. Rubini y Antonio Tamburini, para los que Bellini construyó las características propicias, según las disposiciones de cada cual. Ya conocía a Rubini, tenor portentoso y dotado de un registro capaz de pasar del canto a plena voz al “falsetto”, sobre un espectro de timbres y colores muy personales. Con él, nacerá el genuino tenor romántico, encerrando la feliz problemática del paso de un estilo de canto y de recitado “belcantista” y neoclásico a un modelo típicamente romántico. Posibles problemas de entendimiento, se verán superados con Tamburini y Méric-Lalande, discípula de M.García y en las posibilidades dramáticas, por el actor F.J. Talma. La soprano fue la primera soprano dramática de agilidad, en sentido exacto. La temible escena final de “Imogene”, que inauguró una serie de calibre similar, en donde la protagonista se presenta en un estado de locura, amnesia y desorientación lamentables, dejará un ejemplo contundente de las posibilidades a las que llegará una soprano en tal tesitura vivencial. El “canto spianato”, del aria patética y la “cabaletta” agresiva, se resuelve en una aparición de soberbia coloratura.
    Para Paul Henry Lang, el núcleo de su pensamiento operístico, es el “arioso cerrado”, en parte por la presión de los cantantes de moda. Mientras preparaba “Il Pirata”, se retiró con Rubini para confeccionar a la medida del famoso tenor, todas y cada una de las líneas del texto. A partir de entonces, el éxito de cada ópera de Bellini estuvo conectado con los nombres de los cantantes más afamados, como La Pasta, La Grisi, Tosi, la Malibrán o La Patti. Transformará al divo en ser humano, evitando “tics” esquemáticos. Puede que no sean personajes bien delineados, pero son hombres y mujeres con vida, que conversan unos con otros a través del lenguaje de la melodía. Los más bellos ejemplos, deben buscarse en los “duettos”, donde la melodía dialoga directamente con la melodía. A medida que Bellini fue madurando, esta fuerza del “arioso” afectó gradualmente a todos los ingredientes de su ópera. El recitativo se hizo melodioso, llevando al “aria” casi sin interrupción; el coro aporta solamente unas sombras más profundas, mientras la orquesta se confina en las sonoridades básicas, porque no debe permitirse que nada interrumpa las melodías.

    La melodía surgirá de la versificación y Romani era lo suficientemente perspicaz para darse cuenta de ello, aceptando que era la propia música la que tenía la última palabra. Uno de los problemas que afectó a bastantes músicos, no residía solo en abolir las formas cerradas, sino en situarlas en función de las urgentes razones dramáticas. Bellini, en la escritura vocal, romperá con el estilo rossiniano, tan pujante entonces.

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