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La inspiración gallega de Sánchez

    • 21 sep 2019 / 21:33
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    SE adivina en los pasos de Pedro Sánchez la influencia de dos factores made in Galicia. Para identificar al primero es precios remontarse a la experiencia bipartita que sirvió para clausurar la larga etapa fraguista. Al frente de aquel experimento se situaron dos políticos que la historia del socialismo gallego y del nacionalismo, si es justa y ecuánime, colocará en los altares. Si Touriño fue sin duda uno de los líderes del PSdeG más solvente y riguroso, Quintana aportó al BNG un pragmatismo inusual en la formación, con lo cual todo indicaba que esa unión dinástica de la izquierda galaica sería tan fructífera como la de los Reyes Católicos.

    Tampoco era nada desdeñable la calidad de los conselleiros que formaron parte de la alineación, ni se podía decir entonces que el programa fuese maximalista. Pasar de Fraga a un Gobierno con la mitad de sus responsabilidades en manos de un nacionalismo duro y oriundo de un potaje en el que Mao y Castelao se combinaban, era lo más parecido a un salto revolucionario sobre el precipicio, y sin embargo la transición no fue abrupta. Resumimos mucho un episodio que todos ustedes conocen de sobra, para concluir que la fórmula tenía garantías para salir bien y que se frustró porque nunca hubo de verdad un Gobierno, sino dos que sólo coexistían. Inmediatamente después de la celebración del matrimonio se declaró la separación de hecho hasta que las urnas pusieron el punto final.

    No es casual que ya por aquel entonces alguien llamado Pablo Iglesias anduviera por Galicia, no como peregrino sino como asesor de los nacionalistas. Se ignora si la idea de compartimentar la Xunta es de su cosecha o no, pero no cabe duda de que la fórmula se intenta trasladar ahora al Gobierno de España. En lugar de Touriño, Sánchez; en vez de Quintana, Iglesias en persona o mediante consorte. El presidente en funciones se percata de que la experiencia gallega era idéntica, y de que seguramente sería idéntico el triste final de un Gobierno collage, con la derecha triunfante sobre las ruinas de un Ejecutivo mal avenido.

    De ahí que haya que intuir que la historia política reciente de Galicia estuvo presente a la hora de definir la estrategia socialista. Pero no sólo por el precedente del bipartito. ¿Por qué en estos primeros compases de la que será una larga precampaña, el líder socialista acentúa su dureza contra la izquierda rupturista? Tal vez porque le llegan resonancias de un fenómeno curioso cuyo máximo exponente fueron las elecciones locales en Compostela. Las ganas de poner fin al tiempo de inacción, verborrea y postureo de los alcaldes mareantes, no se canalizaron a través del PP, sino del PSOE. Una parte sustancial del electorado entendió que la mejor herramienta contra el populismo eran los socialistas, aunque hubieran tenido su parte de responsabilidad por acción u omisión en los cuatro años perdidos.

    Sobre esto mismo girarán los mensajes de Sánchez: a más fuerza socialista, menos peso del radicalismo. Sánchez no como caballo de Troya de los extremistas, sino como baluarte contra ellos. ¿Resultará? En todo caso Galicia es inspiradora.

    Periodista

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