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Con la autora de Monaghan

Irlanda y Mary O'Donnell

En principio, la conversación con Mary O’Donnell iba a durar media hora. Terminamos hablando más de dos, sobre el gran ejército de poetas de Irlanda. Acaba de publicar ‘The Place of Miracles’, y en el Irish Times dicen que es como una estrella secreta e invisible.

  • 21 jul 2006 / 17:25
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Nacida en la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, en el condado de Monaghan, nada menos que en el sagrado territorio del genial Patrick Kavanagh, O’Donnell –un apellido bien conectado con la historia de España–, es definida por el Irish Times como “la estrella invisible y secreta de la literatura Irlandesa”. Bueno, quizás no sea tan secreta ni tan invisible: y eso que ella sabe bien lo que supone la lucha de las mujeres para abrirse camino, también en la literatura. Mary O’Donnell lleva muchos años estando muy presente en el contexto literario irlandés: en las antologías, en las revistas de poesía (tan magníficas, en Irlanda), en la radio, donde ha trabajado ampliamente como guionista, o en la prensa, donde ejerció de crítica de teatro para el Sunday’s Tribune. Ahora, instalada en Straffan, Kildare, con su marido y su hija, Mary, escribe con la madurez inevitable de quien ya lleva varios libros publicados, siempre con éxito. El último, aparecido apenas hace unas semanas, The Place  of Miracles, un volumen extraordinario en el que se recogen poemas de libros anteriores y poemas nuevos. Mary O’Donnell pertenece también al Irish Writers’ Union, y durante cuatro años trabajó en el programa de verano de la Universidade de Iowa, con sede en la Trinity College de Dublin. Desde 2001 es miembro de Aosdána, la Academia irlandesa de las artes y las letras. Hace unos días visitaba la Universidad de Santiago de Compostela para participar en un curso de verano sobre mujer y literatura, organizado por Manuela Palacios y Laura Lojo.

Hablar con Mary O’Donnell tiene, en efecto, algo de misterio. Ella, al otro lado de sus ojos azules, habla de un Irlanda que ayuda cada día a construir con palabras. Y de una literatura fascinante, abrumadora: no hay lugar para los poetas como Irlanda. Mary O’Donnell habla con una sonrisa permanente, sin solemnidades, con entusiasmo. Se diría que acaba de comenzar ahora mismo, como aún estuvieran ahí al lado los primeros versos de Reading the Sunflowers in September, que publicó en 1990 en Salmon Poetry.
 “Sin duda, nacer en Monaghan te da ciertas peculiaridades. Quiero decir que eres de inmediato una escritora de frontera, alguien que no ha vivido en el sur/sur, donde todo está más claro, donde la religión católica ocupa, claro, un lugar central. En Monaghan no hay duda de que la diversidad religiosa te permitía ver las cosas de otra forma. En torno a la frontera hay muchos protestantes de clase trabajadora que no te recuerdan necesariamente a los protestantes de pasado aristocrático del Imperio Británico. Yo he vivido, en este sentido, una sociedad bastante abierta... Y bueno, sí, mi familia, verás, mi familia era muy libresca, pero en modo alguno una familia literaria. No hay conexiones literarias en mi pasado, pero reconozco que mis padres leían mucho, había libros en casa y mi padre me llevaba al club infantil para que leyera, al menos, una novela cada mes. La verdad es que a veces me contemplo a mí misma como un poco extraña, porque mi madre era una mujer muy práctica, y el propio Monaghan es un lugar muy práctico, así que se supone que la literatura no iba mucho con una sociedad así... Escribí historias y poemas en los periódicos locales desde muy joven, y bueno, ahí empezó todo. Creo que si te publican algo enseguida te animas, y yo me animé”.

Para Mary O’Donnell, es cierto que Irlanda parece un caso especial en el mundo de la literatura, sobre todo en el territorio de la poesía (ese ‘standing army of more than thousand poets”, que decía, más o menos, Patrick Kavanagh). “Es parte de nuestra historia. Tenemos una cultura muy visual, y en medio de la pobreza, por ejemplo, es más fácil que haya contadores de historias que pintores. La gente no podía comprar pinturas, ni contratar pintores, pero la literatura siempre está ahí, aunque seas pobre. Y es verdad que la lengua del colonizador, como tú dices, se ha incorporado a nuestra cultura como una herramienta. Se ha modulado el inglés de tal forma que, aunque sabemos que usamos un idioma que no es el nuestro, ya no se trata realmente del inglés del colonizador: está trufado de expresiones, de fórmulas, y sobre todo del espíritu del irlandés (Irish language). Pero eso sí, hay autores, y sobre todo autoras, que apuestan por el Irlandés, que hacen un gran esfuerzo, una poesía magnífica en la lengua vernácula. Es maravilloso ver cómo una lengua que no estaba bien visto hablar ni siquiera en las zonas en las que más se usaba, porque se asociaba a la pobreza, está ahí, brillando en la literatura, e incluso con un canal de televisión completamente en irlandés, que ya tiene diez años, que decían que estaba condenado al fracaso y que ahí sigue: además es un canal muy bueno. Todo esto me recuerda Translations, de Brian Friel, claro.
Entre los grandes temas, están las mujeres y las literaturas. “Escribir, en mi caso, está relacionado con las ansiedades de cada día. Me preocupa cómo sobrevivir y conseguir que nuestros sueños permanezcan intactos... esas cosas. Y como mujer están los grandes asuntos, la maternidad, la sexualidad, la lucha por la independencia y la identidad, por la voz femenina. Es complejo: creo que hemos tenido que recorrer un largo camino, y ahora somos muchas mujeres escribiendo, sobre todo poetas. Yo misma he tratado temas como la violencia, la infertilidad, la ablación de clítoris, la anorexia, etc. En Unlegendary Heroes, sobre todo en el poema del mismo título, lo que intenté fue hacer un homenaje a nombres de héroes que jamás serán conocidos: gente anónima, que trabaja muy duro. Creo que se ha pasado de cierta terrenalidad a una mayor intelectualidad, y eso ocurre en Eavan Boland, a pesar de todo lo que se ha dicho. Me gusta Heaney, su preocupación por  el mundo meditativo, Bernard O’Donoghue, que es siempre tan encantador, pero mi favorito de esa generación de Heaney [The Belfast Group] es Derek Mahon: para mí es el mejor. O’Donnell reconoce que trabaja muy duro, que no puede parar. “Creo que soy muy enérgica, y me gusta hacer radio, me gusta escribir poesía, pero también novela (The Light-Makers tuvo un gran éxito), y hacer un montón de cosas a la vez. Esto tiene su lado positivo, pero también te ocupa mucho tiempo: Pat Boran es un ejemplo parecido a mí, en este terreno. Es cierto que a veces me siento abrumada porque hago demasiado trabajo colateral, como el programa de European Poetry in Translation, que incluía también poesía española (Salinas o Alberti). Y además transmitimos parte de la poesía española en el idioma original... En fin. Lo que sí creo es que las escritoras, las mujeres, estamos ya plenamente aceptadas como parte de la escena literaria.

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