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Vicepresidente de ESADEgeo y director en Telefónica

Javier Santiso: “Las familias se han convertido de nuevo en la gran red social”

“El buen revolucionario y el buen liberal son caras de una misma moneda” // “No debemos quedarnos atrapados en el miedo de la desilusión, en la ruptura sentimental”

  • 24 may 2013 / 19:23
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El siglo XX no sólo ha dejado como balance las necrológicas del pensamiento de John Locke, Adam Smith, Karl Marx y Friedrich Engels, sino que también evidencia que gerenciamos el planeta basándonos en hechos y no en deseos. Por todo ello, quien viva en profundidad este nuevo período de cambio, y lo haga desde el lugar que le toque ocupar en mitad del torbellino, podrá obtener sus ventajas. Y es que el nuevo drama que afronta la humanidad se encuentra a medio camino entre la apatía de un siglo que bosteza y la cleptomanía de otro que muere. Es como si la historia se hubiese detenido para echarse la siesta… En cualquier caso, nada nuevo bajo las estrellas. Afrontamos un futuro tan interesante como la mandíbula de un tigre a la hora de cazar. Entre tanto, yo, próximo a la “sexentena” y con las suelas ciertamente desgastadas, intuyo que la situación pinta bien para aquellos que se atrevan a romper con los dicterios de quienes gobiernan una época decidida a ordenarnos lo que tenemos que pensar. Quienes así se comporten cartografiarán los territorios del porvenir. Por todo lo antedicho, me he decidido a vérmelas con Javier Santiso, uno de esos imprescindibles personajes del emprendimiento, alguien dispuesto a no quedarse en las ideas y las subvenciones, sino en los crecimientos y las consolidaciones. Santiso no sólo es un dominador del nuevo espacio virtual en que se mueve la humanidad. Es también uno de los principales ideólogos que, desde el dominio de las nuevas tecnologías, confecciona el pensamiento de estos tiempos.

“El buen revolucionario y el buen liberal son caras de una misma moneda. Ambos pretendían derrumbar todo y forzar la realidad para adaptarla a sus ideas. Por eso, ambas posturas son utópicas y jamás se plasmarán en la realidad”.

Eso te lo he leído ya…

Cierto, pertenece a uno de mis libros. En él cito el caso de aquel Chile de los ochenta al que ya no llegaban los Chicago Boys de Friedman y Haberger, sino ingenieros que acabaron dando paso a gentes de la propia tradición chilena.

¿Como el de Alejandro Foxley?

Exacto. Foxley se educó con modelos keynesianos y marxistas y heredó una economía que, pese a las liberalizaciones, aún era muy cuartelaria. En el 89 existió la tentación de volver al 73, pero decidieron buscar su camino basándose en lo que había. La magia de la transición chilena fue adaptarse a la realidad. 

¿Sobrevive quien se adapta o el más fuerte?

Sobrevive quien escribe sus propias reglas en función de la realidad. 

¿Por ejemplo? 

El chef peruano Gastón Acurio, quien, pese a nacer en un país pobre y crecer bajo la presión de su padre para que estudiara Derecho, creó sus propias reglas y elevó la gastronomía peruana a lo más alto, al convertir su restaurante en Lima en el decimocuarto del ranking mundial. Él ha demostrado saber bien lo que la realidad permite. 

¿El emprendedor se hace? 

Existe una propensión natural a saber que ni las reglas del juego están escritas ni hay fórmulas. 

¿Cómo se llega a emprender?

A veces por azar. No todos los emprendedores estudian en la Ivy League y no todos son Zuckerberg.

Todo un consuelo para los de mi quinta... 

No te lo tomes a broma. En Estados Unidos las empresas de tecnología que más éxito han alcanzado son las que fueron creadas por gentes de entre cuarenta, cincuenta, o incluso más años...

¿Un ejemplo de emprendedor?

Cristóbal Colón. 

¿No sería más la Reina de Castilla?

En el caso de Colón, el bussines angel que le permitió emprender estaba representado por los Reyes Católicos. Ellos permitieron que un extranjero se lanzase a aquel viaje que tenía toda la pinta de acabar en fracaso.  

¿Pretendes convencerme de que Colón fue empresario?

Pero sí de que hizo empresa. Fíjate que el retorno sobre la inversión fue muchísimo mayor que lo que él había planeado. ¡Descubrió un continente nuevo! 

Sostiene el presidente Albor que Colón era gallego…

Lo único que está claro es que su actitud partía del emprendimiento que caracteriza a España, algo que me encanta de este país.

Nuestro encuentro ha sido propiciado por el rector de la Sexta Provincia, y es que el bueno de mi amigo Senén ha sabido convertir la Red Emprendia en el mejor castin para el futuro. Para el encuentro hemos elegido la mesa que los gallegos tenemos en Lúa, ese templo de la gastronomía Atlántica en Madrid construido por el nieto del Guapo de Carvalliño. Javier Santiso ha llegado perfectamente trajeado. Eso sí, sin corbata y con una sobria camisa de doble puño, gemelos e iniciales bordadas en la pechera. Me fascina su afable sencillez y su voluntad de no dejar nada al azar… 

“Tendremos que volver a emprender, a salir y a creernos que las reglas del juego no están escritas. Hay muchos países que tienen esa chispa”. 

Dame uno.

Israel, uno de los mayores exportadores mundiales de naranja.

Nosotros también…

Sí, pero ellos no tienen agua…

¿El secreto?

Haber sido capaces de escribir sus propias reglas. Después de Estados Unidos, Israel es el país que más empresas ha colocado en el Nasdaq, y todo eso en mitad de un conflicto terrible. Es para tenerlos muy en cuenta…

¿Y a nosotros qué nos ha ocurrido?

Que hemos dejado de creer en nuestras posibilidades, olvidando el atrevimiento de un país que ha hecho cosas inverosímiles en su historia. 

¿Para volver al camino?

Reinventarnos, porque a las gentes de nuestro país se las está empujando a la desilusión.  

¿De quién es la culpa?

En este país no hicimos las maravillas que nos contaron de nosotros mismos. El milagro no era tan milagroso porque faltó realismo. 

Lo pintas negro…

Para nada, no todo es tenebroso. 

Las cifras dicen lo contrario. 

No debemos quedarnos atrapados en el miedo de la desilusión, en la ruptura sentimental. Aprovechemos la crisis para regenerarnos. Las cosas deben comenzar en nuestra vida personal.

Eso suena “antisistema”…

No puede darse un rechazo al sistema tal cual, entraríamos en una espiral estéril y paralizante, de negatividad absoluta. 

Eso es muy teórico…

Espero que no. Suelo enviar unos tweets en los que, bajo el título Mitos sobre España, intento hacer ver los aspectos positivos de muchas cosas que estamos haciendo en todos los ámbitos. 

Dame uno…

“La solidaridad existe en España”. 

¿Pese a los “cicutas” que nos gobiernan?

Han sido cinco años de crisis y no hemos visto las calles arder. 

Será que hemos perdido el sentido crítico…

No, lo que ocurre es que las familias se han convertido de nuevo en la gran red social.

¿Lo valoras como una solución?

Lo valoro como una circunstancia, pues ese aguante tiene un límite…

¿Las cuentas pendientes?

Combatir el enchufismo y el nepotismo, dos cánceres propios de las sociedades latinas. Avanzar decididamente hacia la meritocracia, porque en España hay demasiada gente que no está donde merece…

¿Y el paro?

¡Una palabra terrible! Tenemos inmovilizadas a más de seis millones de personas. Comprendo el dolor y la desesperación del parado, pero todo debe empezar por un cambio de mentalidad. Que cada uno se busque a sí mismo, que haga por perseguir la sorpresa. En una palabra, activarse nos corresponde a cada uno de nosotros, porque ya nadie vendrá a activarnos.

¿De dónde la fuerza para todo ello? 

De la necesidad, que es una de las mejores oportunidades para buscarse la vida.

   Eso está inserto en la tradición gallega…

De hecho, yo espero que mi hija siga con esa vitalidad y esa legacía gallega que te acaban activando para que encontremos nuestra propia corredoira.

En los juicios de Javier Santiso no hay brotes de esa pedantería propia de quien solo mira, calla, piensa y rueda… Me admira este joven y preparadísimo líder global, capaz de desbrozar la realidad con la misma facilidad con que un niño abre una fruta. Su mirada no pierde comba mientras el movimiento de sus manos es siempre un alarde. Su discurso es encendido, un misil contra todos los estereotipos que nos han tatuado. Arrancó en su trayectoria fulminante de vértigos, tras coronar con éxito, en la Francia del 95, su carrera y comenzar a trabajar en el Centro Latinoamericano de la Universidad de Oxford como Investigador Senior Asociado:

“Había leído a Isaiah Berlin. Quise conocer ese mundo el último año que él dio clases y comprobé que Oxford es una escuela de libertad y movimiento”.

Tras ese periodo regresa a Francia como investigador titular del Centre d’Etudes et de Recherches Internationales del Institut d’Etudes Politiques de París (Sciences Po). Profesor en la universidad norteamericana Johns Hopkins, en Sciences Po Paris y en HEC School of Management, ha ejercido como director del Centro de Desarrollo de la OCDE, del que ha sido su economista jefe, responsabilidad que también asume al frente de Mercados Emergentes del BBVA. Actualmente es profesor de Economía en Esade Business School, presidente del OECD Emerging Markets Network (EmNet) y Managing Director en Telefónica: 

“Mantengo la vertiente académica en Esade, donde puedo contar mis ideas. Luego está Telefónica, la otra vertiente, que podríamos llamar de ideas en acción. Es genial aunar ambas”. 

Fundador de la iniciativa Start Up Spain, fue elegido en 2009 Young Global Leader por el Foro Económico Mundial (Davos) y, en 2012, aparece en el ‘top 50’ de los intelectuales más influyentes de Iberoamérica que realiza Foreign Policy. Fundador del Club España 2020, ha sido capaz de reunir a los ‘argonautas’ españoles que ejercen como ejecutivos en multinacionales en el extranjero. Vamos, que este ‘cerebrín’ gallego es lo que se llama un tipo preparado e influyente:

“Aprendí lo de la meritocracia en Francia. Tras la revolución, ellos fueron capaces de cargarse los méritos por sangre y apostar por la regeneración. El haberme formado en París y Oxford es lo que me hace creer en la meritocracia”.

Hay quienes la confunden con el elitismo…

La meritocracia es excelencia y el elitismo privilegios. La primera implica esfuerzo y humildad, el segundo recomendación y bula.

¿Dónde queda la pasión?

Es fundamental, siempre y cuando no la emplees para buscar cómo destacar. 

Sólo desde la pasión se destaca…

Sin duda, pero ése no es el objetivo.

¿La meritocracia es incompatible con el ‘aparato’ de nuestros partidos?

Me ponen muy nervioso los modelos políticos que venden eso de “pan gratis para todos”. Son palabras tan bonitas como falsamente democráticas, pues no plantean una igualdad plena. Es despreciar el talento de los seres humanos.

Dame la receta, Santiso…

En la vida hay que tener feeling, ese sentimiento profundo que nos impulsa. Luego hay que tener swing, estilo, esa manera de hacer o no hacer. Ambos ingredientes son esenciales si los combinas con tener alegría a la hora de realizar lo que te has propuesto.

Los ‘jazzeros’ ya habíamos descubierto eso el siglo pasado cuando leímos a Coltrane en su A Love Supreme eso de “elevación, elegancia y entusiasmo…”.

No está nada mal como lema. A la propuesta de Coltrane deberíamos añadir “razón, corazón, voluntad y alegría”. 

¿Lo ves en tus alumnos?

Lo veo en mi hija. Me fascina la alegría que tiene por vivir, la felicidad de hacer las cosas, sin más...

¿Con eso se monta una empresa?

Claro que sí. No tienes más que fijarte en Lucas Carné, de Privalia. Él nos ha demostrado que la fase de start out de un negocio es como la gran borrachera, esa euforia de todos los inicios. Ahora bien, hemos de tener claro que en un momento dado, la poesía se acaba y debe empezar la prosa. 

Sobre todo a la hora de pagar las nóminas…

Es obvio que llega un día en que tienes que empezar a controlar las métricas de crecimiento mediante los contables. Hay que saber manejar esa fase. Como cuando llega el momento de dar paso a los ejecutivos. 

Ése sí que es complicado…

Sobre todo porque necesitas tolerar que circulen todas las chispas imprescindibles para que la máquina no se detenga. Ahí está la gran dificultad: saber mantener el fuego sin que arrase la empresa.

Eso suena a relación sentimental…

Eso está bien tirado, Beotas, aunque de eso puedo hablar menos porque a mí me ligaron. 

¿Cómo la conociste?

En un cóctel. Me encontré a una chica bellísima que contaba chistes que me hacían sonrojar… 

¿Una provocadora? 

Simplemente quería reírse conmigo cuando supo que yo era español… Lo mejor es que esa relación empezó con alegría.

¿De dónde vienes?

Soy hijo de dos obreros gallegos que, tras acabar sus estudios en Cumeiro, tuvieron que emigrar a Francia. 

¿Y tú?

Quedé en Galicia con mi abuela, hasta los seis años, por eso mi primera lengua fue el gallego. 

¿Cómo era ella?

Una mujer fuerte, con mucha luz, de gran coraje y que transmitía felicidad a todo el mundo… Supo despertar mi fuerza de voluntad. Cuando muchos años más tarde me dieron el Prix du Begau en el Liceo Internacional, me dijeron que fue por la empatía y el compañerismo. Entonces me percaté de que eso estaba en mí por ella. Fue una de las muchas cosas que le debo.

¿Tardaste mucho en regresar?

Mi padre siempre añoraba volver, ya sabes, nuestro sino como gallegos es el de retornar al origen… Pero el rector del Liceo Internacional Saint-Jean Arlés, que estaba cerca de casa, buscaba estudiantes para la sección en español que se acababa de crear. Él, que siempre pensó en mi futuro, no dudó en quedarse… 

Y allá que marchaste... 

De hecho, fui el primer español de la sección. Mis compañeros eran hijos de diplomáticos de países sudamericanos. Creo que es de ahí de donde me viene el apetito por América Latina.

Y por Octavio Paz, uno de tus mentores...

Lo conocí más tarde… Yo estaba trabajando en mi tesina sobre él. Cuando los de L’Express se enteraron, me invitaron a ir a Avignon para ocuparme de él durante una semana.

¿La chispa?

Fue durante una cena en la que él estaba aburridísimo. Como por entonces yo estaba leyendo Les Epiphanies, le hablé de Henri Pichette. Noté cómo se le encendía la mirada, pues lo admiraba muchísimo. Paz era ya un hombre mayor, pero por un segundo volvió a ser joven.

Conociste también Albert Hirchsmann…

Me había comunicado con él como lector y un día me decidí a escribirle. Yo apenas tenía veinte años y él, que ya era emérito en Princeton, quiso conocerme. Me sentí tan honrado… 

Así que un chico con suerte…

La suerte se provoca. Eso lo decía él, que tanto había vivido.

¿Cuando llegues a mayor?

Me gustaría mantener la alegría y el ansia por aprender de los demás. 

¿De los demás…?

Fíjate qué curioso. Yo no aprendí management en Esade, sino trabajando con gente como José Ignacio Goirigolzarri y José María Álvarez-Pallete. Me enseñaron que un líder no se aprovecha del trabajo de los demás, sino que usa ese trabajo para pasar la tormenta y que todos lleguen a puerto… 

Tiempos convulsos, vientos de “cicutas” que habrá que sortear para llegar a los puertos del siglo XXI. ¿Habrá que poner rumbo a Costa da Morte…? La historia no se detiene. Este gallego sabe bien que, al final, si sabemos abstraernos de los grandes discursos, la historia se hace… 

Mientras, en el vientre del tiempo, aguardan acontecimientos que no podemos prever. Toca remangarse y navegar marcando nosotros el rumbo, como los viejos marineros, aunque la realidad de Smith o Marx ya no sea la nuestra... 

Al salir a las desangeladas y vacías calles de este Madrid de postguerra prerrevolucionaria, Santiso me sentencia:

“Aún quedan tantos y tantos puertos que hay que reescribir las reglas del juego, porque la voluntad todo lo puede... En eso consiste activarse, en eso consiste ser siempre joven”.

MUY PERSONAL

 

¿Inglaterra?

Libertad.

¿Francia?

Meritocracia. 

¿España?

Voluntad.

¿Amor?

Dar. 

¿Muerte?

Continuación.

¿Familia?

Todo. 

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